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“A los 14 años, ya trabajaba en la obra. Luego, cogía la linterna e iba a entrenar”

De ciclista profesional a funcionario de Correos. Dámaso, el hermano de Pedro Torres, fue un corredor aplicado que se retiró pronto (1970-75). Hoy, a los 77 años, disfruta de la vida en Málaga.  

 

A los 77 años, se ganó el derecho a vivir la vida como mejor le parezca. Y ha elegido un escenario ideal: Málaga, la Costa del Sol, el pueblo de Humilladero, donde Dámaso Alonso sigue siendo un hombre inquieto. “No valgo para estar en el bar jugando al dominó”, explica él, que en su época de ciclista fue el gregario de su hermano Pedro, ganador de la montaña en el Tour.

77 años, Dámaso.
No voy mal de salud. Hago bicicleta estática porque ya me da miedo la carretera y cuando hace buen tiempo voy a la playa, que la tengo a 600 metros de casa. En definitiva, que no paro quieto. Mientras el cuerpo lo pida…

Eso es un privilegio a su edad
Voy bien. Voy tirando. Es verdad que siempre tengo algún dolor. Tuve muchos porrazos. Llegué a estar seis meses escayolado después de un accidente en el que me salí del coche en una curva en el Pirineo. Cuando me recuperé tuve que poner el manillar del revés para volver a entrenar. No podía doblar la espalda, las malditas vertebras.  Pero ese mismo año fui al Tour de Francia.

De todo se sale.
De hecho, ahora mismo lo estoy contando, porque me pasaron muchas, muchas cosas.

¿Qué más le pasó?
Recuerdo en la última etapa de la Vuelta a Andalucía se atravesó un coche que no respetó las señales de la Guardia Civil. Íbamos tirando relevos con las cabezas agachadas y el coche se estrelló en mi cabeza. Todavía no sé cómo lo estoy contando. Pero lo superé.  Al principio me costaba subir puertos como el Galibier, el Mont Ventoux…, en los que teníamos que meter los riñones.

Pero no tuvo usted una carrera larga.
Dejé la bicicleta en 1975. Me retiré con 30 años, sí. Mi mujer tenía negocios de bebidas. Me dijo ‘vente al pueblo’ y me fui. Luego, entré como funcionario de Correos. Llevaba la oficina del pueblo en Humilladero en Málaga. Allí estuve más de 30 años.

¿Y ha sido una buena vida en Correos?
Desde 1976 hasta 2008. Se lo puede imaginar. 32 años y, como ya tenía diez cotizados en Barcelona, me pude jubilar a los 61 años. Pero no tenía prisa. Fui muy feliz en Correos. Tenía la oficina en mi propia casa. Había mucho trabajo pero yo estaba acostumbrado a trabajar duro. A los 14 años, ya trabajaba en la obra en Martorella. Ganaba 800 pesetas al mes. Después, cogía una linterna y me iba a entrenar.

Y fue ciclista profesional.
Sí. Corrí con Luis Ocaña. Bahamontes fue mi director y… ¿Quién me iba a decir que yo iba a llegar a un Tour de Francia o a una Vuelta a España? Veía a Gimondi, a Tevenet o a Eddy Merckx a mi lado. Y eso, para mí, que los había visto en televisión, era lo más de lo más. Al principio me parecía que iba con miedo a su lado.

Pero el miedo se cura.
La vida es así.  Va pasando y ahora se da uno cuenta de que el tiempo se va. Tengo 77 años y todavía tengo la sensación de que me falta tiempo.

¿Y para qué?
Para hacer cosas, para divertirme. A mis días siempre les faltan horas. No soy de estar en el bar jugando al dominó.  No valgo para estar encerrado en casa. Necesito ver el aire, pintar las paredes, caminar, correr y que me caigan gotas de agua en la cabeza.

¿De ciclista no fue suficiente?
Me dio mucho aire. Los días, que había aire, hacíamos abanicos. Pero eso ya fue hace mucho tiempo. Ahora necesito un aire más tranquilo, sin presión que me ayude a vivir la vida hasta que Dios decida cuando llamarme.

¿Pudo dar más de ciclista?
Creo que sí.  Me faltó tiempo. Hubiese necesitado otros cinco años. Pero de profesional, aún siendo un ciclista del montón, llegué a ganar carreras. Y eso, sea la carrera que sea, no tiene precio. Conocí esa sensación de ganar, de pasar la línea de meta y levantar los brazos. ¿Qué pude dar más de sí? Siempre se puede dar más de sí.

Hizo dinero en el ciclismo
En aquellos años sólo se ganaba para ir tirando. El deporte cambió cuando yo me fui. En mi época ganábamos como un trabajador normal. Quizás con los premios sacabas algo más que a mí sí me dio para comprarme un piso de tres habitaciones en Martorella. Pero yo sabía ahorrar y guardar el dinero porque costaba mucho esfuerzo.

Su hermano Pedro sí fue un líder
Yo mismo tiraba de él. Le ayudé a ganar el premio de la montaña en el Tour de Francia. Pero es que él tenía un valor añadido en la montaña. Sabía saltar a falta de 500 o 600 metros y casi todo lo que se proponía lo lograba. Del hotel salíamos con las ideas claras. Cada uno sabía lo que hacer.

¿Qué ha hecho usted hoy?
He ido a por pan para desayunar. Después a Mercadona a comprar unas cosas para la comida. Y luego ya no he salido porque hoy no para de llover. Si no me hubiese ido a disfrutar de la brisa de la playa y a que se me hinchan los pulmones. Luego, me basta con unos pescaditos y una cerveza, solo una.

Le envidio.
Pero bastante me costó llegar hasta aquí. No lo olvidaré nunca. Desde los 14 hasta los 61 años no dejé de trabajar. Todavía recuerdo cuando iba a entrenar con la linterna o iba a las carreras a ganar por 500 pesetas arrastrando desarrollos muy fuertes. Los de hoy no se los imaginarían.

 

 

 

 


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