Con un ‘hachazo’ final increíble y empujando con una rampa eterna del 11%, Michael Woods se llevó, a sus 36 años, una de las etapas más duras del Tour de Francia. El ciclista canadiense lo bordó en el Puy de Dôme, un auténtico infierno ‘rompepiernas’. Y lo hizo superando a apenas 700 metros de meta a un Jorgenson que hacía relamerse a Movistar con su primer triunfo individual en un prueba ciclista gala en la que perdió a su líder, Enric Mas, en la primera etapa por una caída.
“Estoy orgulloso de mí mismo y de mi equipo. Ganar aquí es muy especial. Tengo 36 años, hago 37 en octubre… y no voy a rejuvenecer de repente. Mi gran objetivo deportivo era conseguir una victoria de etapa en el Tour de Francia y el tiempo se me agotaba. Me gustaría poder decir que esta victoria estaba perfectamente planeada pero, tal y como se planteó la carrera, lo cierto es que me tocó ser paciente: era el ciclista más vigilado y no podía dejarme llevar pensando en perseguir a Matteo Jorgenson y en que la victoria que se me estaba escapando”, dijo a meta el hombre más feliz del día.
Un atleta muy prometedor
La historia que tiene detrás es curiosa. Fue un prometedor atleta de 1.500 que terminó séptimo en un Mundial de cros sub’20, para que nos hagamos una idea del nivel que tenía. Con 17 años corrió los 1500 metros en 3:42 y se proclamó campeón de la distancia y en su categoría en los Juegos Panamericanos. Con 19, hizo 3:39.37; y 7:58.55 en 3.000 metros indoor. Marcas más que considerables.
Sus marcas personales son:
- 800: 1:51.22
- 1.500: 3:39.37
- Milla: 3:57.48
- 3.000: 7:52.27
- 5.000: 14:14.18
¿Por qué no siguió creciendo y triunfó? Por una lesión de tobillo que le fue mermando y que hizo imposible que pudiera evolucionar. Pisar el tartán se convirtió en un inferno. En 2011 se vio obligado a retirarse y decidió dedicar toda esa base sobre la bicicleta. Y mal no le ha ido…
