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Tour de Francia 2023: recorrido, etapas y perfiles

Tour de Francia 2023

El recorrido del Tour de Francia 2023 se ha desvelado este mediodía en el Palais des Congrès de Paris, en una gala que ha servido de presentación tanto de la prueba masculina como de la femenina.

Desde el pasado enero ya se conocían las dos etapas iniciales de la primera de ellas. Hablamos de esa ilusionante Grand Départ vasca con un primer parcial con salida y llegada en Bilbao y una segunda jornada que unirá Vitoria con San Sebastián. Dos etapas con un número generoso de pequeñas subidas, aptas para los mejores puncheurs y clasicómanos y que prometen estar repletas de público: no hay más que ver cada año la Itzulia para darse cuenta que la vasca es una de las aficiones más apasionadas y fieles del mundo.

La tercera etapa sale de Amorebieta y entra en territorio francés, con un final en Bayona que se presume la primera oportunidad para los velocistas.

Al día siguiente, un recorrido bastante llano en la región de Armagnac. Una etapa que parece un guiño a Luis Ocaña, ganador del Tour de 1973, del que se conmemoran 50 años. Eso sí, el trazado no sería el que “el español de Mont-de-Marsan” hubiera elegido para sí mismo, mucho más adaptado a las altas cumbres.

Pirineos tempraneros

Sin más demora, la carrera se meterá en los Pirineos, sin mediar contrarreloj como se había rumoreado. Lo hará con un menú de dos platos. El primero, un final en Laruns tras Soudet y Marie-Blanque, en un trazado muy similar al de 2020 en el que ganó Pogacar pero se exhibió Hirschi.

El segundo, jornada para dos clásicos como Aspin y Tourmalet, aunque algo lejos de la meta en Cauterets-Cambasque.

Al día siguiente, sprint en una plaza emblemática para ello como es Burdeos. Y luego, un plan parecido pero en Limoges, con un final que la organización ha prometido aderezar con algo de picante.

Tras el recuerdo a Ocaña, el recuerdo a Poupou. Saint-Léonard-de-Noblat, el pueblo donde se casó, vivió toda su vida adulta y murió, acoge la salida. ¿Y la meta? Pues sí, la meta también lleva el nombre y la imagen de Poulidor grabada en ella: ni más ni menos que el Puy de Dôme, el volcán al que no se subía desde 1988.

Una vez efectuada la primera jornada de descanso, aguardan unas cuantas etapas de transición. A Issoire debería triunfar una fuga; Moulins acoger nuevo enfrentamiento entre velocistas; y la llegada a Belleville, en plena zona vinícola del Beaujolais, también debe estar marcada desde ya en las agendas de los cazaetapas de más pedigrí.

Unos Alpes generosos

A partir de aquí, terreno para escaladores y, por si no lo han advertido, aún no se ha disputado ninguna contrarreloj. De primeras, una etapa corta de un solo puerto con final en el Grand Colombier, una subida larga, dura e irregular que, por lo que sea, en el Tour nunca ha deparado un gran espectáculo. Será la víspera de otra jornada de kilometraje contenido camino de Morzine.

Esta vez, más cargada de subidas intermedias, entre ellas Ramaz y Joux Plane justo antes del descenso hacia meta. Al día siguiente, final en alto en Le Bettex, cerca del Mont Blanc, tras un buen puñado de puertos pero sin ningún coloso que mencionar.

Y llegamos a la última semana y de buenas a primeras nos topamos con la única contrarreloj del recorrido.

Sí, seguimos en el corazón de los Alpes, y aunque no se trata de una cronoescalada dista mucho de ser un trazado llano. Solamente 22 kilómetros que incluyen un par de subidas cortas, la segunda de ellas la emblemática côte de Domancy (2’5km al 9’4%), núcleo del célebre mundial de Sallanches en el que Hinault perpetró una de sus mayores exhibiciones.

Al día siguiente, con las piernas cansadas, y eso tal vez es una de las mejores noticias del recorrido, la etapa reina. Saisies, Cormet de Roseland, Longefoy y el larguísimo Col de la Loze, esta vez vía Courchevel-Le Praz.

Será coronar a 2304 metros y bajar unos pocos kilómetros hasta el altipuerto de Courchevel. Quien salga de aquí de líder tendrá bastantes números de llegar victorioso a los Campos Elíseos. Quedarán solamente cuatro días y tres de ellos hay que cubrirlos con sendas etapas llanas o, a lo sumo, de transición.

Última oportunidad en los Vosgos

Pero ojo con la que se propone la víspera de París: un serrucho por los Vosgos como última ocasión para dar un vuelco a las jerarquías establecidas. Una etapa corta pero repleta de puertos de dureza media y un combo final que puede resultar rompedor: Petit Ballon (9’3km al 8’1%) y Platzerwasel (7’1km al 8’4%) se encadenan perfectamente antes de unos últimos kilómetros que crestean hasta meta. Una etapa que, un poco a modo de las jornadas de clausura de las últimas Itzulias, sin ser de alta montaña tiene el potencial de provocar grandes diferencias.

Las valoraciones que se pueden sacar de un recorrido así son múltiples. Pero llama la atención la escasez y tardanza de la contrarreloj, tras unos últimos años en los que había remontado levemente la presencia de la especialidad.

Cabe preguntarse, teniendo en cuenta el discurrir y los protagonistas del último Tour, ¿qué ha llevado a la organización a minimizar el impacto de la contrarreloj? ¿Buscan que alguien más se pueda acercar a Vingegaard y Pogacar? ¿No sería eso buscar igualar por abajo? Aun con estas consideraciones al margen, este planteamiento parece un poco arriesgado si se pretende acción durante las dos primeras semanas: sin contrarreloj, sin etapa de adoquines, sin etapas llanas con riesgo alto de viento, ¿cómo se abrirán las diferencias que empujan a los ciclistas a atacar para recuperar el tiempo perdido? La respuesta, una vez el terreno de juego está dispuesto, la tienen los protagonistas de este deporte. Y en ellos confiamos.

Un Tour femenino con Tourmalet y contrarreloj final

En lo que se refiere al Tour de France Femmes avec Zwift, se mantiene el número de ocho etapas y la fecha de inicio situada en la misma jornada de cierre de la prueba masculina. Esta vez no se partirá de Paris hacia el este, sino de Clermont-Ferrand y hacia el sur. El macizo central al empezar y los Pirineos en su recta final determinarán la ganadora de la edición de 2023.

Las seis primeras etapas no presentan muchas dificultades, aunque distan de ser llanas del todo: sobresale la cuarta, con unos generosos 177 kilómetros y un perfil quebrado camino de Rodez.

La séptima es la etapa de montaña, con paso por el Aspin y final en lo alto del Tourmalet por la vertiente de La Mongie.

Pau acoge el parcial final, una contrarreloj de 22 kilómetros que incluyen algún repecho. Un recorrido con puntos de interés pero que queda un tanto reducido a las dos jornadas finales como episodios decisivos, configurando un guión a priori demasiado previsible.

Más allá del recorrido, entre las novedades que presentará esta próxima edición se halla la ampliación de seis a siete corredoras por equipo. En cuanto a la cobertura televisiva, tras los buenos números de 2022, se aumenta a dos horas y media de directo por día.

 


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