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“Yo hipotequé trabajar en un Banco y tener una vida cómoda por ser ciclista”

Ahora, Santiago Botero es escritor, conferenciante, comentarista… Pero la bicicleta sigue siendo inseparable de su vida. “Llega un momento en el que uno tiene que trabajar la parte mental”, insiste él, uno de los inolvidables del ciclismo colombiano.   

Aquí, en España, vivió en Santa Pola y en Majadahonda. Había llegado a Europa con 22 años sin tener idea de ciclismo, recién graduado en empresariales. Incluso, Santiago Botero reconoce que él era temeroso y que fue un mal psicólogo para sí mismo. Pero acabó siendo campeón del mundo contrarreloj. Hoy, su nombre es leyenda. “La bicicleta es lo que me da salud”, explica a los 50 años en Medellin.

¿Qué es de su vida?
Ahora acabo de salir de dar una conferencia a una empresa. Hago ciclismo todos los días y, como mis amigos también lo hacen, la bicicleta es mi parte social. Reconozco que me gusta machacarme para dar el nivel. La bicicleta es lo que me da salud, sí.

La bicicleta es salud.
Sí,  sobre todo mental. Llega una época en la vida en la que uno tiene que trabajar la parte mental. Es una forma de contestar a la edad. El que no  hace deporte no lo puede entender. Pero nosotros que lo hacemos, sí. Yo tiro de la disciplina.

Pero ahora ya no es una estrella.
Es otra etapa de la vida, sí. Pero sigo vigente. Me llaman a eventos corporativos. Soy comentarista en Caracol TV. No soy la figura que fui. Pero la figura que fui me ha abierto campo de trabajo.

Se echa de menos a ciclistas como usted en Colombia.
Nos acostumbramos mal. En mi época siempre había un colombiano entre los cinco primeros y parecía fácil. Pero no lo era. Nosotros estamos al otro lado del charco. No es Europa Occidental que es como cambiar de ciudad. Pero la calidad la hay. Lo importante es entender que no tenemos que competir con Pogacar para disfrutar del ciclismo.

¿Bernal volverá a ser el que ganó el Tour?
En su momento hablaba con los médicos y eran reacios a dar un pronóstico. Pero admiro su capacidad mental. A todos nos ha dejado contento y todavía esperamos un margen de mejora. Yo no lo presionaría. Me conformo con verlo montar en bicicleta . En su caso yo no sé si hubiese vuelto con ese diagnóstico.  Pero, claro, yo tengo 50 años.

Ha podido ser usted el ciclista colombiano más completo
En crono y descenso sí, pero yo tenía limitaciones. También era un ciclismo diferente. No había ayuda en dietas ni nadie te enseñaba a manejar presión. Yo fui mi propio psicólogo. Y no era el mejor, claro, porque me faltaba preparación para ser psicólogo. Mire,  si hubiese llegado a un Tour convencido de que podía ganarlo y dejarme respaldar…. Pero yo no era un buen líder. Prefería pasar desapercibido. Era temeroso.

Pero en Kelme hizo grandes cosas.
Sí, pero solo. La gran mayoría de las veces solo. No quería presión de líder. Belda trataba de convencerme de que podía ganar y yo, al final, seguía la orden como buen discípulo. Pero no era por iniciativa mía. La suerte fue que él confiaba más en mí que yo mismo.

Eso es de agradecer.
Ya lo creo y por eso gané mi primera etapa en el Tour en Briancon. Era una fuga con Savoldelli. Yo nunca hubiese atacado, pero él me lo ordenó cuando faltaba por subir el Izoard. Y ataqué y gané. Y eso me permitió una confianza….

La confianza lo es todo.
La confianza y los medios.  Mire, cuando yo llegué hacia las contrarrelojs con la bicicleta que me prestaba José Castelblanco, que era más alto que yo. Acababa las cronos con dolor lumbar y no podía subir ni una escalera. Pero Labarta convenció al equipo para comprar un túnel del viento muy básico en Tenerife.  Hicimos modificaciones en la postura y gané la primera crono que hice en el Dauphine a Armstrong. Y me volví especialista.

Labarta, como Belda, es un tipo que tiene mala fama.
Sí, lo sé. Pero no lo entiendo. Labarta era un preparador físico. Nosotros lo llamábamos Don José. Nada que ver con temas médicos. Y Belda era un preparador. Es más, Vicente es un buen tipo. Albergaba ciclistas colombianos. Los metía en su casa. Sí es verdad que era muy primario. Hacía lo que aprendió de ciclista. Pero a mí me hizo más valiente.

Y es lo que importa al recordar.
Le puedo decir que a los colombianos no les gustaba Belda, porque les mandaba atacar siempre. Y eso extraña. Luego, cuando fiché por Telekom, lo entendí. Era un ciclismo más pacífico en el que nadie te mandaba atacar. Pero Belda era un guerrillero al volante que ponía la carrera a mil. Hacía cosas que los demás no hacían. Mi esposa se alojó en su casa.

En Telekom estuvo con Ulrich.
Un año, sí.

¿Y cómo era?
Era la estrella. Pero él no hablaba casi inglés y yo no hablaba alemán. Pero recuerdo que era muy humano para el rol que desempeñaba. Daba preferencia al amigo en vez del ciclista. Con sus gregarios, con su grupo, era inmejorable. Yo recuerdo, además, que ese año tuve un problema de salud.

¿Y qué pasó?
Tuve que dejar de correr cuatro o cinco meses. Una hemorragia en el hígado. Se se me subían las transaminasas cuando estaba cansado. Cuando volví, no rendí. Y al finalizar el año me enteré que el equipo no me iba a renovar. Y Jan, sin ser amigo suyo, sacó la cara por mí y delante mía cogió al patrocinador y le dijo: ‘oye, que Botero se queda aquí’.

¿Y le dio las gracias?
Me emocioné.  Fue en la fiesta final de año en Frankfurt. Todavía tengo la foto de ese día y no me olvido. Pero yo no quise seguir y me fui al Phonak.

Al final, lo que quedan son las personas
Totalmente. Lo que queda es eso. Usted ha ganado por mí. Si no eres un buen compañero, por mucho que ganes, la gente no te recordará con cariño. Por eso es tan importante ser un buen compañero.

¿Y usted lo fue?
Yo era más estudiante que ciclista a los 22 años cuando llegué a Europa en el 96. Me encontré un ambiente hostil. Induráin, Bugno, Pantani en la Vuelta a Mallorca. Fue como caer en paracaídas. Me había graduado en empresariales y no me sentía preparado para estar ahí.

¿Y entonces?
Yo pensaba que era imposible ganar algún día. Empecé tarde. Me costó gotas de sangre. Ángel Edo Usted me decía: ‘¿qué hace usted aquí? ¿Por qué no está en un banco en Colombia? Va a estar más cómodo’, porque yo no terminaba las carreras. No podía. Por eso digo que me hice ciclista a punta de martillo.

¿Por qué vino entonces?
A mi me trajo Álvaro Pino. Me entrevisté con él en el Mundial de Colombia 95. Había un médico en la selección que decía que yo era muy bueno. Pino le hizo caso y Pepe Quiles me contrató. Me pagaban muy poco. Pero era una aventura y me fui. Recuerdo que con lo que ganaba sólo podía llamar una vez de cada 15 días a casa. Pero había que aguantar.


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