Romario, 30 años del fichaje que marcó a una generación

17. Cola de vaca de Romario a Alkorta

17. Cola de vaca de Romario a Alkorta / sport

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Los que vieron el debut de Romario ante la Real Sociedad todavía no lo han olvidado. Aquello fue una cosa única, una exhibición de talento emocionante. Los que tuvieron la suerte de presenciar sus tres goles, cada uno más insospechado, supieron en aquel mismo instante que estaban delante del comienzo de algo especial. Aquel brasileño jugaba a fútbol, pero en sus pies no parecía el mismo deporte. 

En sus goles había una voluntad artística -definitivamente verlo era una experiencia estética- y fuera del campo también detestaba lo convencional. Una vez le preguntaron por qué apenas salía de casa durante su etapa en Eindhoven y hacía todo lo contrario en Barcelona. Romario contestó a su manera: "Cuando estaba en Holanda lo que había dentro de mi cama era más interesante que lo que veía por la ventana". 

El día de Romario sin balón empezaba antes de cenar. Después de entrenar la siesta se alargaba hasta las 20.00. Luego se aseaba, comía y desconectaba del fútbol toda la madrugada. Nunca escondió su naturaleza egoísta: no estaba dispuesto a renunciar a salir de noche ni le preocupaban lo que pensaban de él sus compañeros. Solo Dios podía juzgarlo -decía- y Romario se veía a sí mismo como el Dios del fútbol.

Muchas mañanas aparecía en los entrenamientos sentado, en una pequeña sombra, "cansado", como solía decir, y también "mareado" tras otra noche interminable en Sitges. Todo el mundo lo sabía, también Cruyff, que aceptó los peajes de Romario mientras respondió en el campo. Y eso ocurrió muy a menudo en su primera temporada en el Barça. 

Romario revolucionó el 'Dream Team'. Cruyff renunció a la figura del falso nueve, que tan bien había interpretado Laudrup, y se puso en manos de un ariete. Pero Romario no era un ariete clásico. Es verdad que le interesaba más el gol que el juego, pero es que no ha habido otro igual en el área en la historia. Romario prometió 30 goles y cumplió con su promesa. Lo hizo dejando acciones que nadie ha logrado repetir. La cola de vaca a Alkorta, la vaselina de El Sadar, el control orientado con el pecho ante la Real Sociedad... uno no recuerda a nadie tan frío en el área, tan delicado en el remate, pero sobre todo tan imaginativo. Muchos intentaron descifrar su fútbol con adjetivos de brocha gorda, pero nadie supo definirlo con tanta lucidez como Valdano: "Es un jugador de dibujos animados".