Adiós al mito

Jan Zelezny significa en checo Juan de Acero. El nombre no puede ser más apropiado para quien ha dominado durante años el lanzamiento de jabalina

La historia le recordará como uno de los grandes iconos de este deporte. Jan Zelezny ya forma parte del libro de oro que incluye a quienes hacen grande al atletismo. En un tiempo futuro, cuando se hable del lanzamiento de jabalina, será inevitable referirse a Matti Järvinen, Janis Lusis, Steve Backley y, por supuesto, al checo. Tras 20 años de brillante trayectoria deportiva, Zelezny, plusmarquista mundial de esta especialidad (98,48 metros), puso fin a su carrera el pasado martes muy cerca de Praga. Lanzó unos discretos -para él- 82,19 metros en un meeting realizado en su ciudad natal, Mlada Boleslav. El atleta tenía pensado participar este próximo fin de semana en una reunión en Yokohama (Japón) pero una lesión en el Talón de Aquiles le obligó a modificar sus planes.

Todo en Jan Zelezny es especial. Su talante, su manera de afrontar la competición, su parsimonia, sus movimientos armónicos y equilibrados que remata con un golpe de brazo que suena a chasquido seco o, mejor aún, a latigazo. El checo, campeón olímpico en tres ocasiones (Barcelona'92, Atlanta'96 y Sydney 2000) y otras tantas del Mundo (Stutgart'93, Göteborg'95 y Edmonton'01) -curiosamente, nunca ganó en un Europeo aunque fue dos veces medallista de bronce, la última de ellas, el pasado verano en Suecia- explicó tras poner el broche de oro a su carrera deportiva: "Di mis primeros pasos en Mlada Boleslay y me siento completamente feliz por terminar aquí". A partir de ahora, se dedicará a entrenar a atletas juveniles en su club de toda la vida, el Dukla de Praga, el equipo del ejército del que también forman parte las otras dos glorias nacionales, Tomas Dvorak y Roman Sebrle -pasó a la reserva como coronel-.

Jan nació el 16 de junio de 1966 en Mlada Boleslav, la misma ciudad que dio origen a los coches de la firma Skoda. Sus padres lanzaban jabalina. Su padre Jaroslaw acreditó una marca de 68,46 metros en el año 1969 mientras que su madre, Jana, acreditó 43,23 en 1959 -récord juvenil de la extinta Checoslovaquia-. Zelezny fue un bebé prematuro que nació dos meses antes de lo previsto. Muy pronto se convirtió en un muchacho que destacaba por su fortaleza física. Sus primeros contactos con el deporte se produjeron con el fútbol, después llegó el hockey sobre hielo y más tarde, el balonmano. Un día envió al portero del equipo rival al hospital de un balonazo y fue entonces cuando el entrenador le invitó a probar fortuna en el lanzamiento de jabalina. Rápidamente se hizo con un espacio propio en esta compleja disciplina que aúna fuerza, técnica y rapidez. Tenía 15 años cuando probó con el dardo. Con 17 ya lanzó hasta 73,34 y al año siguiente, superó la barrera de los 80 metros.

Zelezny fue un virtuoso de la técnica. Eso le permitió bregarse con los mejores especialistas del mundo siendo un atleta de mediana constitución. Con sus 1,86 metros de estatura y apenas 88 kg de peso pudo lidiar ante gigantes de 2,00 metros de altura y más de 100 kilos. No hay demasiada información acerca de su sistema de entrenamiento puesto que siempre se ha ejercitado en solitario, alejado de la mirada de los demás a excepción de su entrenador, Jan Pospisil. Ello le ha llevado a ser conocido entre sus rivales como 'el lanzador misterioso'.

Por contra, su peor enemigo han sido las lesiones, que no le han respetado. En 1998 sufrió un gravísimo percance que le destrozó la espalda y los médicos vaticinaron que nunca más podría volver a lanzar. Con la clavícula hecha añicos pasó por el quirófano inmediatamente y no tocó una jabalina durante un año entero. Los galenos se equivocaron. La tenacidad de Jan no conoce límites. Aseguran quienes le conocen que se entrenó hasta llorar de dolor. Volvió a lanzar... y volvió a subir al podio. Su único fracaso fue éste: la velocidad de su brazo no pudo reconvertirle en 'pitcher' de los Atlanta Braves, para los que se sometió a una prueba en 1996.