OPINIÓN EXPRÉS

El fútbol gana al antifútbol

El Barça logró una victoria épica en un campo tan hostil como Mestalla

Luis Suárez, celebrando su gol, el segundo del FC Barcelona

Luis Suárez, celebrando su gol, el segundo del FC Barcelona / sport

Ernest Folch

El Barça venció con épica a un cóctel diabólico: un ambiente más hostil que nunca, un arbitraje permisivo y un juego del Valencia al límite de la violencia. Fueron tres factores que no se juntaron por casualidad, sino que se retroalimentaron perversamente. Undiano perdió el control del partido probablemente influido por un ambiente desmesurado y antideportivo, que fue más allá del rechazo habitual que ya provoca normalmente el Barça en Valencia.

La excesiva tensión inicial condicionó el partido y sobreexcitó a los jugadores valencianistas, que se emplearon con una contundencia inusual. Y lógicamente terminó mal: Iniesta terminó lesionado, en una acción muy dura por mucho que hubiera el balón por el medio. La tensión dejó el Barça descontrolado y el partido en zona de nadie, en una ida y vuelta enloquecida, y prueba de ello son las dos remontadas que hubo dentro del mismo choque, del 0 a 1 al 2 a 1 y del 2 a 1 al 2 a 3.

Una vez más, cuando parecía KO y se paseaba al borde del precipicio, el Barça exhibió las virtudes proverbiales de Luis Enrique: garra, fe en si mismo, autoestima, capacidad de lucha y sobre todo orgullo. Pero como en el fútbol no basta con tener carácter, ahí estaba Messi, un partido más, un gol más, para certificar que el talento sigue siendo el factor descisivo: una arrancada suya de la nada, donde no había ni siquiera peligro, provocó el penalty a Suárez y él mismo remató el trabajo, esta vez sí, con una pena máxima impecable.

La magia de Messi es que resuelve también los partidos enfangados donde hay que arremangarse, y ante el Valencia decidió ponerse el buzo y sumergirse en las aguas turbias de una tarde muy bronca para volver a salvar el Barça. Las grandes actuaciones de Leo sirven a veces para tapar deficiencias: el equipo tuvo una grave desconexión que le costó dos goles en solo seis minutos, algo que ya le ha sucedido demasiadas veces esta temporada.

Pero lo que no puede ni debe tapar otro recital suyo son los preocupantes incidentes de Mestalla: ambiente agresivo, tolerancia arbitral, entradas feas y para terminar el círculo vicioso, insultos, botellazos y dirigentes del Valencia quejándose… del árbitro! Por suerte Messi puso las cosas en su sitio, y el fútbol, su fútbol, terminó por vencer al antifútbol.