"Correr me ha hecho más humano"

Campeón de todo, de Europa, del Mundo, premio Príncipe de Asturias... En el desmelene actual por el running, Martín Fiz es un contrapunto de cordura. Marcó un antes y un después en el maratón español.

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Carlos Galindo

¿Por qué se mete en este lío a los 53 años?

Porque no puedo dejar de correr. 

Y dígame, ¿qué sentido tiene que a su edad se haya marcado el reto de ganar las seis mejores maratones del mundo en la categoría de más de 50 años (Tokio, Boston, Londres, Berlín, Chicago y Nueva York)?

La idea surgió el año pasado. Corrí con unos amigos el maratón de Nueva York y gané en la categoría para mayores de 50 años. Me animaron a que siguiera intentándolo y en eso estoy. Por cierto, también fui el primero en Tokio. Ya solo me quedan cuatro carreras.

Pero...                                                                                                                                                                                               Déjeme que le diga una cosa; soy una persona vitalista que no ha perdido la ilusión por competir. Ya no se trata solo de participar, como estos últimos años. Necesitaba una nueva motivación y la he encontrado. Eso me da vida, me alimenta el espíritu... Me hace ser mejor.

Perdone la insistencia pero, ¿qué necesidad tiene de pegarse esa paliza usted, que lo ha ganado todo?

Lo hago por mí y también por los que vienen empujando desde atrás. Fui campeón de Europa de maratón en Helsinki 1994 y del mundo en Gotemburgo (Suecia) 1995. Quiero demostrar que, veintiún años después, tengo la misma ilusión que cuando corría para ser olímpico. 

¿Y no se cansa de entrenar, de someterse a la rutina que supone prepararse para una gran maratón?

Los últimos 40 años de mi vida los he dedicado a correr y le confesaré una cosa: tengo la misma ilusión que un chaval. Es verdad que mis articulaciones están muy castigadas pero donde no llegan las piernas lo hace la experiencia. El diablo sabe más por viejo que por diablo (se ríe). 

¿No le preocupa que los jóvenes le puedan ganar?

Es ley de vida. Los que se dedican a esto del running me pueden derrotar porque, físicamente, están más frescos. Además, hay gente que corre muy rápido y mi cuerpo está muy ‘cascado’ después de tantas carreras. Tras correr en Tokio tenía las piernas como vigas de duras. Ahora ya me encuentro mejor. Espero estar a punto para mi próxima carrera, en Boston. 

¿Qué le preocupa ahora mismo?

Lo de siempre, que no me aparezca el hombre del mazo –el temido muro–. Sé que el reto que he iniciado ya no depende de mis rivales sino únicamente de mí. Eso es lo que me apasiona del mundo de las carreras; ese duelo permanente con uno mismo. 

¿Cuántos kilómetros habrá recorrido a lo largo de su carrera deportiva?

¡Uff... Quién sabe! Desde luego, más de 300.000. Tengo todos los cuadernillos con mis planes de entrenamiento desde que empecé. Pero no se vaya a pensar que soy un freaky. Ahora ya salgo a correr sin más. El método se quedó atrás. 

¿No teme que su cuerpo le pase factura?

Es algo que me puede ocurrir, sí. Psicológicamente estoy como un chaval con zapatos nuevos pero el cuerpo.... (respira profundamente). Veremos si aguanta; espero que me respete. En todo caso, trato de demostrar que hay vida después del atletismo de alta competición. 

Correr se ha convertido en algo muy especial en la sociedad española...                                                                                                   Sí, porque como ya sucede en otros países, mucha gente se ha lanzado al asfalto por distintos motivos, como son el cáncer, las enfermedades raras, proyectos solidarios... Le diré una cosa, el 90% de los participantes en la pasada Maratón de Barcelona ni siquiera sabían el nombre del vencedor. Sencillamente, compitieron por una causa personal. El atletismo es muy duro por lo que tiene de lucha contra el crono. A mí, correr me ha hecho más humano.

¿Qué ha cambiado en su vida?

Antes, correr era mi profesión. Solo pensaba en la victoria. Ahora, en cambio, es un placer. Si ganar las seis ‘Majors’ se convirtiera en una obsesión, abandonaría el proyecto. Los nervios los dejo para quienes se han de clasificar para los Juegos.Ya he sufrido bastante...