Si una cosa tiene la bicicleta, y especialmente la de gravel, es que te permite descubrir sitios y rutas de ensueño. A estas alturas, a nadie le sorprende que la Costa Brava esconde rincones espectaculares y es uno de los puntos con más encanto de Catalunya. Así pues, si juntamos en la ecuación estos dos conceptos, gravel y Costa Brava, el resultado es garantía de éxito.
Esto es lo que han hecho desde la Mussara, con la creación de la prueba Hunting Dogs. Un evento que este año celebraba su tercera edición con récord de participación: 609 ciclistas, prácticamente el doble que el año pasado, y con un 25% de participación femenina. Unas cifras que desde la organización definen como “consolidación” de la prueba.
130km, 1.500m+ y bicicleta GUAVA
Durante el fin de semana, los ciclistas pudieron disfrutar de cuatro recorridos distintos por senderos de la Costa Brava, siendo el camping La Ballena Alegre en Sant Pere Pescador la sede de este evento. Desde BICIO, nos decantamos por el plato estrella del programa: la ruta Cap de Creus, de 130 kilómetros y más de 1.500 metros de desnivel positivo del domingo. Y pudimos hacer la prueba con la bicicleta de gravel GUAVA, marca nacida en Barcelona de la mano del exfutbolista Bojan Krkic.
El día amaneció perfecto para montar en bicicleta: temperatura agradable y algo nublado, pero con momentos de sol. A las 08:00h de la mañana se daba el inicio de la prueba, con una salida escalonada en tres cajones para evitar grupos grandes en los primeros compases. Y es que, a pesar de no ser una prueba competitiva – no había tiempos, ni clasificaciones –, en los primeros kilómetros siempre se va un poco más rápido de lo normal.
Después de unos primeros compases muy rodadores, llegamos a Castelló de Empúries, donde en uno de los senderos nos encontramos a un grupo de caballos muy amigables que se pusieron en medio del camino y nos detuvieron unos minutos. Cosas maravillosas del gravel. Una vez pasado el peaje animal, nos pusimos rumbo a Peralada, antes de llegar a Vilamaniscle, punto del primer avituallamiento.
Con los depósitos llenos, tocaba afrontar la primera doble ascensión del día, con unas rampas en la salida de Vilamaniscle que más de uno aún sueña con ellas. A través del GR11 llegamos a Llançà, después de una larga bajada.
Cadaqués, el Cap de Creus y els Aiguamolls de l’Empordà, puntos icónicos de la ruta
Para llegar al Port de la Selva, el terreno era más rompepiernas y una vez dejado atrás el pueblo, otra ascensión: El Torelló y Sa Perafita. Esta un poco más llevadera. Pero el esfuerzo valía la pena: el segundo avituallamiento, situado en la pintoresca población de Cadaqués. Un buen bocadillo, un refresco y un café, con el sol de medía mañana y el sonido del mar de fondo.
Pero como ya había ocurrido previamente, después de la calma, llega la subida. La tercera del día, el Puig de’n Manyana, a partir de la cual pudimos gozar de unas vistas preciosas del Golf de Roses, en pleno Parque Natural del Cap de Creus. Una delicia para la vista, a pesar de ser un terreno un poco roto y con mucha piedra, que nos dejó las manos algo entumecidas. Gajes del oficio.
Y justo cuando el GPS marcaba el kilómetro 100, nos esperaba la población de Roses, momento ideal para tomarnos uno de los geles Etixx que llevábamos en los bolsillos, un seguro de vida en momentos así. Nos quedaban 30 kilómetros, completamente llanos por el Parque Natural dels Aiguamolls de l’Empordà, un terreno muy pistero, rodador y agradecido, que hizo muy llevadera la vuelta hacia la meta, a pesar del viento.
En definitiva, un día de gravel del bueno, por algunos de los paisajes y senderos más espectaculares de Catalunya. Diversión, disfrute y sufrimiento a partes iguales. La Mussara Hunting Dogs, recuerden su nombre.
