Inicio Noticias “Ser ciclista es más duro que trabajar 16 horas como autónomo”

“Ser ciclista es más duro que trabajar 16 horas como autónomo”

Ramón Rota es un autónomo catalán que tiene su propio taller y que de joven fue cuatro años ciclista profesional en Kelme, donde el destino hizo de las suyas. 

 

Su vida de ciclista profesional fue un abrir y cerrar de ojos. Cuatro años en Kelme. Nada más. Él dice que fue el destino. Pero lo importante es que Ramón Rota (Manresa, 1967) aceptó siempre la vida con positividad. Hoy, es padre de dos hijos ciclistas. Uno de ellos, con 24 años, ya es profesional en Portugal. “Y claro que puede ganar algo”, asegura.

¿Qué es el ciclismo?
Para mí son 39 años de mi vida. Tengo 56 y empecé con 17. Primero, fue un hobby. Luego, una profesión cuando firmé un contrato de cuatro años con Kelme que pasaron muy rápido. Pero que me permitieron conocer el ciclismo profesional por dentro.

¿Y por qué sólo fueron cuatro años?
Se me acabó el contrato. En aquella época no había representante. Yo era uno más y mis circunstancias vinieron así. Pude ir a Portugal y no lo cogí. Quizá porque estaba desengañado en ese momento. Es verdad que luego me arrepentí.

Deberíamos vivir dos veces.
Siempre digo que la vida se tendría que vivir al revés con la experiencia de ahora y las oportunidades de antes. Hubiera sido una segunda oportunidad. Maximino Pérez me dijo que si le salía un sponsor, contaba conmigo, pero…

Y lo que usted no pudo vivir ahora lo viven sus hijos.
Ellos viven con esa ilusión de ser profesionales. Raúl, con 24 años, ya lo es en Portugal en el Radio Popular Boavista, y Óscar, con 21, corre en un equipo sub-23 de Zamora. Ellos saben que está difícil porque en España no hay equipos para todos los ciclistas. Pero la vida es lucha.

Y tener suerte. 
Hay chavales que se pierden por circunstancias ilógicas. No puede ser que a un chaval de 23 años se le diga, ‘tú no vales para esto’ cuando tiene toda la vida ciclista por delante. Pero hay a chavales a los que se les está diciendo.

En este sentido el hecho de que Ayuso y Carlos Rodríguez sean tan precoces no ayuda.  
Pero en todas las épocas siempre ha habido gente precoz. Pero hay otra gente que necesita más tiempo y, si no le das esa oportunidad, nunca lo podrá demostrar. Ése es el problema. Eddy Merckx también ganó su primer Tour con 22 años, y eso no condenó a los demás.

Para un ciclista de la clase media ¿es el ciclismo una profesión de calidad?
Si pensamos en lo económico, no. Pero si te compensa, si te realiza… Yo lo veo con mi hijo, el mayor. Hizo un Grado Superior de animación y videojuegos en 3D a lo que se podría dedicar, porque no falta trabajo. Pero quiere insistir en el ciclismo y, a lo mejor, otro ya lo hubiese dejado en su caso. Pero él quiere insistir.

¿Y lo ve para ganar algo?
Sí, claro. Es una ilusión real. Creo que puede ganar alguna carrera. No voy a decir un Tour de Francia. Cada uno debe saber donde está.

¿Y en que se parece este ciclismo al que usted conoció en Kelme?
Básicamente, en que vas en bicicleta. Pero en mi época te guiabas por lo que te decía la gente veterana. A mí desde el primer día me dejaron claro que aquí no podías permitirte ni siquiera el lujo de dormir mal, porque al día siguiente lo pagabas. Eso lo aprendí como aprendí a sacrificarme. Por ejemplo, cuando llegaba la fiesta de San Juan, que en Cataluña es muy señalada, yo me iba a dormir después de cenar. Y mira que había follón en casa y que teníamos invitados. Pero había que estar al cien por cien.

Fueron cuatro años sólo.
Fue el destino. Cuando dejé yo veía la televisión y me decía ‘esto no es justo’. Pero después lo acepté y supe llevar mi vida. Al final, yo era un ciclista más. Había muchísimos como yo. Y los que decidieron prescindir de mí tendrían sus motivos.

¿Y a qué se dedicó?
Puse un supermercado que no funcionó. Trabajé incluso con camiones. Luego, como hice cinco años de delineante industrial, supe reciclarme. Aprendí a dibujar por ordenador. Ahora tengo un taller donde cortamos piezas de cerrajería con láser.  Es un trabajo duro, porque soy autónomo, pero más duro es la bicicleta: la lluvia, el frío, el aire… Yo siempre veo el lado positivo.

Yo también. 
Trabajo 16 horas pero estoy dentro de una nave. Siempre pienso que el que está en la calle o en la obra lo pasa peor que yo. No me verá quejarme.

Le felicito. 
He tenido mis bajones, pero insisto en que soy positivo por naturaleza. He inculcado a mis hijos a ser siempre así. El mayor pasó a profesional el año pasado con un equipo que fue un desastre en el que ni siquiera cobró. Pero, mira, este año ha corrido en Portugal con un calendario más que decente. Ha hecho unos 50 días de competición.

Y trabajando 16 horas en el taller ¿cómo le queda tiempo a usted para ser director de ciclismo? 
Tengo un socio que me da margen. Pero mi faena no me la hace otro. Mis vacaciones han sido la Vuelta a Portugal. Hago toda la Copa de España y luego cinco o seis Vueltas como director del Team MP Group. A veces acabo agotado. Mi mujer me dice que me va a dar algo. Pero mientras haga algo que me gratifique no hay problema.

Multiplica usted el tiempo. 
Devuelvo lo que hicieron por mí. Yo también tuve gente que me ayudó de amateur. Esto es una cadena. Si todos cortamos y sólo nos dedicamos a hacer lo nuestro…. Hay que prescindir del egoísmo. Hay que pensar en los demás y, sobre todo, en la gente joven.

¿Y cómo se hizo ciclista?
Siempre me gustó la bicicleta. Me enganché con un hombre de Sabadell con 17 años y con 22 firmé con Kelme. Me fue todo muy rápido. Con 23 hice la Vuelta a España y el servicio militar entre medias. Pero mi vida vino como vino. Hay que aceptarlo. No se puede manejar el destino. Es imposible.

 


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