BARRA LIBRE
Los parásitos oficiales
La FIFA y la UEFA sangran al Barça y a sus canteranos cada vez que tienen la ocasión, ya sea en un Mundial, una Eurocopa, o en alguna de esas galas en las que el futbolista premiado es lo de menos porque lo importante es seguir llenando los bolsillos de dietas. Y, mientras eso ocurre, sus comisiones de no se sabe qué investigan a un club modélico que ha dado la vida a muchos niños a los que les esperaba la miseria o la oportunidad de convertirse en profesionales. Por un lado, te chupan la sangre y, por el otro, aprietan el cuello para que deje de regar. O lo uno o lo otro, pero hacerlo todo a la vez es obsceno. La FIFA debería preocuparse más de las formas que tiene de elegir sus sedes para sus citas futbolísticas que de complicarle la vida a decenas de chavales cuya única culpa es haber nacido a muchos kilómetros de Barcelona. Defenderse ante métodos tan autoritarios es siempre complicado, pero el Barça debe hacerlo hasta las últimas consecuencias.
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