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Daniel Felipe Martínez: cuando uno está a tope no tiene ganas de abrir la nevera

Es una explicación casi científica que vamos a relatar a través de Daniel Felipe Martínez. Si no existiese Pogacar, gobernaría este Giro. Hoy, en el alto del Prati di Tivo, volvió a confirmarlo. 

 

Entonces fue en el Puy Mary, sí.

Que es el mejor recuerdo.

En el Tour de Francia de 2020, sí, que también fue el Tour de las mascarillas.  

Y que ya queda tan lejos.

Daniel Felipe Martínez ganaba esa exigente etapa en el Puy Mary tras siete puertos de montaña donde, como tantas veces explican los doctores colombianos, “la mente y el físico son los principales rivales de un ciclista”.

Desde entonces, ha hecho cosas interesantes: fue quinto en un Giro (2021), ganó una Vuelta al País Vasco y fue tercero en una París Niza.

Pero jamás hemos vuelto a ver a Daniel al nivel que le estamos viendo en este Giro.

Es más, si no existiese Pogacar, el jefe sería él: Daniel Felipe Martínez.

Y, si existía alguna duda, en la dura subida a Prati di Tivo de hoy, la ha solventado con un sobresaliente en el examen.

Y, claro, Colombia está que no cabe en sí de gozo.

Y es normal porque Daniel Felipe Martínez, a los 28 años y en este maravilloso mes de mayo, y con el uniforme del Bora, y con una seguridad en sí mismo que es una batidora, dice que atentos a él, que su sentimiento “es bueno” y que cada día es “un nuevo desafío”.

Daniel tiene su peso perfecto: 59 kilos para una prueba de tres semanas.

La cara afilada como corresponde y la mente limpia y despreocupada.

La cara de un afortunado porque él siempre tiene presente aquellos días del confinamiento en los que su entrenador le decía:

-Haz dos horas de rodillo y así paulatinamente.

-Pero yo ya estoy desesperado de Zwift y las plataformas -contestó él a los periodistas de ‘El Espectador’ aquellos días cuando le llamaron para hacerle una entrevista.

-Apenas un kilo. Y comía un montón. Eso era abra la nevera a toda hora -añadió cuando le preguntaron si había subido de peso-. Estando en la casa a uno le da más hambre. Después empecé a bajarle. Y el cuerpo lo entiende. Ya te llenas con una arepa y un café al desayuno, una ensalada con arroz y proteína al almuerzo, y así. Llegué a comerme hasta cuatro arepas de un batacazo.

Pero ahora en el Giro no le llama el aburrimiento, sino el desafío. Y el desafío te quita las ganas de abrir la nevera.  Y Daniel tiene 28 años y la indomable sensación de la felicidad y Colombia está atenta a él y nosotros mismos le agradecemos que el ciclismo colombiano vuelva a resurgir de esta manera en una grande.


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