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El abrazo perfecto

Foto @sportmedia
Irene Sánchez Escribano-Antonio Serrano. Parece una fotografía más, pero no hagan caso. Esta foto  lo demuestra todo: sentencia el éxito y la cantidad de páginas en blanco que hay que rellenar para llegar a su lado. Hasta una licenciatura en Medicina.

La foto es ésa, la fotografía, la que sentencia el éxito, la que demuestra que la pasión no es ninguna ruina. La que une al viejo entrenador como si fuese Paul McCartney con ella, la joven, la atleta, Irene Sánchez Escribano, licenciada en Medicina a los 25 años que en ese momento, en esa foto, acababa de lograr la mínima para los 3.000 obstáculos del Mundial de Londres de este verano. Parece tan fácil pero es tan difícil que antes de que cayese la madrugada Tomás, el padre de Irene, ya había vuelto a llamar a Antonio Serrano, el viejo entrenador, con esas gafas que le ayudan a fiscalizarlo todo y esas arrugas que demuestran lo vivido, para decirle lo que le dice siempre que Irene hace algo grande: “Me has hecho el hombre más feliz del mundo”. Y Antonio, el viejo Paul McCartney, volvió a escanear su expediente, “me encanta hacer a la gente feliz”, como le dijo la primera vez, nada más proclamarse ella, Irene Sánchez Escribano, campeona de España de 3.000 obstáculos en Castellón. Teníamos, tenían ellos, dos años menos, y parece que fue ayer. Pero no es verdad: el tiempo no se para ante nadie.


“Fue una chica de palabra. Teníamos ese trato. Me prometió que cuando terminase Medicina se tomaría el año libre para entrenar”. explica el entrenador. 

Hoy, me doy cuenta de que no hay ninguna forma de relatar esta historia sin ser felices. Lo noto nada más llamar al entrenador, a ese viejo Paul McCartney, al que a las 9,30 de la mañana de un lunes localizo en la pista del INEF con los dedos pegados al cronómetro. “Irene es una cabezota inteligente”, explica. “No es la que mejor entrena pero sí puede ser la que mejor compite”. El padre está en Toledo, libre de cargas esta mañana. Hizo turno de noche. Trabaja de funcionario de prisiones desde los 20 años lo que no fue una mala idea. Siempre tuvo tiempo para dedicarle a Irene y a Clara, la hermana menor, “que es vallista y que, salvo estos últimos cuatro meses en los que ha estado en Budapest con una beca Erasmus, vive con nosotros en Toledo”.

Irene, sin embargo, marchó a los 18 años a Madrid, donde ahora está instalada en la residencia Blume. Su cabeza y sus pìernas se han puesto de acuerdo para llegar al fin del mundo. “Fue una chica de palabra”, explica el entrenador. “Teníamos ese trato. Me prometió que cuando terminase Medicina se tomaría el año libre para entrenar”. Así ha sido y el resultado ha sido inmenso en los libros de contabilidad. “Ha pasado de 9’55” a 9`40″ en los 3.000 obstáculos”. Y el reflejo está en su padre Tomás, un hombre emotivo que ya ha comprado los billetes de avión y las entradas para toda la familia para el Mundial de Londres y nadie en casa se lo ha reprochado. “Porque el salto de calidad que ha dado Irene este año ha sido inmenso”. Y entonces vuelve a dejarle la palabra a Antonio Serrano, adicto al desafío desde la primera vez que se miró al espejo. “Pero esta vez estaba claro.  Una vez liberada de los estudios y de los exámenes, ha sido otra historia. He podido meterla entrenamientos más fuertes”.


 “Han sido mis hijas las que me han educado a mí, las que me permitieron entender lo que significa correr o hacerlo por mí mismo” afirma su padre.

Así que la felicidad no es una casualidad por mucho que el padre no deje de repetir que “esto es increíble…”  Y ella, ¿qué diría ella? Pero esta vez el secreto no es hablar con ella, sino hablar de ella, de la gran cabezota, según ese viejo Paul McCartney que establece el libro de instrucciones, incapaz de vivir sin soñar. “Hay que intentar dar la razón a los sueños”, dice hoy, afiliado a los datos de los entrenamientos que forman parte de este despacho de abogados: “Irene ha llegado a hacer este año 4×1.000 con 2’00” de pausa entre 3’00” y 3’02” cuando el año pasado la media era de 3’10”, la diferencia es brutal”. Porque, aunque sea obstaculista, “el secreto no es trabajar los obstáculos, sino trabajar en liso. Yo tengo demostrado que cuanto más se corre en liso más se corre en obstáculos. ¿Por qué? Está en mí. He viajado, he preguntado, he estudiado y, sobre todo, lo he comprobado por mí mismo en atletas como Irene que tiene una estatura y que sabemos que los pasa bien. No debemos arriesgar. Los obstáculos siempre dejan molestias en el tobillo, en la rodilla, en la cadera…”

Foto: Sportmedia

Pero hoy no es día para hablar de dolores. La foto, esa fotografía que nos acompaña, no nos perdonaría, porque ¿cuánto cuesta una fotografía como ésa? Una pregunta que hoy forma parte del diccionario del padre en Toledo. “Fue en el año 2000 cuando yo empecé a llevarla a la pista porque un profesor de Educación Física, José Luis Carbonell, el mismo que había descubierto a Roberto Parra en Socuéllamos y que había pedido el traslado a Toledo, me dijo: ‘esta chica tiene algo especial para correr’. Y empecé a llevarla a la pista. Y yo, que hasta entonces era un fumador empedernido, me di cuenta de que existe otro mundo y otra vida”. Hoy, a los 52 años, localiza la rareza. “Han sido mis hijas las que me han educado a mí, las que me pemitieron entender lo que significa correr o hacerlo por mí mismo”, añade  ahora como presidente del Club de Atletismo de San Idefonso, donde la ilusión respira por él.

Pero esto es la vida o las cosas de la vida como dice el entrenador. La paciencia que no se negocia y la alegría que siempre es un deseo y que hoy brilla en los ojos y en la dentadura de Irene en esa fotografía, que refleja el abrazo perfecto. Y no importa que al entrenador sólo se le vea de perfil, porque tiene que ser así. En realidad, los entrenadores, como los padres, sobran en el corazón de las fotografías. Y quizá por eso Tomás se refugia en las palabras desde su casa en Toledo, en la Avenida de Europa, al lado del Parque de las Tres Culturas. Y si fuese por él se tiraría hablando toda la mañana de su hija, Irene Sánchez Escribano, vida y milagros de una muchacha, que hoy nos hizo más valientes y hasta nos atrevimos a explicar antes de hablar con ella. Pero lo contrario de vivir es no arriesgarse como si fuésemos Paul McCartney.

@AlfredoVaronaA 


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1 COMENTARIO

  1. Juraría que el redactor estaba escuchando un cd. Quizá de Paul McCartney? Compara al entrenador con el músico hasta 5 veces. Eso es un escritor cargado de recursos.

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