Arrasó en la Vuelta a España de 2002. Luego, nunca más estuvo a la altura. Y, una vez que se retiró, la crónica de sucesos pudo más. Pero desde hace mucho tiempo no se sabe nada de él.
El otro día me pregunté qué habrá sido de él y se lo pregunté a Vicente Belda, que fue el director de sus mejores años en Kelme.
-¿Sabes que ha sido de Aitor González?
-No lo sé. Lo último que he escuchado es que anda por Francia -contestó.
El 27 de febrero cumplirá 49 años Aitor González, un ciclista que, a todas luces, contestaba la indiferencia. Un tipo de verdadera talento que ganó la Vuelta a España 2002 con una contundencia bárbara. Un ciclista que ese mismo año logró dos etapas en el Giro. Un hombre que en el Tour de Francia de 2004, cuando se pensaba que ya no había nada que hacer, devolvió la esperanza perdida al ganar una etapa en un ejercicio de clase sobresaliente.
Pero después vino lo peor: la retirada en 2005, el descenso a los infiernos, lo imposible.
Y, desde la retirada, se sucedieron noticias nada buenas. Problemas con la justicia, detenciones de la policía, incluso, que hoy ya no vale la pena recordar y que hicieron añicos la reputación de un campeón.
Pero hace mucho, mucho tiempo que no se sabe de él. Si se teclea su nombre en Google las noticias más recientes retroceden a 2016. Por eso se me ocurrió preguntar estos días a Vicente Belda y a otra gentes del ciclismo (Miguel Ángel Iglesias, Juan Martínez Oliver….) y nadie sabe nada de él.
Nadie sabe nada de un ciclista que Vicente Belda recuerda como “un corredor complicado de llevar, reaccionario, inconformista para ciertas cosas. Al final de 2001 tuve algún que otro problema con él en el Tour de Francia que luego abandonó. Y en 2002 ya tuve que hacer dos grupos de trabajo”.
“Uno entorno a Aitor en el que estaba Juanjo de los Ángeles que hizo el Giro y ganó dos etapas”, recuerda Belda. “Aitor corrió un Giro espléndido y hablé con él para que se mentalizase e hiciese las cosas bien para ir a la Vuelta a España. Y así lo hizo. Marchó mucho tiempo a Sierra Nevada y se alejó de su entorno. Y en la Vuelta, en la etapa del Anglirú no hizo caso a nuestra táctica y se dedicó a atacar cuando nuestro líder Óscar Sevilla pasó un mal momento. Y ahí, que ya estaba peleado con los Gutiérrez, Botero…, terminó de rematarlo”.
Belda regresa a sus mejores años: “Clase le sobraba por un tubo. Subía muy bien. Pasaba bien la montaña. Era un gran contrarrelojista y en 2002 ya le dije: ‘con las cronos que hay en esta Vuelta eres candidato a ganar'”.
Y Aitor González ganó aquella Vuelta a España 2002. De hecho, en la última contrarreloj, que terminó en el Santiago Bernabéu, arrasó y consiguió que José María Aznar se calzara una gorra del Kelme en una recepción oficial con Óscar Sevilla. Y, casi sin ninguna discusión, el periodismo presentó a Aitor González como un campeón por descubrir y como un posible sucesor de Induráin.
Sin embargo, en el interior del Kelme, Belda no aguantaba más. Hacía lo posible por desprenderse de Aitor. “Yo, como director, ya no quería saber nada de él. Hubo gente de la Diputación de Alicante que influyó para que se quedase. Pero no podía ser. Recuerdo que aparecía con 12 o 15 kilos de más en las concentraciones. En los inviernos no se privaba de nada. Era muy difícil”.
Aitor fichó por dos años por el Fassa Bortolo del sabio italiano Ferretti por un millón de euros, una tentación casi para resolver la vida. Pero no tuvo la constancia que se esperaba y su última oportunidad estuvo en Euskaltel, donde un positivo por esteroides puso el fin y ya sí que no hubo nada que hacer. Y la sensación es que había maltratado su potencial.
Desde entonces, ya les he contado, mucha crónica de sucesos. En esos años su nombre apareció hasta en los telediarios. Normal. Se trataba de un ex ganador de la Vuelta a España. Pero hace mucho, mucho que no se sabe nada de él. Y los nostálgicos nunca olvidaremos esa Vuelta de 2002 en la que Aitor González apareció como un verdadero ciclón. Y, por lo general, esas cosas no se olvidan.
