La vida desde el extremo

Cuando Cruyff llegó al Barça en 1988 e instauró el método que acabó transformando el Barça en la referencia mundial del fútbol convirtió la figura del extremo en imprescindible

Lo mismo le sucedió a Pep Guardiola, que cuando asumió el reto de entrenar al Barcelona B, en 2007, pidió la lista de futbolistas que podían jugar de extremos

Abde Ezzalzouli tuvo sus primeros minutos en el primer equipo del Barça contra el Deportivo Alavés

Abde Ezzalzouli tuvo sus primeros minutos en el primer equipo del Barça contra el Deportivo Alavés / David Ramírez

Xavi Torres

Xavi Torres

Cuando Johan Cruyff llegó al Barça en 1988 e instauró el método que acabó transformando el Barça en la referencia mundial del fútbol convirtió la figura del extremo en imprescindible. Un día, en un partidillo de pretemporada en Holanda, cambió a diez futbolistas porque no estaban siguiendo sus instrucciones. El único superviviente, Txiki Bergiristáin, manifestó su sorpresa porque apenas había tocado el balón.

Su virtud, sin embargo, había sido mantener su posición bien abierta en la banda izquierda. Con Cruyff jugaron de extremo, siendo de la casa, Carrasco, Maqueda, Juan Carlos Moreno, Pinilla y Roura, y fichó a Begiristáin, Cuéllar, Ekelund, Eskurza, Figo, Goikoetxea, Hagi, Korneiev, Lineker, Onésimo, Prosinecki, Quique Estebaranz, Julio Salinas, Stoichkov y Valverde. En ocho temporadas, 20 futbolistas. La búsqueda de extremos fue una obsesión.

Lo mismo le sucedió a Pep Guardiola, que cuando asumió el reto de entrenar al Barcelona B, en 2007, pidió la lista de futbolistas que podían jugar de extremos. No había. A Pedro – por entonces, Pedrito-, se le iba a ceder. El técnico detuvo la operación y el canario se convirtió en pieza clave de su Barça ganador.

En cuatro temporadas, Guardiola hizo jugar en la banda a Afellay, Alexis, Bojan, Cuenca, Deulofeu, Eto'o, Gai, Gudjohnsen, Henry, Hleb, Ibrahimovic, Iniesta, Jeffren, Messi, Nolito, Pedro, Sergi Roberto, Tello, Víctor Vázquez y Villa. También 20 jugadores -pero en la mitad del tiempo que su maestro-, 12 de producción propia y ocho, contratados. Como le sucedió a Johan, su búsqueda fue incansable.

 Llegó Xavi y en su primer entreno decidió subir a los cuatro extremos del Barça B -Abde, Aranda, Ilias y Jutglá- para verlos en acción. En un partido ya han jugado dos de ellos. Y es que para Xavi, como para Johan y para Pep, la posición del extremo es clave para entender todo el sistema de ataque.

El balón

¿Por qué es tan importante el extremo? “Queremos mandar los partidos, jugar en campo contrario y atacar”, dijo Xavi en una comparencia ante los medios marcada por las explicaciones futbolísticas (¡maravillosa noticia que vuelva la pedagogía a la sala de prensa!) y la defensa que el entrenador hizo de la actitud de sus jugadores. Actitud “rozando la excelencia”, añadió.

Sin embargo, también hizo referencia a la necesidad urgente de que sus hombres -y sus adolescentes- entiendan el porqué de sus movimientos. “Debemos entender el juego, saber como y cuando atacar para generar más ocasiones y ser mejor que el contrario”, declaró ante los periodistas. O sea, buena actitud, mala puesta en escena de los fundamentos de ataque. “Tiempo y paciencia”, dijo. Xavi está sorprendido de lo mucho que había y lo poco que hay. Le tocará ponerse el traje de profesor.

Como Xavi Hernández quiere atacar, necesita el balón. Durante la primera parte su equipo lo tuvo en un meritorio 70% del tiempo, chutó siete veces, creó cuatro ocasiones y tuvo al Espanyol encerrado en su área gracias a una presión post-pérdida bien formulada. Tras el descanso el Barça no se adaptó a las nuevas reglas del partido -el gol, los cambios, la presión por la clasificación...- y cedió diez puntos de posesión y, como consecuencia, muchos más de orden.

Por eso no atacó y por eso no presionó bien. Simplemente, estaba mal puesto en el campo. El equipo de Vicente Moreno fue mejor, dominó el juego, hizo dos palos y cometió el error del partido, obra de Dimatá, con un remate de gol que no lo fue nadie sabe aún por qué. Fue el Barça de Koeman pero con suerte. “Tenemos mucho trabajo por delante”, manifestó Xavi, aliviado por el marcador pero preocupado por lo visto. “Físicamente no tenemos ningún problema. El nuestro es de fútbol. Son chicos jóvenes que todavía tienen mucho por aprender”, se justificó. En sus manos está la solución.

Ilias y Abde

 La vida del juego del Barcelona comienza en la posición del extremo. De entrada porque es una referencia para los compañeros. Cuando el equipo roba el balón sabe que tiene una pieza fija preparada para recibir. Por eso es tan importante que esté atenta, concentrada y en la posición justa, según el balón, tan adelantada como le sea posible.

Y, a continuación, porque una vez ha llegado la pelota a esa demarcación, empiezan los movimientos para llegar a puerta. “No se trata de tener el balón solo por tenerlo; debemos ser más profundos y más atrevidos para generar ocasiones y hacer goles”, repitió el entrenador tras el partido. Y ahora más, sin Messi y sin hombre gol en la plantilla.

 ¿Y cómo se logra eso? Xavi quiere abrir el campo para fijar a los laterales rivales y así obtener más espacios por dentro. Como las ausencias de Ansu y Dembélé son muy importantes y la plantilla no tiene más extremos -quizás Demir es adaptable- Xavi tiró de sentido común y se fue al filial a buscar uno. De él necesita disciplina para quedarse abierto, a riesgo de intervenir poco en el juego, y atrevimiento para buscar el uno contra uno que provoca las superioridades que necesita el equipo.

Apostó de salida por Ilias (17 años) para jugar de extremo derecho, que cumplió en lo primero pero se quedó corto en lo segundo. Se atrevió en sus dos primeras intervenciones (segundo 50 y minuto 7) pero acabó superado por Pedrosa. Ilias no consiguió equilibrar los ataques del equipo que, una vez más, llegaron en su mayoría por la banda izquierda, la de Jordi Alba. En la primera parte, diez ataques por su sector, apenas dos por el de Ilias.

 En el descanso Xavi lo cambió por Abde (19 años), jugador acabado de llegar del Hércules. “Encara, juégatela”, le animó su entrenador. Y lo hizo. Exactamente, en siete oportunidades, en algunas retando situaciones de dos contra uno. Jugó un gran partido, aunque le tocó bailar en la peor fase de juego de su equipo.

El falso 9

Con los extremos abiertos -en el caso del Barcelona del sábado, con un dibujo asimétrico -Ilias/Abde por la derecha y Alba, por la izquierda- hay que entender el juego para saber por donde atacar. Con el Espanyol en bloque bajo y con defensa de cinco hombres, estos jugadores están abiertos para generar espacios por dentro, pasillos interiores que deben ser leídos principalmente por el delantero centro y los interiores, pero también por el extremo del lado contrario.

 La función del 9, en este caso Memphis, debe revisarse. Su trabajo es fundamental en dos situaciones. La primera, en dar profundidad con continuos desmarques de ruptura. Para entendernos, el ejemplo sería la acción del penalti a los 46 minutos de juego. Jugada de Gavi, desmarque hacia dentro de Memphis y ocasión de gol. Bien, pues eso continuamente, incluso en acciones en las que sabe que claramente no va a recibir el balón pero va a generar espacios, cosa que no sucede ahora.

Al delantero holandés le gusta más recibir balones al pie. Esta es la segunda situación, jugando como falso nueve y ofreciéndose para la pared tratando de habilitar al hombre libre (“hay que encontrar al tercer hombre, saberlo ver, provocar la jugada”, en palabras de Xavi).

Para ello, Memphis es clave. No se trata de repetir las irrepetibles acciones combinativas de Messi, Iniesta y el Xavi futbolista pero sí de crear los mecanismos para aprovechar la posición abierta de los extremos. Además, jugando fuera del área, Memphis puede impulsar su cañón para chutar desde la larga distancia -otra de sus virtudes-. ¿Cuándo debe correr o cuando, acercarse? Esta es la cuestión.

Los interiores

Este “tercer hombre” del que habla el entrenador de Terrassa puede ser Frenkie de Jong. En este sentido, la primera parte del holandés fue esperanzadora. No hay dudas de que hubo charla con su nuevo técnico. En los minutos 3, 6 15 y 23, De Jong entró como un cohete en el área aprovechando los espacios que generaba Memphis saliendo de ella.

Luego se apagó un poco. Así y todo, en la segunda parte lo volvió a intentar a los 64 minutos, marcando incluso un gol, bien anulado por fuera de juego. “Hay que atender a los momentos porque perdemos muchas jugadas por no acertar”, dijo Xavi, refiriéndose a los siete fueras de juego de sus equipo. Alerta, Memphis.

También apareció más cerca del área Nico González, que chutó alto a los 10 minutos; pidió penalti, a los 15; entró por el pasillo interior derecho a los 41, con mal pase de Mingueza, y no pudo dar continuidad a un pase de Sergio porque estaba en fuera de juego, a los 46. Todo en la primera parte. Respecto a Gavi, falso extremo izquierdo, más de lo mismo. Y pronto llegará Pedri. Y parece que Riqui va a tener más protagonismo.

 En este sentido, con el mejor maestro posible -Xavi es el ejemplo perfecto de lo que debe ser un interior en este sistema-, De Jong y Nico jugaron más cerca de lo que marcan los cánones, incrustados entre la defensa y el centro del campo rivales.

Otra vez el extremo: como Aleix Vidal y Pedrosa debían atender a sus obligaciones por fuera, Frenkie se situó a la espalda de Yangel y por delante de Sergi Gómez mientras Nico hacía lo mismo entre Darder y Cabrera. Recibir en estas posiciones genera automáticamente superioridades por dentro. El sábado, David López, como tercer central, eliminó espacios y opciones pero así y todo, sin apenas trabajo durante la semana, se vio la evolución.

Posesiones más largas

 “Hacen falta posesiones más largas para controlar el partido”, recordó Xavi el sábado después del sufrimiento final. Para ello, mejor juego de posición y menos pérdidas del balón. Tras el descanso el Barcelona marcó y se asustó. Cuando tuvo el premio se distrajo. De repente, el balón era perico y las mejores ocasiones, también.

Hay quien le gusta este escenario, cerrándose y contraatacando, pero a Xavi, no. Xavi prefiere tener el balón en sus pies, jugar en campo contrario, atacar y aplicarse con la presión y las vigilancias ofensivas, cuando el Barça ataca, sus defensas deben marcar a los delanteros rivales para evitar, tras la pérdida, que reciban el balón y puedan organizar la contra. “Debemos estar más atentos a esto”, recordó el técnico de Terrassa, impresionado por la actuación de Raúl de Tomás y algunas debilidades defensivas propias.

Efectivamente, tras el descanso, el Barcelona no fue el equipo que quiere su entrenador. Otra vez distancias entre líneas, otra vez pérdidas de balón injustificables, otra vez poca concentración en instantes claves. Otra vez, sin balón. Esta vez, eso sí, con la flor que no tuvo Koeman. “Las victorias traen confianza y nosotros vamos a trabajar para revertir esta situación”, concluyó el técnico catalán. “Queda mucho tiempo y debemos aspirar a todo. Somos el Barça”. Mañana toca el Benfica, una primera final de Champions, ya en noviembre. Y sin tiempo para trabajar, que es justo lo que le hace falta al equipo. Trabajo. Mucho trabajo.