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“Dejé el ciclismo por la construcción y llegué a hacer 80 chalets”

Maximino Pérez, de 80 años, fue uno de los directores de equipo inolvidables de su época. Siempre en equipos pequeños hasta que apareció el Seur, donde ganó una Vuelta a España con Marco Giovanetti.

Vive en Fuenlabrada, en el sur de Madrid. En el mismo lugar donde nació hace 80 años, que son los que marcan la diferencia. Hace mucho tiempo que dejó el ciclismo (“tendría 55 años”), pero los de mi generación siempre tienen un momento para recordar a Maximino Pérez. Un hombre inconfundible, castizo que, sin haber sido ciclista de élite, llegó lejos. Bastante lejos.

¿Tiene whatsapp?
Recibo al día entre 60 y 70 whatsApp. Tengo cuenta de Facebook que la dejé porque era muy pesado. Tengo muchos amigos, muchas relaciones. Me joroba no contestar. Si no lo hacía, me decían ‘¿qué pasa? ¿estás muerto?’

Ha cumplido 80 años. 
Los cumplí el 30 de enero. Mi físico no es el que era. Pero voy todas las tardes con mis amigos de infancia a jugar a las cartas al hogar del jubilado en Fuenlabrada. Y hoy viernes cuando acabe me voy a misa. Los viernes me gusta ir a misa. Es mi vida en mi pueblo. De hecho, vivo en el mismo lugar en el que nací. Ahora por la ventana estoy mirando la que fue mi escuela de niño.

Su escuela fue el ciclismo.
No. El ciclismo fue la parte más intensa de mi vida, la más productiva, la que me ha permitido ser conocido. Pero mi vida han sido mi familia, mis amigos. Rara era la carrera en la que no llevaba a algún amigo en el coche. Fueron conmigo a todas partes. Hoy, es un orgullo recordarlo. Cada día me acuerdo de muchos amigos, de los que están y de los que no están. Rezo por ellos.

Siempre fue un hombre muy religioso. 
Estudié en franciscanos. Estuve interno, incluso. Pero luego en Madrid no fui un buen cristiano. Ahora, he vuelto al redil porque siempre he creído que hay algo que te cuida. He estado dos veces en un precipicio con el coche balanceándose entre dos árboles como en la Vuelta al País Vasco.

Ahora le sobra tiempo.
Tengo todo el tiempo del mundo. Me levanto por la mañana. Voy con mi esposa a recuperación. Tengo mis hijos por aquí cerca. Tengo nietos que juegan al fútbol. Mañana juega uno en Humanes y otro en Getafe. No me aburro. Leo bastante. Ahora estoy leyendo a Pérez Reverte. Una novela suya, ‘Eva’.

¿Y el ciclismo?
Veo lo que hay en televisión. Luego, lo que viene por internet. Esta mañana me ha puesto un whatsapp Eusebio Unzúe en el que viene un artículo de su hermano Juan Carlos, que ahora tiene ELA. Yo le conozco desde que era portero del Sevilla y venía a las carreras con su hermano. Recuerdo a los niños de Juan Carlos que eran navarros y con tres o cuatro años hablaban con acento andaluz, me decían, ‘abuelito, abuelito’.

Usted ganó una Vuelta a España con Giovanetti. 
Fue en 1990.

¿Cómo lo recuerda?
Fue mi gran éxito. Pero luego ese mismo año pudimos ganar el Giro de Italia. Hizo tercero. De hecho, estaba mejor que en la Vuelta, donde ganamos gracias a una escapada de cuatro minutos que sacamos a los favoritos: Gorospe, Perico, Cabestany… Pero en el Giro, con frío y nieve, en la subida del Gavia, yo pensaba que la ganábamos. Pero suspendieron la etapa.

Giovanetti parecía un jugador de baloncesto. 
Medía 1,96. Gastaba un cuadro de 62 que entonces no se utilizaban. Yo le conocí en un Giro. Allí nos encontramos y me sorprendió que, siendo tan largo, estaba siempre entre los primeros. Y ese año me vino Seur con dinero y dije tengo que fichar algo. Y le conocí.  Y mira. Mínguez me decía: ‘eres un cabronazo, fichas donde los demás no vamos’.

Siempre se movió en equipos menores. 
En veinte años de profesional sólo tuve un equipo fuerte: Seur. Tenía presupuesto abierto. Fiché a Pino que me costó un  dineral, 40 millones. Tuve a Blanco Villar, a Pepe Recio, que ha sido el ciclista con más clase que ha pasado por mis manos. La pregunta es cómo no ha ganado grandes Vueltas, pues porque es Pepe.

¿A qué edad se retiró?
A los 55 o 56 años.

¿Qué hizo después?
Estar con mi familia, con mis amigos. Me dediqué a trabajar en temas inmobiliarios, de construcción, en Fuenlabrada y en los alrededores. Me fui a Toledo. En un pueblo, que se llama Carranque, habré hecho 80 chalets.

¿Y le fue bien?
Me entretuvo. No me hice millonario. Pero lo pasé bien. Hice amigos. Tuve actividad. Ahora mismo tengo relación con cuatro o cinco bancos y en todos me llevo bien con los directores. Mientras tienes dinero y tienes escrituras, eres capitán general. Si no lo tienes es distinto.

Qué importante es el dinero. 
En el ciclismo es prácticamente imposible ganar carreras sin dinero. La suerte puede aparecer una vez. Yo tuve un corredor Marcel Wust que me ganó tres etapas en la Vuelta a España y le fiché por 8 millones de pesetas una semana antes de la Vuelta.

¿Fue entonces un  hombre de suerte en el ciclismo?
Fui un hombre de suerte. Gané una Vuelta a España que no es fácil. Corrí seis Giros de Italia. Llegué el Tour. Yo no fui ciclista y no tenía ningún currículum. Mi primer regalo fue una bicicleta cuando aprobé el Bachiller. Yo siempre he montado en bici y no podía imaginar que iba a llegar hasta donde llegué.

 


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