Chema Rodríguez fue el creador de ‘Meta 2 Mil’, donde estuvo 23 años como director. El día que se quedó en paro con 56 años se dio cuenta de lo que ya sabía: sólo era uno más. Y tuvo que aprender a sobrevivir.
Su currículum en el ciclismo es inmenso. Fue jefe de prensa de la Vuelta a España. Trabajó en la COPE. Pero sobre todo fue el creador de ‘Meta 2 Mil’, aquel semanario tan combativo que acompañó a generaciones enteras y que llegó a chocar con Eufemiano Fuentes. Hoy, Chema Rodríguez es un hombre de 73 años que vive en Benidorm.
Hasta que se acabó todo.
Todo se acaba. Yo empecé en 1975, con 25 años en el ciclismo. Y la primera vez que se acabó fue en 2006 cuando salí de ‘Meta 2 Mil’ tras 23 años. Tenía 56 y no tenía derecho a paro porque yo era gerente, director y socio. Envié currículums y no me contestó nadie.
Por lo menos, tendría ahorros.
No tenía nada. Cobré mi última nómina el día que me despedí. Y al día siguiente, ya no cobraba. Yo tenía un jornal que no era el de Pedro J. ni el de Carlos Herrera (risas).
Y se refugia en las redes sociales.
Bueno, la primera web de ciclismo la hice yo. Se llamaba todociclismo. Entonces ya se sabía que tarde o temprano la prensa de papel estaba condenada. El futuro ya estaba llegando. El presente ya era la comunicación digital.
Y sobrevivió.
Siempre he sido un superviviente, sí.
También tendría muchos contactos.
Sí los tenía, pero el que me ayudó fue Quico García, que me dijo ¿has pensado en ser community manager de los ciclistas? En el extranjero esto va muy bien’. Fui a Ávila. Hablé con Carlos Sastre y se convirtió en mi primer cliente. Luego, se creó una agencia de representación de ciclistas, entre los que estaba Purito, y yo llevaba la comunicación.
¿Y el día de la jubilación fue el mejor o el peor?
No me jubilé voluntariamente. Pero Carlos Sastre se retiró. Y luego Purito. Y con los años ves que te quedas desfasado. A medida que se retiraban, ya no cogía ciclistas nuevos y fui perdiendo los clientes. El último fue el piloto Nani Roma hasta que tuvo un cáncer hace tres años. Me cogió con 69 años y lo dejé, porque ya tenía pensión.
¿Y qué tal es la pensión?
No demasiado alta, pero la suficiente para llegar a fin de mes.
¿Y cómo le trató el ciclismo?
Estuve muy, muy enamorado. Pero como ocurre en las mejores familias me he ido desenamorando. Ahora me aburre. Pero no quiero ser el abuelo cebolleta ni decir que el ciclismo de antes era mejor, porque no era ni mejor ni peor. Eran los ojos que lo veían entonces y los que lo ven ahora.
¿Y no se puede volver a ser el mismo?
Nunca somos el mismo. Ahora practico el remo. Tengo 73 años y los demás están en los cuarenta y tantos. No tengo contacto con gente de mi edad porque no andan, no hacen remo ni gimnasio. Pero también te digo que todos somos el niño que fuimos. Lo que pasa es que la vida y el espejo te recuerdan que cumples años.
¿El ciclismo le trató bien?
Ni bien ni mal. Mira, el ciclismo es una carretera, una bicicleta y un ciclista. Eso es el ciclismo. Todo lo demás es sobrevenido. Y ahí siempre está el esfuerzo, el cansancio es la misma pese la bici veinte o seis kilos, lleves ropa de algodón o de licra. Al final, el ciclismo es como cualquier trabajo.
Fue su trabajo.
Yo era un periodista de investigación. En el semanario destapaba corrupciones que no trataban los demás periódicos y que no encontrabas ni en ‘Marca’ ni ‘As’. Ahora, pienso que para qué me metía en esas trifulcas que sólo provocaba que los ciclistas me mirasen mal porque, excepto para los sindicatos, el nuestro era un medio incómodo.
Por eso con 56 años envió curríulums y no le contestó nadie.
Bueno, pero eso son los medios. ¿Cómo van a contratar a un periodista que viene de dirigir un medio de 23 años? ¿De qué lo pones? Y yo no pedía un despacho. Me conformaba con ser un redactor de mesa. Pero ni siquiera eso. Es más, no obtuve ni un ‘Chema lo siento, no tenemos nada para mí’. Sé que tenía dos teléfonos que no paraban y que, a los tres o cuatro días, dejaron de sonar.
Que asco de vida a veces.
Pero esto es así. El que crea que es importante se equivoca. Pero eso lo tenía claro. Seguro que yo también lo hice sin darme cuenta cuando me pidieron trabajo.
¿Quién fue el mejor amigo que hizo el ciclismo?
No tuve amigos. Solo conocidos. Debía mantener distancias. Yo hablaba con todos. Pero nunca me marché con un ciclista de copas ni con un director deportivo. Yo no era de nadie y mira que me metí hasta la cocina. Seguía las etapas en los coches de los directores deportivos. Eso no lo hacia nadie. Aprendí a ver cómo daban instrucciones, cómo funcionaban. Pero ahí lo dejaba.
¿Y García no le ofreció contratarle?
No, porque él solo vivía la Vuelta a España que era su escaparate. Pero en cuanto acababa la Vuelta se olvidaba del ciclismo.
¿Calló mucho?
Callé todo aquello que no pude demostrar. Nunca publiqué nada sin pruebas. Nadie me dijo, ‘eso que habéis puesto es mentira’.
Pero acabó en los juzgados con Eufemiano Fuentes.
En la Vuelta de 2001 publiqué el mensaje que Eufemiano, siendo médico del Kelme, dejó grabado en el contestador de Ángel Casero, que entonces corría en Festina, para que atacase a Óscar Sevilla, que era su corredor. Nosotros nos enteramos por una cinta que llegó a nuestra redacción y que nos dejaron en el buzón. Y como se identificaba claramente su voz lo publicamos.
Y le salió caro.
El nuestro era un medio pequeño, sin gabinete de abogados. En la sentencia no se dudó de la veracidad de la información del mensaje de Eufemiano a Casero, pero chocaban dos derechos constitucionales, el de la información y el de la intimidad y…
En definitiva, que vive mejor ahora.
Sí, aquí en Benidorm. Me asomo a la ventana y veo el mar. Pero yo siempre he intentado vivir bien. Nos merecemos intentarlo.
