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“Me da vergüenza decir las bicicletas que tengo… Igual unas 30… Pero necesito mirarlas”

Fue el rey de las metas volantes. Ganó cinco veces seguidas la general en la Vuelta a España (1987-91). Hoy, es un señor de 61 años, apasionado de la vida que, a su edad, tiene una hija de 7 años. Con eso está dicho todo.  

 

Se retiró en 1992 y aún mantiene la misma talla de ropa de entonces. Pero, por encima de todo, Miguel Ángel Iglesias es un apasionado de la vida y del ciclismo. A los 61 años, ni se le ocurre pensar en la jubilación. Toda su vida laboral está relacionada con el ciclismo. También tiene la suerte de que sus dos hijos mayores (de 34 y 31 años) trabajan con él en el negocio de bicicletas. Un afortunado, en definitiva.

Es un recuerdo muy amable el suyo.
Las metas volantes me dieron presencia. Es verdad. Me hicieron un corredor muy definido y ha quedado en la historia porque logré cinco consecutivas en la Vuelta a España (1987-1991).

¿Y esa era su máxima ambición?
Yo veía corredores belgas rápidos que las disputaban y, por mi físico, me identificaba con ellos y me dije a mí mismo: ‘¿por qué no puedo yo buscarlas para lograr esa repercusión mediática para mis patrocinadores?’

Y lo logró
Y fue una manera rentable de devolverles la inversión que hacían en mí. Hasta el último año en ‘Puertas Mavisa’.

¿Se le pagaba bien?
Siempre me consideré bien recompensado. He tenido los pies en el suelo. Sabía cual era mi caché y lo entendí. Sobre todo, cuando vino la crisis del 92 en el ciclismo me di cuenta de que había sido un privilegiado. No sólo había cumplido un sueño, sino que me supe hacer un sitio.

Me acuerdo perfectamente de usted.
Si volviese a nacer sería ciclista. De niño siempre decía ‘quiero ser ciclista’. Nació conmigo. Con dos años ya les pedí a mis padres un triciclo y esa ilusión me acompañó toda la vida ¿y por qué? Pues no sabría decir porque mi padre era curtidor de pieles y mi madre ayudanta de cocina. Tenía dos hermanas mayores a las que tampoco les dio por el deporte.

Tiene ahora 61 años.
Sí, camino de 62. Pero me encuentro fenomenal. Sigo ilusionado con el ciclismo, sigo practicándolo. Mantengo la misma talla de ropa que cuando me retiré en el 92 y, sí, es impensable en mi vida no tener una bicicleta cerca.

¿Cuántas tiene?
Me da vergüenza decirlo. Igual tengo 30.

¿Y no regala alguna?
No, porque tengo un vínculo emocional con cada una de ellas: unas por colección, otras por capricho, otras por competición…

¿Y dónde la tiene?
No tengo una exposición, sino en diferentes propiedades que tengo.

Y algunas no volverán a salir nunca a la carretera.
Eso me lo acaba de hacer pensar y lleva razón. Sería ideal darles un poco de vida. Pero por ahora con mirarlas es suficiente.

¿Cuál fue la última que compró?
Hace ya tiempo. La última fue porque mi mecánico en la época de Kelme Pepe Cascales me encontró una Gios Torino con la que debuté en Kelme de profesional. Desde hacía mucho tiempo estaba detrás de ella. Son ilusiones que se consiguen.

Es evidente que le va bien la vida.
Afortunadamente, sí. Soy trabajador y disciplinado. Sin buscarlo, el destino me ha sonreído. Tengo un negocio relacionado con el mundo de las bicicletas. Desde 1999 trabajo como asesor técnico de la Vuelta y en Teledeporte llevo desde 2000 haciendo el calendario de clásicas como comentarista. Tengo esa suerte y ese privilegio.

¿Nunca trabajó en otra cosa?
He trabajado en las tierras de mis padres. Mi padre compaginaba industria y agricultura y le ayudaba según las épocas. Pero toda mi vida laboral, desde que me di de alta, está relacionada con el mundo del ciclismo.

Entonces no tiene prisa por la jubilación.
Ninguna, porque hago lo que me gusta. La prisa me la marcaría la salud y la edad. Pero si sigo bien no me importaría prolongarlo. Mi rendimiento profesional por ahora corresponde. A veces, hay momentos no tan buenos, pero el balance es muy positivo.

¿Qué queda del ciclista?
En mi caso es un deporte que me encanta. Lo vivo hasta en el negocio. Cada día intento ser mejor profesional. Busco las soluciones que necesitan mis clientes y sobre todo libertad, aventura y reto personal. Al lado del ciclismo mentalmente puedes viajar muy lejos. Para mí en la bicicleta hay muchas más cosas que el esfuerzo del pedaleo.

¿De quién aprendió más?
Mis espejos fueron  mis padres. Me transmitieron unos valores, un carácter honesto. Pero nunca olvidaré a Jordi Roca, que fue uno de los que más innovó en los años 70. Tuve la suerte de tenerlo al lado y de mantener un vinculo con él.

¿Qué le queda por lograr?
Siempre queda. No soy conformista. Soy luchador. Pero quiero continuar siendo como soy. Quiero vivir cada día con el reto de ser mejor. Me basta con ir mejorando y que me respete la salud.

De 2007 a 2011 hizo Titan Desert. ¿Por qué lo dejó?
Para ir a una prueba debes tener tiempo para prepararte y a partir de 2012 no tenía el suficiente tiempo para entrenar. Y empecé a decir, ‘bueno, al siguiente iré’ y estamos en 2023 y todavía no he vuelto. Pero nunca se sabe.

 


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