La inminente retirada de Tom Dumoulin es solo un ejemplo más de un gran talento retirado del mercado antes de tiempo. Su cuerpo, su cabeza y su alma dicen basta. ¿Alguien se ha preguntado el por qué?
¿Cómo es posible que acabada de cumplir prácticamente la treintena un ciclista ganador de todo un Giro de Italia diga basta?
Dumoulin es el ejemplo más reciente, pero a su nombre se podría sumar una larga lista de talentosos y prometedores deportistas que colgaron la bicicleta antes de tiempo. Sin ir más lejos, el año pasado hizo lo propio el italiano Fabio Aru. Marcel Kittel es otro que siendo el mejor velocista de los últimos años también dijo que tenía suficiente con poco más de treinta. Muchos son los nombres que cayeron y muchos otros los que seguirán cayendo.
La sangría es continua. ¿Por qué? Esa es la famosa y dichosa pregunta. Pues es que esto no hay quien lo aguante. Es así de duro y contundente. El ciclismo actual, y si cabe diferenciado del de antes, es más exigente que nunca.
Las exigencias del ciclismo actual son altísimas, excesivas en determinados casos, por lo que los que las sufren decidan hacer un alto en el camino y poner punto y final a una ya dura y exigente carrera deportiva.
Pasar más de un tercio del año fuera de casa, estar constantemente lejos de la familia y tratar de llevar una vida familiar prácticamente imposible son algunos de los ejemplos más ilustrativos y claros de que algo no funciona en el sector.
Que una persona no pueda conciliar el trabajo con la vida familiar es un problema de dimensiones mayúsculas. ¿Por qué un trabajador “convencional” si tiene derecho a pasar meses con su hijo recién nacido y un ciclista profesional tiene que abandonarlo al poco de nacer para ir a correr una carrera en la otra parte del mundo?
Hemos construido un mundo familiarmente y socialmente injusto. Se vulneran constantemente los derechos de unos deportistas que, como cualquier otra persona, solo buscan cumplir sus obligaciones de trabajador.
La UCI debería empezar a establecer una regulación sobre el tema y es que la cosa ya viene de lejos. ¿Qué sentido tiene que un ciclista se juegue la vida bajando un puerto a 100km/h si luego no tiene las necesidades básicas cubiertas?
Por naturaleza el ser humano es sociable y familiar. ¿Qué tiene de malo que un ciclista quiera pasar más tiempo con su familia? ¿No es legítimo?
Pues Marcel Kittel y Tom Dumoulin lo han manifestado en sus respectivos comunicados. Sus prioridades han cambiado. Son otras y son las que la mayoría de nosotros hemos tenido o tenemos en algún momento de la vida. Cuidar de una familia, criar a unos hijos y por supuesto verlos crecer. ¿Qué sentido tiene tener hijos si no los puedes ver crecer? Tom Dumoulin lo deja no solo por la exigencia física a la que se somete su cuerpo, sino también por estar al lado de los suyos. Es algo lógico, legítimo y totalmente respetable.
¿Por qué un trabajador “convencional” si tiene derecho a pasar meses con su hijo recién nacido y un ciclista profesional tiene que abandonarlo al poco de nacer para ir a correr una carrera en la otra parte del mundo?
El cuerpo del ciclista, al igual que el del maratoniano o el corredor de 10.000 se lleva al limite. Un limite que en ocasiones se sobrepasa y que cómo nos declaró, no hace mucho, David De la Cruz, “El deporte de Élite no es salud”.
Estar 4 horas a 160 pulsaciones no es salud. Estar en un 6% de grasa corporal todo el año no es salud. Estar lejos de los tuyos tampoco es salud.
Son precisamente la suma de todos estos factores que llevan a los ciclistas a tomar dicha decisión. Una decisión muy dura y cuestionada que siempre debería ser legitima, respetada, y porque no, aplaudida. La salud física es fundamental pero también lo es la salud mental.
Estar cerca de los tuyos poderles contar como te sientes o simplemente sentir su calor humano cuando las cosas no van bien es salud mental.
Mientras el ciclismo no cambie ciertos parámetros seguirán apareciendo casos como los de Tom Dumoulin, Fabio Aru o Marcel Kittel. Talentos únicos que completamente quemados lo dejaron antes de tiempo. Cambiemos los factores y cambiaremos el resultado.
