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“La vida es tan difícil que la gente es muy egoísta”

Lección total de vida de Dominique Sanders, aquel ciclista francés con sangre española. Nos hace pensar un hombre que pasa su jubilación en el Mediterráneo y que defiende una manera de ser. “Prefiero gente de calidad que de cantidad” 

 

Él nació en Tolouse, pero su madre era de Mazarrón. Dominique tiene hoy 66 años y vive en Oropesa (Castellón). Recuerda que a los 19 años ya era profesional. De hecho, fue el ciclista más joven del pelotón mundial junto al mítico Giuseppe Saronni. Su carrera fue discreta, pero descubrió lo que valía la pena. “Fue la escuela perfecta para el día que me tocó empezar a trabajar”. Y como comercial ha sido un número 1. “Asumí el riesgo de no poder caer enfermo”

Y se vino a vivir a España. 
Siempre había pensado acabar mi vida en España. Hace tres años me compré una casa en Oropesa. El viernes 13 de marzo de 2020, un día antes del confinamiento, firmé las escrituras. Y mira que no quería firmar. Me daba miedo un viernes 13. Pero el notario me dijo, ‘no se sabe nunca lo que puede pasar’, y firmé.

Tuvo suerte. 
Estoy a gusto. Me gustaba la casa. Me había jubilado a los 60 años. Trabajé para BH en Francia durante 22 años hasta que les dije: ‘ya no quiero trabajar más, porque bastante he trabajado’. A los 14 años, ya empecé a coger naranjas en La Alcudia, porque mi familia vivía ahí. Pero por suerte conocí la bicicleta. Mi padre era un gran aficionado.

Y fue profesional. 
A los 21 años ya fui al Tour de Francia. Era un reto que cumplí. Para mí fue como el futbolista que llega a la Copa del Mundo. El ciclismo fue, para mí, una escuela de la vida. En mi época no gané mucho dinero. Pero todo lo que viví en el ciclismo me valió para el resto de mi vida en la que trabajé de comercial.

Se retiró a los 28 años. 
Fui profesional ocho años, sí. No triunfé todo lo que debía haber triunfado. Pero esos años me enseñaron a sufrir y a vivir en grupo, porque el ciclismo es como cuando estás en una empresa. Descubres que en la vida sólo no vas a ningún lado. Yo ahora cuando veo a los ciclistas de mi época lo pasó bien. Son amistades de 40 o 45 años. Nos juntamos en Oropesa, almorzamos y salimos juntos en bicicleta.

Eso vale mucho.
La vida es tan difícil que la gente es muy egoísta. Si pueden te chupan la sangre hasta que te dejan frito. Y, si no eres así, sientes la sensación de que estás en minoría. Yo he tenido que tragar mucho. Cuando dejé de ser profesional tenía 28 años. Empecé a trabajar con gente que tenía diez años de experiencia más que yo.  No fue fácil.

¿Qué hacía?
Me contrató Walter Spanghero, un ex jugador de rugby muy famoso, como representante de una marca de tenis. Yo no sabía nada de ese mundo y, de pronto, tenía que vender raquetas.  Pero él me enseñó que todo se puede aprender y me convenció de que debía trabajar a largo plazo porque sino lo haces así es pan para hoy y hambre para mañana.

¿Ha sido mejor trabajador que ciclista?
De ciclista estuve en buenos equipos, en Teka, en Peugeot, en Fiat. A veces me dejaron de pagar el sueldo supongo que para quedarse ellos con el dinero. Y era mi esfuerzo. Pero hoy no vivo con rencor porque así no se puede vivir. Y luego tuve suerte, la suerte  de encontrar gente que te enseña el camino. Con uno, que encuentres así en la vida, es suficiente y yo tuve esa suerte con Walter.

¿Y?
Desde los 27 a los 60 años tuve que buscarme la vida y creo que he sido un hombre recto. Quizá por eso tengo muchos conocidos pero pocos amigos. Es más, no me fío de los que dicen que tienen muchos amigos.

¿Por qué?
Es una cuestión de personalidad. Yo digo las cosas como son, con argumento. Hay gente que le gusta y a otros que no.  Cuando a la gente le dices lo que no le gusta los tienes encima. La vida es muy competitiva y cada día más. Hay más dinero en juego y la mentalidad cada vez es más individualista. A la gente no la conoces nunca al cien por cien.

A muchos desde luego que no.
Por eso celebro que la gente, que me quiere, me quiere tal y como soy. Y tengo amigos que si mañana les digo que estoy en un apuro me ayudan. Pero con uno me es suficiente. No me hace falta cincuenta ni presumir de lo que me quiere la gente. Prefiero gente de calidad que de cantidad.

¿Cómo se vive jubilado?
Me ha quedado una buena pensión, porque en Francia las pensiones son muy superiores a España. Yo cotizaba en dos regímenes. Pensaba en el futuro, en mi jubilación, en el día de mañana. Yo trabajaba lo que vendía. Fui así siempre. Era un riesgo, pero lo asumí. No podía caer enfermo. Cuando tuve un accidente cogí un chofer que me llevaba a trabajar. Pero me compensaba.

Mucho mérito. 
No soy muy inteligente, pero pude mandar en mi vida, que era lo que quería desde siempre. En el ciclismo lo descubrí. Mis jefes decían lo que debía hacer y me dije, ‘yo no quiero vivir así’. Por eso descubrí un oficio como el de comercial que me permitió organizarme como quería. Sólo respondía a final de mes con la cifra que me exigían.

Como el teletrabajo.
Una de mis hijas está teletrabajando. Pero me parece que algún día se acabará. Los buenos pagarán por los malos que, en vez de teletrabajar, se van al supermercado. Por eso siempre le digo a mi hija que sea recta, que nadie le pueda acusar de no serlo. La otra trabaja en la Embajada de Francia, Cada tres años está en un país. Ahora está en República Dominicana.

 


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