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“Perico Delgado, siendo una estrella, entraba en la habitación y se ponía a estudiar”

Juan Martínez Oliver fue el primer español en ganar una contrarreloj en el Tour de Francia. Después, Perico Delgado se lo llevó con él al Banesto y lo recuerda como “un auténtico privilegio”

Fue el 24 de julio de 1988. Juan Martínez Oliver ganó la última contrarreloj del Tour de Francia en Santenay, de 46 kilómetros. de 46 kilómetros. Todavía hoy seguimos apreciando ese orgulloso momento que forma parte de los libros de historia. Por eso, aprovechando el final del Tour, le he llamado para recordar. “Sólo han pasado 35 años”, ironiza.

Seguimos vivos. 
Yo ya tengo 62 años, bueno 61.

¿Y qué recuerda?
Lo que le he dicho al principio. Ha pasado demasiado tiempo. Pero sí recuerdo que fui de menos a más. Salí sin responsabilidad de hacer un gran tiempo. Luego, empecé a coger ciclistas, hasta 10 u 11.  Me animé poco a poco y, al final…

Fue un hecho extraordinario.
Ahora, cuando veo subir a ciclistas al podio, lo valoro más. Yo también estuve ahí. Pero en ese momento no le di tanta trascendencia. Y mira que en ese momento no era normal que un español ganase una contrarreloj.  Luego, ya sí, cuando vino Induráin. Pero en ese momento no.

Pero usted ganó. 
Aquel año 88 fue increíble para mí. Todo me salió redondo porque ese mismo gané una etapa en la Vuelta a España en la llegada de Ávila. Pero es que además coincidió con el nacimiento de mi hija. No le pude pedir más a aquel año.

¿Qué tal se conserva usted 35 años después?
Ya no es lo mismo. Pero de vez en cuando salgo en bicicleta. Me lo pide el cuerpo. La diferencia es que ya nadie me hace sufrir y yo tampoco me exijo mucho, ¿para qué? Esa época ya pasó, ya está guardada.

¿Fue tan duro ser ciclista?
Sí, lo fue, y mire que yo era un corredor que no entrenaba mucho. De hecho, mi entrenamiento eran las competiciones. Me encontraba a medida que pasaban los días. Me acostumbraba a los latigazos. De hecho, las dos etapas que gané tanto en el Tour como en la Vuelta fueron en la tercera semana y casi al final.

¿Fue un error entrenar tan poco?
No tiene por qué. Pero sobre todo era una consecuencia de donde yo vivía. Aquí en Almería no había ningún otro ciclista profesional. Me costaba salir solo. Yo encontraba la justificación por el clima, el viento y, sobre todo, la soledad. Y así fue hasta que lo dejé.

Hay gente que disfruta de la soledad. 
Yo prefería salir en grupo. Hubo una época que viví en Madrid. Tuve esa oportunidad. Primero en Parla y luego en Fuenlabrada con Maximino Pérez, que fue quien apostó por mí.  Entrenábamos 18 ciclistas y los 180 kilómetros, que hacíamos en grupo, eran como los 100 que yo hacia solo en Almería. No tenía nada que ver.

Ahora vive en Almería 
A 50 metros del mar. Me separa de la playa una carretera de dos carriles. Nada más.

Qué suerte.
Cuando lo tienes no lo aprecias. Pero cuando estás unos días fuera te das cuenta de lo que tienes, de la suerte de levantarse, abrir la persiana, de ver el mar cada día o de vivir en Almería, donde no hay agobio de ningún tipo. Aquí lo tienes todo a un paso.

Usted vivió en Madrid. 
Sí, por eso lo digo. Era otra vida. Nada que ver. Si naces allí supongo que te acostumbras. Pero a los que vinimos de fuera. Al menos, para mí no fue fácil. Y mire que profesionalmente me vino bien.

¿Por qué fue tan buen contrarrelojista?
Tenía esa constitución. Y lo que le decía antes. Estaba acostumbrado a la soledad. No tenía misión de ningún jefe de filas. No aguantaba mucho en el pelotón. Me gustaba la aventura.

¿Y cómo se preparaba para la aventura?
Pues tampoco le puedo contar casi nada específico. Sí es cierto que hubo una época que estuve con Pascua Piqueras y como compartía equipo con Perico Delgado él también me aconsejaba mucho: ‘haz series, tienes que hacer series’, me decía.

¿Y le hacía caso?
A Perico siempre hay que hacerle caso. Es difícil encontrar a alguien más desprendido que él o que piense tanto en los demás. De ciclista ya era así. Sobre todo en situaciones de carreras. Pero no sólo de Perico. De los que no son campeones también se aprende. Sólo hay que fijarse en ellos, escucharlos. Hay gente de edad avanzada que sigue en profesionales no sólo por su clase sino por su experiencia.

Perico se lo llevó al Banesto. 
Un privilegio. Fue un privilegio estar a su lado. Y mire que fue una época difícil, porque en aquel momento Perico era el rey. Todo el mundo quería estar a su lado. Pero en la distancia corta él se desvivía por nosotros. Yo me acuerdo de compartir habitación con él y de que al entrar siempre me dejaba elegir la cama de las dos que prefería. No quería ningún privilegio.

¿Fue la mejor enseñanza?
Yo hablaría en general. Siendo una estrella, Perico era un hombre comprometido con el futuro. Yo me acuerdo que en la habitación se ponía a leer, a escuchar música o a estudiar francés. Siempre estaba estudiando.
¿Cómo le fue a usted tras dejar el ciclismo?

Ahí estamos. Luego, fui director deportivo diez años. Con equipos modestos logramos campeonatos de España, Vueltas a Cataluña. Era difícil pero se lograba.

¿Y ahora?
Cada época tiene su tiempo. Es distinto. Hay que aceptarlo. Ahora me dedico a organizar eventos en la Vuelta a España, la Vuelta a Andalucía… Pero no me quejo. La vida me va bien y entiendo que estoy a gusto conmigo y con el paso del tiempo.


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