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"Usted a mí no me engaña"

LBDC tiene acceso a María José Martínez Patiño, una de los miembros del TAS, ese Tribunal que nos da tanto miedo porque se encarga de diferenciar entre inocentes y culpables de dopaje.

No será fácil resumir esta última conversación que tuve con ella.  Pero, como ella misma dijo, “no hay nada fácil en la vida que merezca la pena”. Por lo tanto, en una primera cosa estamos de acuerdo, en el riesgo está la virtud, y hasta nos une algo más valioso: la palabra, capaz de reducir distancias entre un ignorante en la ciencia como yo y una experta como ella. De todos modos, no voy a profundizar ahora en su currículum porque para hacerlo debería viajar por las universidades de medio mundo, donde la Prof. Dra. María José Martínez Patiño imparte conferencias en las que siempre pone de ejemplo el deporte, porque “en el deporte el que es mediocre tiene que buscarse otro camino. Sin embargo, en la política o en la empresa hay gente muy mediocre trabajando, sin ningún problema de conciencia para vivir del cuento”. 

Por eso en esta conversación abro de veras los oídos para escuchar a una mujer que pudo ser una de las referencias de la España de los ochenta. Juzgada y condenada por el atletismo mundial, acusada de tener cromosomas propios del sexo masculino, prefirió entonces la lucha en vez del exilio. Quizás por eso hoy, treinta años después, su currículum es una pieza de museo, capaz de encerrar algo más importante que el amor propio: la sabiduría para ganar partidos que parecían perdidos o la jerarquía para  ser una de las integrantes de la Comisión Médica del Comité Olímpico Internacional y una de las asesoras del TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo), donde se juzgan casos que pueden recordar al suyo y que, de hecho, se lo recuerdan. “Tengo mucho respeto a la memoria”, admite hoy Patiño desde una posición distinta, desde la que no le queda más remedio que diferenciar entre inocentes y culpables en las que el término medio no siempre encuentra domicilio. “Pero el deporte debe tener siempre esa capacidad para perdonar a todo el mundo. No vale la pena vivir sin segundas oportunidades”.

En realidad, esta vez he llegado a Patiño como si tuviese la oportunidad de hablar con uno de esos jueces con los que nunca puedes hablar. “Si doparse te garantiza un récord, si esa pastilla te diera un récord del mundo, hay que entender que hay quien acepte doparse. ¿Quién no sueña con ese minuto de gloria? Pero la conciencia está en valorar si compensa porque luego igual vas a tener que devolver ese minuto de gloria y vas a estar difamado el resto de tu vida”. Por eso Patiño explica que haya decisiones en el TAS que tarden diez o doce meses. “Porque todo el mundo defiende su razón. A veces, la línea que separa lo razonable de lo que no lo es resulta muy fina.  No se trata de establecer el precio de un electrodoméstico, sino de tomar una decisión que puede cambiar la vida de un atleta”.

“Sólo he defendido justicia, la confidencialidad del deportista y una frase que hoy en día se puede decir hasta a los atletas populares: ‘usted a mí no me engaña'”

La clave es pelear, como ella dice. “Todos los atletas del mundo tienen derecho a defenderse”. Y entonces Patiño pudo ser una pionera en su época lo que le ha llevado hoy “a impartir docencia en los cinco continentes”, en los que se dio cuenta de que “hay países que utilizan el engaño como moneda de cambio”. Pero ella intenta no ser así: “Nunca he defendido nombres y apellidos. Sólo he defendido justicia, la confidencialidad del deportista y una frase que hoy en día se puede decir hasta a los atletas populares: ‘usted a mí no me engaña’, porque no todos somos honestos. No es tan fácil ser honestos”, matiza.

Pero ni siquiera Patiño, como integrante del TAS, se asusta ante esa manera de vivir. “Nunca llueve a gusto de todos y hasta te puedes preguntar si existe la auténtica justicia. Llevo 17 años en la universidad y nunca he dejado de hacerme esa pregunta”. De ahí quizás el valor de esta conversación con Patiño en la que ya no se trata de volver al pasado o de explicar que en algún lugar de la tierra debe existir un mundo perfecto. Por eso lo que intento, a través de ella, es ponerme en la piel de esos personajes de los Tribunales que imaginamos lejanos y  desconocidos como los guionistas que hacen y deshacen en las películas, capaces de matarnos de pena o de emoción. Y en ese viaje he entendido que la Dra.María José Martínez Patiño representa un genuino personaje porque hoy juzga a atletas que se sienten en una situación parecida a la que se sintió ella hace treinta años.  De ahí que hasta me atreviese a preguntarle si alguna vez le movió esa cosa tan humana que es el ánimo de revancha.

“Tuve momentos en los que quería cerrar los ojos y no despertar pero enseguida me decía a mí misma, ‘María José, tienes que plantar cara’”

Pero entonces Patiño no dio una lección, “porque aquí no estamos para dar lecciones a nadie”. Y, si acaso, se le ocurrió decir que  “si no aprendes a enfrentarte a tus miedos nunca estarás en puestos de privilegio en la sociedad”. Y eso no es fácil, pero ella, que estuvo desahuciada, es una prueba de que se puede lograr lo que es lo mismo que decir que la vida concede segundas oportunidades. “Otra cosa es que existan Tribunales encargados de recordar que las leyes son iguales para todos”, insiste. “Y cuando hay dinero en juego como lo hay en el atletismo, donde no se paga lo mismo ser primero que tercero, deben cumplirse”. Por eso Patiño siente el mismo compromiso que puede sentir cuando da clase en la Universidad de Vigo en el Campus de Pontevedra.

“Nunca dejaré de creer en la justicia aun admitiendo que yo misma, como asesora del TAS, pueda equivocarme. Yo asumo esa posibilidad. Nosotros asumimos esa posibilidad porque sabemos que existe. Pero para reducir el margen de error cada caso se analiza de forma exhaustiva. Se invierten las horas que hagan falta y no se olvida jamás que un error nuestro tiene unas consecuencias descomunales”, explica ella misma, la mujer que supo vencer al error, reinventarse a tiempo y hasta reconocer que “el inconformismo es necesario”, sea delante de un alumno, de un periodista o del empleado de una de esas empresas que han reconocido en ella un valor seguro. Quizá porque allí nunca deja de recordar que “la salvación de nuestra sociedad está en el deporte”.

@AlfredoVaronaA 


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