¿El VAR quiere impartir justicia o ser un cuarto oscuro?

Las nuevas salas del VAR con el logo de la RFEF

Las nuevas salas del VAR con el logo de la RFEF / EFE

Ernest Folch

Ernest Folch

El Barça fue gravemente perjudicado por dos interpretaciones arbitrales que, combinadas, provocaron la pérdida de dos puntos antes del clásico, en un momento trascendental del campeonato. Un primer agarrón mutuo entre Busquets y Diego Llorente derivó en un penalti más que discutible, pero que al menos establecía un criterio. El escándalo vino al final el partido, cuando Piqué fue agarrado por la camiseta, exactamente igual que en la acción de Busquets, pero esta vez ni el árbitro consultó al VAR ni, sobre todo, el VAR actuó de oficio. Porque puede suceder que el árbitro no viera el agarrón a Piqué, pero lo que es imposible de sostener es que desde la sala Gil Manzano no lo viera primero y no advirtiera después al árbitro. La jugada que le costará dos puntos muy valiosos al Barça tiene muchos elementos para ser analizada desde la sospecha: es totalmente incoherente con el criterio por el que se pita penalti en la primera acción, es diáfana y no está sujeta a interpretación y por encima de todo, cumple el requisito fundamental para actuar: un penalti dentro de área que el árbitro no ha visto. Por todo ello, y porque es imposible entender con qué criterio se actuó con la información que tenemos, es necesaria, ahora más que nunca, la transparencia: Hubo diálogo entre el árbitro y la sala del VAR? Si lo hubo, ¿qué se dijeron? Si no lo hubo, ¿por qué calló el VAR? ¿Cómo se visionaron las imágenes y con qué criterio? Si no se explican bien las cosas, darán la razón a los que piensan que el VAR es un cuarto oscuro desde el que se manejan arbitrariamente jugadas clave.

EL BARÇA, SIN POSESIÓN Y SIN CONTROL. El VAR oscureció un partido magnífico, de poder a poder, en el que los dos equipos se remontaron mutuamente y nunca pudieron imponerse del todo sobre su rival. Lo mejor del Barça fue la conexión Messi-Suárez y que Griezmann ha encontrado por fin su sitio, y desde su carril del centro-izquierda volvió a ser letal. La mala noticia, una vez más, fue la falta de control del equipo, descosido en el medio campo, y que se dejó empatar un partido que ya había remontado. Prueba del caos fue que perdió la posesión (45% contra 55% de la Real Sociedad) y desmintió esas teorías peregrinas que dicen que el Barça es mejor cuando no se preocupa de la posesión. Este sábado la Real le pasó por encima cuando le robó el balón.