Más pena que gloria
Una atmósfera extraña envuelve el universo barcelonista durante estos últimos días. La falta de títulos importantes esta temporada ha dejado al socio en una sensación latente de malestar frente a la directiva. Aunque en algún caso es algo más que latente, porque hay quien ha decidido poner una moción de censura a la directiva por entender que el club vive, según palabras del propio promotor, uno de sus peores momentos, sobre todo por el pacto vergonzante con la Fiscalía por el caso Neymar, y por la desenterrada indignación por la relación del club con Qatar. Por si una moción de censura fuera poco, la Audiencia de Barcelona exoneró hace unos días a Joan Laporta de la Acción de Responsabilidad que le interpuso la junta directiva, entonces presidida por Sandro Rosell, actualmente en prisión preventiva, y retirada por los compromisarios en diciembre de 2016.
Sigo con interés las especulaciones en los medios acerca de lo que se podrá fichar o no esta temporada. La mayoría de los periodistas opinan algo cabizbajos que no hay dinero para tanto cartel. Ya se sabe que ahora es tiempo de nombres, muchos ilusionantes, cosa que es de agradecer, aunque luego la realidad sea otra. Según los expertos, ficharemos caro y venderemos barato. Cosa que en el Madrid no ocurre.
También he observado cierta desazón después de la celebración de los 25 años de Wembley. La iniciativa era buena; el resultado decepcionante. Según un periodista amigo, el Barça es más un club de abonados que de socios participantes, y si lo pensamos bien, algo de razón tiene. Hace poco compartí mantel, entre otros, con dos directivos del club. Me parecieron muy prudentes a la hora de hablar de fichajes, comprensible; pero su prudencia me pareció que destilaba cierto temor a decepcionar, y eso, aunque también comprensible, no es tranquilizador.
Acabo este paseo por el desaliento, queriendo corroborar lo que escribió hace unos días Albert Masnou, subdirector de este diario, lamentando que ninguna directiva hiciera posible un encuentro formal entre Messi y Johan Cruyff, los dos grandes mitos de este club.
Un detalle irreparable que da más pena que gloria a nuestro querido Barça.
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