Inicio ciclismo profesional Marino Lejarreta: “No llegué a ser portada en ‘La Gazzetta dello Sport'”

Marino Lejarreta: “No llegué a ser portada en ‘La Gazzetta dello Sport'”

Ha cambiado su color de pelo pero no los recuerdos que nos dejó Marino Lejarreta, que llegó a ser el ciclista más querido en el Giro de Italia (dos veces cuarto y dos quinto). 

 

El 14 de mayo cumplirá 66 años. El tiempo pasa para todos, incluido para Marino Lejarreta. El Junco de Bérriz, cuyo nombre se asocia a las mejores cosas que le han pasado al ciclismo español en el Giro de Italia. Hoy no sólo se trata de recordar, sino de valorar la suerte de hablar con él, de escuchar a un tipo que nunca se dejó acosar por la vanidad. “Lo mejor que me ha dejado el ciclismo es el cariño de la gente”, dice.

¿Qué es de su vida?
Nada. Aquí, sin grandes cosas. Ahora estoy en La Palma, que me han invitado a una marcha cicloturista.

No es la Titan Desert.
Pero aquí se podría hacer con las subidas que hay, no hay ni un metro llano.

Indurain y Olano acaban de hacer la Titan Desert.
Pero, de momento, yo no me lo propongo. Si me invitasen igual. Pero no es una cosa que me llame la atención. Quizá en plan turístico, tranquilo. Yo ya hice una vez una ruta por el Atlas de Marruecos y me gustó y, sí, el hecho de que lo haga un exprofesional llama la atención.

Se mantiene bien.
Hago deporte. Desde que dejé la bicicleta tenía conciencia de mantener el peso y como sigo haciendo deporte y no ha surgido ningún problema… Le diría que, si hace bueno, salgo a andar en bicicleta todos los días, porque tengo tiempo libre. Estoy jubilado.

¿Y cómo se siente de jubilado?
Lo mismo que antes. Yo hago vida de jubilado desde hace tiempo. Pero ahora el bolsillo lo agradece un poco más, sí. No es que cobre una pensión para tirar cohetes. Pero por suerte no dependo de la Seguridad Social para vivir.

No le ha cambiado ni el tono de voz en todos estos años. 
Sí, algo sí. A veces, escucho alguna entrevista de joven. No era el mismo que ahora. Tenía otra pausa. Pero con el tiempo el conocimiento te lleva a hacer las cosas mejor. De ciclista me sentí muy apretado por vida. El tiempo me enseñó a tranquilizarme.

A todos nos pasa. 
Es lo que pretendo decir. En mi caso la época de ponerme nervioso en las entrevistas pasó hace mucho tiempo. Trato de ser espontaneo. Es mi forma de ser. No quiero saber ni lo que me van a preguntar.

Marino y el Giro de Italia. 
El Giro siempre estaba en mi cabeza. Tuve una química desde niño, desde que veía a Fuente atacar a Eddy Merckx en el Stelvio en los reportajes de televisión. Me decía: ‘yo quiero vivir algo así’, y, al final, lo viví. Pero mis primeros Giros no fueron para idealizarlos.

¿Y cómo fueron?
El primero lo ganó Saronni. Estuve a punto de ganar dos etapas. Pero las perdí al sprint. Y el siguiente fue el de Moser, que acababa de batir el récord de la hora. Y se hacían recorridos para ellos que no eran muy escaladores.

Se decía que los puertos se pasaban por los túneles.
Es una manera de explicar las cosas, de decir que era un Giro light. Se subía a cotas 1.000 en vez de la 2.000. El primer kilómetro en el Gran Sasso se acababa la subida. Y luego te decían que no se podía subir el Stelvio porque estaba nevado, pero yo creo que no hacían nada por quitar la nieve. Al contrario; ponían más (risas).

Aun así se enamoró de la carrera.
Pero yo estaba enamorado de antes. Esto pasa en las relaciones de pareja. Aunque tengas discusiones, sigues. Pero luego, corrí Giros más duros y no los gané. En los puertos también me machacaban. Pero lo que pretendo decir es que las carreras, más que por el recorrido, te enganchan por el ambiente. Y la afición en Italia idolatra a los ciclistas. Los medios nos magnifican. Tiene mucha alma.

¿Llegó a ser portada en ‘La Gazzetta dello Sport’?
No creo. Seguro que no. Pero, a cambio, sí tengo el cariño de muchos aficionados que me aplaudían y que treinta años después me ven y todavía me reconocen. Yo sobre todo he tenido enganche con el público más que con la prensa. La gente me seguía. Yo vivía en San Marino, y eso hizo mucho.

Ha cambado poco.
Es lo que dice la gente. Pero el aspecto siempre cambia. No te engañes. La vida evoluciona. Significa que has vivido. Esto tiene un inicio y un final. Pero cuando más largo sea el recorrido, mejor. De momento, me mantengo a buen peso. No me ha pasado nada raro. El deporte me ayuda.

¿Y se le hacen largos los días?
No. Al revés. Se me hacen cortos. Tengo actividad personal en el deporte. Tengo compromisos. Tengo el tiempo limitado. Y mire que la familia ya no me da mucha guerra. Mi hijo tiene 29 años y ya es independiente. Lleva tiempo trabajando desde que terminó la carrera. Estudió Derecho y Administración y Dirección de Empresas (ADE).

Tiene un abogado en casa.
Pero no se dedica al Derecho, sino a la economía. Pero, vamos, de momento no le he pedido ni que me haga la declaración de la renta.

¿Se la hace usted?
No, no, me la hace una asesoría y todo en orden, ya le digo.

Vida placentera, sin reloj. 
El reloj lo llevo. Tengo que tener control del tiempo, porque siempre hay alguna preocupación. Soy una persona responsable. No digo que otros no lo sean. Pero no sé vivir sin responsabilidades. Cuando cojo el avión mismamente estoy con suficiente antelación en el aeropuerto. Nada se puede controlar al cien por cien. Pero no me gusta dar opción a que haya opción a grandes sorpresas.

¿Es el retrato del ciclista que fue?
Es lógico. Es la personalidad de cada uno. Fui así como ciclista.

¿Y ahora quién es su ciclista favorito en el Giro?
Me gusta Roglic. Soy un forofo suyo, lo reconozco. Aunque el Giro siempre hay alguna sorpresa, porque es la primera gran vuelta del año. Y no es como en el Tour de Francia donde todo va mucho más atado. Pero yo siempre seré de Roglic, porque corre sin miedo y tiene pinta de ser una persona generosa.


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