Inicio Noticias “¿Privilegiado? No soy ciclista profesional y me pagan por ir en bicicleta”

“¿Privilegiado? No soy ciclista profesional y me pagan por ir en bicicleta”

Lluis Capdevila tiene 64 años y es el entrenador de Maverick Viñales. Un hombre con una amplia biografía que completa todos los entrenamientos en bicicleta con el piloto de Moto GP. 

“Tengo muchos”, contesta Lluis Capdevila antes de reconocer que tiene 64 años y ninguna prisa por jubilarse. “No me puedo jubilar. He firmado una hipoteca hasta los 80 años”, añade irónicamente. “Pero la clave es que disfruto con lo que hago. Aún tengo buen nivel con la bicicleta. Entré en el CAR de Sant Cugat hace 30 años, después de los JJOO de Barcelona 92, y lo dejé el año pasado”.

Cuando Laguía me pasó su contacto me dijo: “Este señor es un mundo en sí mismo”. 
No sé.  Yo fui con Laguía al colegio. Íbamos a EGB. Teníamos 12 años. Luego, él fue ciclista profesional y yo me dediqué a trabajar. Fui mecánico de motos en Yamaha durante casi 20 años. Pero  me gustaba mucho el ciclismo. Probé un año de amateur con 28 y con 32 llegué a ir al campeonato del mundo de BTT en Canadá.

No es un ciclista frustrado entonces.
No, no, para nada.  He sido muy feliz gracias al deporte.  He estado en todas las expediciones del mundo. He llegado a hacer un 8.000. He participado en la Copa del Mundo de Deportes de aventura. Incluso la gané dos veces en el equipo en el que estaba…

Y todo esto en una sola vida.
De momento. Siempre me ha vuelto loco hacer cosas. Todavía ahora, a los 64 años. De hecho, con mi compañera tenemos una consultora de turismo deportivo y ahora estamos ordenando el ciclismo en el País Vasco, un mapa de rutas recomendadas.

¿Y eso tiene mucho trabajo?
Al final, es formar a los hoteleros para que ofrezcan servicio a los ciclistas. Y lo que necesitan a nivel de hoteles, de rutas. Saber de qué hablas, en definitiva, y mi aportación es a nivel técnico, porque el País Vasco tiene una oferta brutal no sólo de competición. También de carreteras secundarias, de puertos, la gastronomía, lo mezclas todo.

¿Qué hace el resto del día?
Hoy, me fui a las siete y media a Girona con Maverick Viñales y he llegado a casa a las seis de la tarde. Hemos subido un puerto de 19 kilómetros.

Con 64 años.
Con 64 años, sí.

¿Y a qué ritmo?
Hoy hemos subido a 22 km/hora de media los 19 kilómetros. Ha salido en 52 minutos y 40 segundos. Los motoristas siempre van con el crono.

Y usted le aguanta.
Si el puerto es muy duro voy un poco mejor yo. Pero si tiene muchas arrancadas entonces va mejor él por una cuestión de edad. Maverick tiene 28 años.

Podría ser su padre
O su abuelo. Pero soy su entrenador.

¿Y cómo es? 
Hacemos cosas concretas para la moto en el gimnasio. Luego, cogemos la bici o vamos a correr un rato por la montaña una hora u hora y media. Pero siempre pensando no en hacer ritmos estratosféricos, sino en cosas que le vayan bien para la moto, donde las carreras de un Gran Premio duran 45 minutos.

¿Y la bici ayuda a la moto?
Sí. El 70 por ciento de los pilotos van en bici, porque no tienes dolores musculares y se recupera bien. Se puede coger velocidad, curvas… Le puedo recordar que Álex Espargago sale con los Movistar cada día.

Y Maverick sale con usted.
Pero nos entendemos muy bien. Nos conocimos desde hace 15 años. Estuvo un año interno en el CAR de Sant Cugat. Allí, yo me ocupaba de los deportistas de motor. Estuve con Nani Roma del Dakar. La ventaja es que el deportista de motor tiene tiempo porque no hay tantas carreras y deben mantenerse en forma. La gente está muy fuerte.

Lleva usted en forma toda la vida. ¿Cómo lo logra?
Porque no paro nunca. Si hay nieve hacemos esquí de fondo o me voy a pasear con el perro. Más allá de eso, no soy nadie. Si tuviese que entrenar a un triatleta o un ciclista no podría ir con ellos. Pero un piloto tiene buen nivel, nada más.

Es usted un privilegiado.
No lo oculto. Me pagan por ir en bicicleta y no soy un ciclista profesional. Pero también es cierto que no sólo es eso. Tengo que programar entrenos. Es más complicado. Cada día debo ver lo que hace mañana. No hay fines de semana. Tienes que estar pendiente siempre.

¿Su ordenador echa humo? 
Voy haciendo. Pero está todo muy programado. Él ya sabe lo que debe tomar para recuperar. Aquí intervine más gente. Lo delicado es que ahora está en forma y hemos de mantenerla hasta mediados de noviembre.

Eso es un arte.
Sí, porque a eso hay que sumar los viajes, el jet lag, etc. La cosa es no pasarse. A ver qué sucede en este Gran Premio en Portugal. Y luego el lunes se va a Argentina. Hay que ver como acaba, como llega. Hemos de regular. La recuperación es más importante que el esfuerzo.

Ése es su trabajo. 
Mi trabajo es aplicar toda la información que tenemos. No es que la carrera de un piloto sea agotadora. Pero esta gente va a 350 por hora y tienen que tener la cabeza muy clara. El jueves deben estar en el circuito y acaban el domingo a las tres.

¿Y ahora podría hacer usted un 8.000?
Sí. Ya no es como cuando yo lo hice. Hoy en día, estás mejor equipado. En mi época no tenías ni teléfono. Ahora llamas por teléfono desde la cima del Everest. Por el nivel físico podría. Solo tienes que ir con un sherpa que te guía y vas hasta la cima. Al final, eso sí, te sale por unos cien mil euros. Aun así hay bofetadas para ir.

Yo prefiero la soledad del corredor de fondo.
Yo también. Es otra historia. Un alpinista de verdad ya no va ni borracho al Everest. Cada primavera van 1.500 personas. Sigue siendo difícil pero ya no es como antes. Es la vida. El dinero.

 


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