El Girona se complica la vida en la Copa

Carles Rosell

Para seguir con vida en la Copa, el Girona necesitará un milagro y mejorar, muchísimo, la imagen que ofreció este jueves ante un Levante que se llevó la victoria por 0-2 de Montilivi. Los goles de Boateng y Doukure desarticularon a un equipo, el local, que volvió a pecar de una evidente falta de acierto. 

Había prometido minutos para los menos habituales Machín y no defraudó, con un once experimental plagado de caras nuevas. Carles Planas Marlos Moreno salían por primera vez de inicio, mientras que David Timor se estrenaba esta temporada una vez superada su lesión.

Empezó al ralentí el Girona, algo desubicado, impreciso y muy irregular. El balón le quemaba en los pies y eso lo aprovechaba el Levante para tenerlo todo bajo control. Incluso se animó con un centro peligroso de Toño que salvó Ramalho forzando un córner. Pero poco más.

Fueron entonces los rojiblancos cuando despertaron. Se dieron cuenta de que, para intentar hacer algo en la eliminatoria, lo mejor era marcar un gol. Lo buscaron, aunque sin demasiada insistencia. Un centro peligroso de Maffeo, un remate de cabeza desviado de Ramalho y un chut lejano a la grada de Granell fueron sus únicos argumentos. Más contundente fue el Levante, que se adelantó en el 39 con un buen contragolpe definido por Boateng y que tuvo el 0-2 a pies del africano, con gran intervención de Bounou para salvar a los de Montilivi.

Más contundente salió el Girona en el segundo tiempo y a punto estuvo de empatar bien pronto. En el 47, el excelente remate de Ramalho en el área lo rechazó Oier con una fantástica intervención. También apareció el portero poco después, con un cabezazo de Olunga demasiado centrado. Pero más clara fue, en el 58, la ocasión que desaprovechó Marlos, lanzando el balón cerca del poste.

Cuando mejor estaban los de Machín llegó el 0-2. En un córner muy mal defendido, Doukure entró con todo y envió el balón al fondo de la portería. La eliminatoria se ponía imposible. Con los tres cambios ya hechos y casi todo perdido, Borja lo intentó en el 83 con un potente chut de falta que rechazó Oier como pudo. No hubo tiempo para nada más.