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La canción que Serrat dedicó al ciclismo en un Talbot Horizón

Fue enviado especial al Tour de Francia de 1984 en un Talbot Horizón con los compañeros de ‘El Mundo Deportivo’. Allí, dedicó la letra de una canción al ciclismo que, 40 años después, aún está esperando música.

Sabía de su afición por el fútbol y por el Barça.

Sabía que le dedicó una canción a Kubala y que llegó a saltar al césped con una camiseta del número ‘9’ del Barça que es su posición favorita.

Pero hasta que este artículo, escrito por Xavier G. Luque en La Vanguardia, se acercó a mí, o yo me acerqué a él, desconocía la afición de Joan Manuel Serrat por el ciclismo.

De niño, recortaba y coleccionaba crónicas de ciclismo. Más que eso aún: el autor de ‘Cantares’, de ‘Penélope’, de ‘Hoy puede ser un gran día’, ‘de Tu nombre me sabe a yerba’ y de la vida misma, también dedicó una canción al ciclismo que, 40 años después, todavía espera música (quién sabe si algún día).

La canción se llamó ‘Abur, me voy al Tour’ y la letra decía así:

Si usted tiene libres tres semanas
y el mes para echar por la ventana
si en su casa, usted ya no interesa
pues cambió la pasión por la pereza
si le consienten sus fugas prolongadas
y sus ausencias ya no importan nada.

Es hora de que empiece
a pensar en el Tour
y abur, abur, abur.

Si entra en sus planes tomarse por la vida
cervezas tibias y la sopa fría.

Y pasear sin enterarse donde estuvo
y recorrer sin acordarse donde anduvo.

Ir siempre al frente, por no ir a la zaga
y empujar con el casto Luis Gonzaga.

Si no le desvela el ronquido anónimo
del inquilino que escribe con seudónimo
ni pedir la llave en un hotel huraño
cuando le asalten ganas de ir al baño.

Si le gusta a usted tanto el ciclismo
que le duele el forúnculo a usted mismo.

Si no le teme a pespuntear los precipicios
e incorporar entre sus muchos vicios
la conducción de coche a tumba abierta
tomar las curvas sin cerrar la puerta
manejar el timón con el pie izquierdo
como lo hace allí el chofer cuerdo.

Y si le gustan las salas de prensa
donde apestar a chivo no es ofensa
y le huele el francés a sopa y pan
y le huele a choucroute el alemán
y a camembert los suizos periodistas
(porque allí somos muy nacionalistas…)

Si usted es hombre de hábitos sencillos
como lavar de noche calzoncillos
y le caben de una sola vez
dos metros largos de ese pan francés,
deje en casa sus aires de elegancia
y venga a mover el culo al Tour de Francia

Hoy, Serrat es un hombre de 80 años. Un mito viviente que en la letra de esa canción, que escribió con 40, radiografió en dos minutos lo que significa seguir un Tour con la misma naturalidad que radiografió el Mediterráneo (“…En la ladera de un monte, más alto que el horizonte, quiero tener buena vista, “mi cuerpo será camino”) y que lo ha radiografiado todo.

Se trata de Joan Manuel Serrat: el hombre que en aquel verano de 1984 aceptó la oferta de Antonio Vallugera, mítico periodista que entonces cubría el Tour de Francia con Javier Dalmases para ‘El Mundo Deportivo’:

-¿Te quieres venir con nosotros en el coche?

Serrat le pidió a su agente que no contratara conciertos en julio. Y se subió a aquel Talbot Horizón de la época e hizo una relación con el ciclismo que no sólo se materializó en la letra de una canción, sino también en una sucesión de artículos para ‘El periódico’ bajó el epígrafe ‘Chupando rueda’ en el que el primer día explicó:

“Hoy empieza el Tour de Francia. Y yo, aquí, en medio del mogollón, acordándome de Turró y del Trenzano… y de mí mismo, hace veinticinco años, cuando jugábamos con ciclistas de plástico encima de una mesa de ping pong en el patio de la señora Antonia”.

Pero, sobre todo, fue uno más.

“Aquí estoy yo, en la sala de prensa del hotel de Ville de Bobigny, en medio de un personal que no para de darle a la máquina de escribir frenéticamente, pronosticando suposiciones”.

Y Serrat pasó horas y horas en el coche. Y se alojó en habitaciones que no eran habitaciones de hoteles de cinco estrellas. Y escribió de Fignon, de Herrera y, sobre todo, de Perico y de su victoria en la cima de Luz Ardiden. Y de pavés y de montañas y en sus columnas nos dejó párrafos como este que todavía hoy es un regalo a los oídos:

“Es recomendable encomendarse a todos los santos y tener la suerte de ser oído para salir bien librado de esa epopeya. El payés éste año no le cobrará el Tour su peaje de ruedas y de clavículas, pero uno siente que le han birlado uno de los más bellos y dramáticos paisajes habituales en la Vuelta Ciclista a Francia”.

Pero, sobre todo, fue Serrat la noche que inventó la letra de esa canción pensando en el Tour, pensando en el ciclismo, pensando en aquellos días que estaba viviendo y en los que también hizo amistad con el gran Luis Ocaña, que era comentarista en la radio de José María García.

Y como si fuese unido al incompleto destino de la canción, Luis Ocaña (con 48 años) y Antonio Vallugera (con 47), se suicidaron años después como nos contó Jon Rivas en su libro: ‘En París se han vuelto locos’.

Y, de momento, la letra de la canción ‘Abur, me voy al Tour’ ahí sigue esperando paciente y silenciosa por si algún día a Joan Manuel Serrat  se le ocurriese recuperar el pasado..

Y, fuera como fuese, sería un maravilloso regalo para este ciclismo que tanto queremos.


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