Mandan Valverde y Guardiola

Valverde está viviendo una luna de miel en sus cien días en el Barcelona

Valverde está viviendo una luna de miel en sus cien días en el Barcelona / EFE

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Objetivo cumplido para el Barça. Nueve de nueve puntos en la Champions y pie y medio en los octavos de final, que es de lo que se trataba. La superioridad azulgrana sobre el Olympiacos fue total y absoluta, incluso tras la expulsión de Piqué, que dejó al equipo con diez toda la segunda parte. A destacar la actuación de Deulofeu, por cuyos pies pasaron todas las acciones de ataque del primer tiempo, pues fue el damnificado de la tarjeta roja a Piqué ante la necesidad de quitar a un delantero para mantener, con Mascherano, el orden atrás, como mandan los cánones. Obviamente, hablar de delanteros intocables en el Barça es hablar de Messi y de Suárez, así que Deulofeu tuvo que conformarse con ser el mejor del primer tiempo jugando como extremo muy abierto por la derecha, con velocidad, dribling y buenos centros. Pero también más decisión para encarar el uno contra uno y absoluta actitud para presionar y robar balones. Progresa adecuadamente, sin duda. Con todo, de nuevo el gran protagonista fue Messi. De hecho, el marcador no se rompió claramente hasta que Leo decidió que era el momento de volver a hacer historia, de marcar, de una tacada, su gol número cien en competiciones europeas y el 50 en los diez meses que llevamos de 2017. Y lo hizo como él solo sabe hacerlo, sin ayuda de nadie, en lanzamiento a balón parado, en la enésima falta que clava allí donde sus ojos ponen el objetivo antes de que el cerebro, su privilegiado cerebro para esto del fútbol, dé la orden al pie. Y a rebufo de este gol, llegó inmediatamente el tercero, pensado y elaborado también por Messi y ejecutado por Digne. Suficiente para certificar la eficacia, fiabilidad y competitividad del Barça de Valverde. 

HIJOS DE CRUYFF. Sí, porque aquí lo trascendental es que este Barça de Valverde domina con claridad en el panorama futbolístico. No en vano, es, junto al City de Guardiola y el PSG de Emery, el mejor equipo en el global de ambas competiciones, con un solo empate cedido. Especialmente significativo es que Valverde y Guardiola, con una idéntica idea en la cabeza, como es buscar el triunfo a través del control del balón y la propuesta de un juego inequívocamente ofensivo, manden en las dos grandes Ligas europeas. Lo del PSG es otra cosa, en Francia la competencia no es la misma, pero sin duda hay que valorar la fuerza arrolladora de su tridente Mbappé, Cavani y Neymar, que impone la ley de su calidad y no deja dudas en Europa, con el 3-0 al Bayern en todo lo alto. También Mourinho está por ahí, con pleno europeo y dos puntos menos que Pep en la Premier, pero los que están arriba son dos hijos de Cruyff, dos entrenadores que aprendieron los fundamentos del tiqui-taca a las órdenes de su inventor. En menor medida Valverde, cierto, pero nadie podrá discutirle al actual entrenador azulgrana su decisión de recuperar la esencia del modelo que se iba diluyendo peligrosamente. Con Valverde, el balón vuelve a tener protagonismo; con Valverde, Iniesta vuelve a estar como en sus mejores tiempos, líder y director de orquesta; con Valverde se ataca y se defiende con el control. Es una gran noticia que el estilo Barça siga dominando en la élite, básicamente porque el hecho de que los rivales no encuentren un antídoto definitivo, demuestra que no hay otro mejor.