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El multimillonario judío que lidera el Israel Start-Up Nation y quiere ‘reinar’ en el deporte mundial

Adams, alma mater del Start-up Nation / EFE

Sylvain Adams. Multimillonario del sector inmobiliario. Impulsa la diplomacia deportiva para cambiar la percepción internacional de Israel. El Giro, la Supercopa de Francia, un Argentina-Uruguay… ¿Y el Mundial 2030? EFE lo cuenta desde Jerusalén. Israel, en general asociado con el conflicto con los palestinos, aprovecha cualquier oportunidad para mejorar su imagen, algo que en los últimos años extendió con fuerza hacia el deporte con la organización de grandes eventos, que hasta podrían incluir el Mundial 2030 junto a nuevos socios regionales.

“Fue un placer conocerlo y escuchar su idea de que Israel sea anfitrión del Mundial de FIFA en 2030, junto con nuestros vecinos árabes”, escribió a finales de octubre en su cuenta de Twitter el primer ministro israelí, Naftali Benet. El mensaje iba acompañado de una foto con un balón, una bandera israelí y el presidente de la FIFA, Gianni Infantino. La idea, sin embargo, no habría sido de Infantino sino del multimillonario israelí Sylvan Adams, el principal impulsor de lo que él mismo define como “diplomacia deportiva” y que, en diálogo con Efe, describe como una herramienta importante tanto para cambiar la percepción internacional de Israel como para construir lazos con países que lo consideran un enemigo.

La notoriedad que logró gracias a sus incesantes inyecciones de dinero sumadas a sus gestiones para que atletas israelíes compitieran en países árabes que históricamente les habían cerrado las puertas, le valieron un asiento en la Casa Blanca durante la histórica firma de los Acuerdos de Abraham, en la que Israel estableció lazos diplomáticos con Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Baréin, y a los que más tarde su sumaría Marruecos. De ahí surgió su propuesta de organizar el Mundial de 2030 junto con Egipto, EAU y Arabia Saudí -país con el que el Estado Judío no tiene relaciones diplomáticas-, una idea para algunos disparatada pero que dice fue recibida con entusiasmo por el presidente de la FIFA.

Esta es la última de una serie de iniciativas lideradas por este filántropo de origen canadiense y autoproclamado “embajador itinerante” de Israel, y que comenzaron con la acogida de tres etapas del prestigioso Giro de Italia en 2018, con motivo del 70 aniversario de la creación del Estado. La organización de aquella competición, para la que Adams contribuyó con más de 15 millones de dólares, permitió a Israel llegar a un estimado de mil millones de personas en todo el mundo con imágenes de los mejores ciclistas del momento recorriendo las características callejuelas de Jerusalén, el desierto del Néguev y las playas de Tel Aviv.

Ese mismo año, Israel fue anfitrión del Campeonato Europeo de Judo, seguido en 2019 por el Gran Premio de Judo, el Campeonato Europeo sub-20 de baloncesto masculino y la visita del Atlético de Madrid para enfrentarse con el Beitar de Jerusalén. El plato fuerte deportivo de ese año, sin embargo, fue un vibrante encuentro entre los seleccionados de fútbol de Argentina y Uruguay, que presentaron a sus principales figuras (incluidos Lionel Messi y Luis Suárez) y desviaron la atención de la feroz escalada de violencia que tuvo lugar los días previos entre el Ejército israelí y la Yihad Islámica Palestina.

Los casi 500 cohetes lanzados por esa milicia desde la Franja de Gaza tras el asesinato selectivo por parte de Israel de uno de sus líderes amenazaron con cancelar el encuentro y requirieron la implicación de oficiales del Ministerio de Exteriores y hasta del exfutbolista israelí Yossi Benayoun, quien formó parte de la ofensiva para convencer a argentinos y uruguayos de que se presentaran. A esta ofensiva se sumaron los más de cuatro millones de dólares invertidos en el encuentro por el socio de Adams, Daniel Benaim, a través de su empresa Comtec.

El año anterior, la misma empresa había firmado un contrato por tres millones de dólares con la Asociación del Fútbol Argentino para que su seleccionado se enfrentara al israelí previo al Mundial de Rusia. En aquella ocasión, sin embargo, las autoridades israelíes intentaron sacar provecho e invirtieron más de medio millón de dólares más para mover el partido de la ciudad de Haifa a Jerusalén, foco del conflicto con los palestinos, que pusieron el grito en el cielo y hasta se manifestaron en un entrenamiento de Argentina en Barcelona con camisetas manchadas de sangre.

La presión y hasta presuntas amenazas contra los jugadores y sus familias llevó eventualmente a la cancelación del encuentro y desencadenó un inconveniente diplomático, que incluyó conversaciones entre el entonces primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, con el ahora expresidente argentino, Mauricio Macri, para ejercer presión. Tras una interrupción en 2020 a causa de las restricciones por la pandemia, en 2021 Israel albergó la Supercopa de Francia entre París Saint Germain y Lille y el triatlón Ironman 70.3, a orillas del mar de Galilea, ambos con el aval y el apoyo del Gobierno.

Encuentro de leyendas

En julio del pasado año, además, el estadio Bloomfield de Tel Aviv acogió un encuentro entre leyendas del Barcelona y el Real Madrid, que contó con la presencia de estrellas como Deco, Luis Figo, Roberto Carlos y Ronaldinho, una cara conocida en Israel, país que ha visitado para más de un juego de exhibición, auspiciado por distintas empresas. “Para el Gobierno es más fácil dejar esto en manos de privados”, opina el analista Ouriel Daskal, que diferencia el caso israelí de estrategias como las de Catar o Emiratos, debido a los mayores mecanismos de control financiero y a la presión de la población para fomentar el deporte local en lugar de pagar millones a grandes estrellas con fines propagandísticos.

La estrategia israelí, explica, es que millonarios como Adams pongan el dinero, las autoridades contribuyan con apoyo logístico y, en menor medida, financiero, y luego el Estado recoja los frutos de la buena publicidad que ofrecen la retransmisión de estos eventos y las publicaciones positivas en redes sociales de miles y miles de atletas, que a esta altura ya son también influencers. Según Yoav Dubinsky, profesor israelí de la Universidad de Oregón especializado en la industria del deporte, la diplomacia deportiva es una de las herramientas de poder blando de Israel y consiste en un sistema complejo llevado a cabo en distintos niveles y por parte de diferentes actores.

Organizaciones no gubernamentales como el Centro Peres por la Paz y la Innovación -fundado por el legendario líder israelí Shimon Peres- realizan con frecuencia actividades deportivas con un mensaje de coexistencia entre judíos y árabes, con extensa difusión internacional y con socios de la talla del Fútbol Club Barcelona, el club inglés Chelsea y la propia UEFA. A nivel estatal, Dubisnky destaca además la celebración de los Juegos Macabeos, que cada cuatro años convocan a miles de deportistas judíos de todo el mundo y que dice “tienen el claro objetivo diplomático de conectar a la diáspora judía con el Estado de Israel, incentivar la inmigración de judíos y convertir a los participantes en embajadores no oficiales cuando regresen a sus respectivos países”.

Froome, abanderado

En la última edición de estas olimpiadas judías, celebrada en 2017, participaron 10.000 atletas de 85 países distintos y en 45 disciplinas, que compitieron en multitudinarios estadios y modernos centros deportivos en todo el país. Respecto a las iniciativas como las de Adams, dentro de las cuales resalta la creación del equipo profesional de ciclismo Israel Start-Up Nation (para el cual compite el multicampeón británico Chris Froome), Dubinsky advierte que la proyección de una imagen positiva del país en competencias internacionales ha generado también algunas reacciones negativas y ha sido descrita como “sports-washing”, o lavado de imagen a través del deporte.

Consultado por esta cuestión, Adams argumenta que todos los países tratan de mostrar su mejor cara de la manera que pueden y enfatiza que “quienes odian a Israel hacen mucho ruido” y que muchos tienen una percepción negativa del país debido a lo que considera una “cobertura mediática desproporcionada y enfocada principalmente en el conflicto”. “Cuando yo brindo una imagen diplomática positiva de Israel busco alcanzar a la gente de verdad, la mayoría silenciosa que no está interesada en la política” y no a “los odiadores que tratan de traer el conflicto a cualquier discusión”, explica, e insiste en la idea de mostrar “el Israel de verdad”.


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