HISTORIA SPORT

Alexis Sánchez, el niño maravilla que jugaba descalzo y alcanzó la gloria

El fútbol ha sido siempre su pasión hasta el punto de que, tras los entrenamientos, los utilleros debían esconder los balones para evitar que siguiera jugando

Jorge López

Aquel 12 de febrero de 2005, los 30 grados parecían muchos más en la región de Calama, en pleno campo de juego del estadio Municipal. A 13 minutos del final del partido entre Cobreloa y Deportes Temuco, un joven e ignoto Alexis Alejandro Sánchez Sánchez siente que el corazón se le escapa por la boca cuando le toca reemplazar a su compañero Daniel Pérez. Fue el momento de su presentación oficial en el mundo del fútbol. Casi una década después, forma parte del mejor equipo del mundo, aquel que veía en su niñez como un sueño lejano.

Cerca de cumplir 15 años, el Alcalde de Tocopilla, su ciudad natal, le regaló las primeras botas. Hasta ese día, Alexis jugaba descalzo, dando saltos, gesto que asimiló con tanta naturalidad que aún hoy va por los campos de juego dando botes de ardilla. El quería ser futbolista. Era su vocación. Y por esa razón, se probó en clubes como Colo Colo y la Universidad Católica. Pero lo rechazaron. Hasta que a sólo 150 kilómetros de su casa, en Calama, el Cobreloa le dio la oportunidad de su vida. Y no la desaprovechó. Cuentan que le gustaba tanto la pelota que cuando la tiraban afuera del estadio, la iba a buscar a toda prisa...

Su ascenso fue vertiginoso. A los 16, el entrenador Nelson Acosta lo subió al primer equipo y lo hizo debutar en la primera jornada de la Liga chilena, un 12 de febrero de hace nueve años. Cuentan que la primera vez que apareció por el vestuario, el utillero le dijo que el vestidor de los juveniles estaba al lado. Todos pensaron que Alexis se había equivocado de sitio. “Es que me citaron para el primer equipo”, explicó ante la sorpresa de sus compañeros, que lo veían todavía pequeño. En esa temporada, entre campeonato doméstico y Copa Libertadores, Alexis disputó 35 partidos y se convirtió en el centro de atención por su rebeldía con el balón bajo sus pies. “Era un cabro chico con el que todos quedamos impresionados. Encaraba a cualquiera y hacía bicicletas; la verdad que te daban ganas de bajarlo a patadas por todos los lujos que te sacaba. Tenía mucha personalidad, era atrevido, no le tenía miedo a las patadas. Si bien era bastante flaquito, arriba tenía buen lomo y aguantaba sin problemas la marca”, reconoció con los años el defensa Rodrigo Pérez, quien compartió plantilla con el actual delantero del Barça en sus comienzos. El propio Pérez era quien lo llevaba en coche a su casa luego de los entrenamientos. Nadie lo quería dejar solo porque era un niño. El Niño Maravilla, como lo apodaron. El propio profesor les daba la orden a los utilleros de que, pocos minutos antes del final del entrenamiento, guardaran todos los balones sin que Alexis se diera cuenta: le gustaba quedarse después de hora jugando solo, llevando la pelota de un lado al otro o inventando jugadas y regates inéditos.

Al torneo siguiente, apenas jugó el Apertura para Cobreloa porque el club Udinese presentó una oferta irrechazable. El resto de la historia es más conocida. Su experiencia en la Argentina. Su retorno a Italia. Y el sueño cumplido de vestir la camiseta del Barcelona.