SOBRE EL TERRENO

¿Se imaginan un 'caso Casillas' en el Barça?

Iker Casillas

Iker Casillas / sport

Emilio Pérez de Rozas

Es verdad que el Barça, como club, hace cosas esperpénticas. Es evidente que la perfección resulta más que complicada. Ya ven el pollo que hay liado en el departamento médico del Bayern de Munich. O en el Chelsea. O en el Arsenal. O en el City. O en el MUnited. O en el Liverpool, que ni huelen la Champions. Ya ni les cuento el PSG, que no para de meter dinero para ganar la Liga francesa.

No quisiera pensar cómo, qué, quién y de qué manera estaríamos escribiendo y hablando del Barça si hoy el equipo se presentase, en el mismísimo estadio del Bayern de Munich, a jugar la vuelta de la semifinal de la Champions con un portero pitado cinco días antes en el Camp Nou y un capitán que había mandado a “tomar por el culo” a casi todo el estadio.

Ya nadie se acuerda, claro (aquí ni hay memoria, ni la necesitamos; o si la tenemos, dura doce horas, o menos), del lio que armó Víctor Valdés por irse de la lengua antes de hora, por plantar al Barça de la peor manera posible y por creerse, no más de lo que era, pues era buenísimo, el mejor, sino más que el Barça, que se lo había dado todo. Repito: todo.

Alguien, y me ahorraré el nombre, manejó aquella situación con guante de seda pese a que (ven, volvemos a la memoria) le llovieron todo tipo de críticas y más de un artículo digno de llevarlo a los juzgados. Así que algo ha hecho el Barça mucho mejor que el mismísimo Real Madrid, que podrá clasificarse para la final, ¡vaya que sí!, pero que tiene un lío respetable en casa y, encima, con un jugador leyenda y carismático. O lo era.

Es posible que todo lo que se está diciendo de Iker Casillas sea verdad, pero no es menos cierto que el portero blanco no ha hecho nada, nada, para merecer ese trato. Es seguro que mañana defenderá la portería del Madrid y es más que seguro que los pitos dejarán de producirse, pues todos los presentes esa noche son conscientes de lo que se juegan.

Lo que tiene muy claro Casillas es que Florentino Pérez no lo quiere porque si algo es evidente en todo este asunto, cristalino, es que el club, el glorioso y elegante Real Madrid, no ha movido un dedo para apoyar a su capitán. Ni uno.