Inicio Noticias “No sé si convertirme en funcionario fue una tranquilidad o una condena”

“No sé si convertirme en funcionario fue una tranquilidad o una condena”

El padre del ciclista del Movistar Antonio Pedrero también fue profesional durante cuatro años (1988-92) hasta que se le descubrió una enfermedad cardíaca.

Hoy, es un hombre de 58 años que en su momento opositó a funcionario. Corrió en Caja Rural, Teka y Puertas Mavisas. Fue un gregario y a los gregarios cuesta más recordarlos. Pero también merecen un recuerdo. Sobre todo él,  José Pedrero, al que la vida le pegó un estacazo a los 27 años. Los médicos le descubrieron una enfermedad cardíaca que le obligó a retirarse inmediatamente. Hoy me encuentro con un hombre, sobre todo, práctico.

Siendo ciclista le diagnosticaron una enfermedad en el corazón. 
Tenía 27 años. Fue en una revisión rutinaria. El cardiólogo encontró una insuficiencia en una válvula.  Fue en el mes de diciembre, en pleno descanso, y me dijo que esto no podía seguir así. Con el tiempo lo agradeces. Pero en su momento fue muy doloroso. Me exigió un cambio de vida radical.

¿Qué notaba usted? 
A esos niveles no notaba gran cosa. Es verdad que me cansaba rápido. Pero no sabía si era fatiga o sobreentrenamiento hasta que se vio que la válvula no funcionaba bien y que no toda la sangre llegaba al músculo. Necesitaba un esfuerzo mayor para un rendimiento menor. Me costaba recuperar. Con 27 años quería pensar que era falta de vitaminas.

¿Y cómo fue el día después? 
Me quedé en paro. Tramité la incapacidad para mi deporte habitual que era mi trabajo. Y tuve que pensar, pensar mucho, en lo que hacer para el día de mañana. Si hubiese podido me  hubiese apuntado a una oposición para bombero o policía. Pero como exigía un esfuerzo físico no pude.

¿Y qué hizo?
Busqué una alternativa. Oposité para el Ayuntamiento de Terrasa y aprobé al quinto intento. Quiero decir que no me resultó fácil. Pero para seis plazas se presentaron más de 500 candidatos. Al final, quedamos 15 y creo recordar que yo fui el cuarto o quinto y lo logré. A partir de ese día ya tenía para ganarme la vida, sin deber nada a nadie.

Logró una tranquilidad de por vida.
Cuando eres funcionario logras una tranquilidad o una condena perpetua, porque a veces la administración por dentro es una casa de locos. Pero por suerte uno tiene amor propio y he tratado siempre de hacer las cosas bien. No me he conformado nunca con ir a fichar y dejar que pasase el tiempo. Soy un tipo con amor propio.

¿Y no pensó en intentarlo en la empresa privada? 
Sí, pero llega un momento que adónde entrabas con la edad. La antigüedad también me ha permitido cobrar un sueldo. Es verdad que nadie me obligó a ser funcionario. Lo hice por mi cuenta. Pero, para mí, fue muy complicado. Tengo que valorar eso. Había mucha competencia. Todavía tengo los apuntes en casa. Me presenté a todo: bibliotecario, mantenimiento, conserjería…  Ésa fue la manera de enderezar mi vida. Sólo tenía la EGB, no tenía ni los puntos del catalán, que no lo había estudiado en mi vida.

¿Y cómo se encuentra hoy?
Me controlo. No hago esfuerzos. Me cuido la alimentación porque no hay mas remedio. Tengo una gastritis crónica. En cuanto hago un exceso lo paga mi estómago. No puedo engordar ni física ni mentalmente. Hago lo que puedo.

¿Y no monta en bicicleta? 
Sí, la bicicleta me alivia. Hago un par de horas tres veces a la semana. Pero tengo que cuidar las pulsaciones. Yo tenía picos de 204. Recuerdo que mi lactato empezaba a las 186. Ahora estaré entorno a 140 o 160 es lo normal. Pero en cuanto las supero noto que me excedo.

Fue usted un gregario. 
O sirves para trabajar o para ganar. Yo no valía para ganar. No tenía las cualidades suficientes. Y lo acepté. Pero ayudé a gente como Marino Lejarreta, a Mathew Hermans el año que ganó 25 carreras, a Miguel Angel Iglesias en las metas volantes y te das cuenta que tu trabajo vale la pena.

Ser gregario no es fácil
Debías saber cuál era tu objetivo. En Puertas Mavisa era difícil porque no teníamos un líder claro. El problema es cuando no tienes alguien para quien trabajar. Entonces tu trabajo no vale de nada porque no luce. Pero por suerte no siempre fue así.

Ahora el gregario es su hijo Antonio en Movistar.
Es una baza segura. Allí donde va es un gregario seguro. Ha ayudado a Carapaz, a Valverde… Ha disputado Vueltas a Asturias, a Burgos… Lleva ocho años en Movistar y no es fácil aguantar a ese nivel. Pero es verdad que si luego no hay un ganador parece que el equipo no funciona.

¿Y qué culpa tiene usted de que su hijo sea ciclista?
Mi hijo y yo ya no hablamos de ciclismo. Él se formó en una escuela en Terrasa. Yo nunca le animé.  Yo no quería que corriese en bicicleta. Pero se enganchó. Le costó dar el salto hasta que Eusebio Unzue confió en él. Y, al final, es verdad que ha salido  bien.

Usted estará orgulloso.
Estoy orgulloso de su forma de ser. Lo que le decía al principio.  Mi hijo sabe siempre lo que debe hacer. Por eso cuando no está en carrera yo no le molesto con preguntas. Sé que quiere y que necesita desconectar.

Pero un padre es un padre. 
Pero yo ya no conozco ese mundo. Salí hace mucho años. Mi época ya pasó. Nada es como fue. Si no estás involucrado te quedas fuera. Yo ahora lo veo por televisión y disfruto. Mi hijo hace seis años que está fuera de casa. Se fue a vivir a Andorra.

 


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