Los tres atletas están exprimiendo al máximo la convivencia en Bronchales
A casi 1.600 metros por encima del nivel del mar, en la bonita Sierra de Albarracín. Con temperaturas que a menudo a principios de noviembre no se levantan por encima de los 3º. La apacible y tranquila localidad de Bronchales, que apenas llega a los 450 habitantes, alberga a tres de los mejores fondistas del momento. Sus largos caminos, esa altura tan demandada por los atletas para endurecer los entrenamientos y luego rendir mejor cuando bajan a nivel de mar y esa calma que antes mencionábamos la convierten en una especie de Centro de Alto Rendimiento rural. Como Sierra Nevada, pero sin pista, ni instalaciones de última generación, ni los mejores biomecánicos de Europa. Pero encanto.
Esta localidad turolense (esta a 45 minutos en carretera de la capital de la provincia) es uno de los santuarios para los chicos de José Luis Mareca. Tanto es así, que desde hace varias semanas Camilo Santiago, Toni Abadía y Carlos Mayo se encuentran preparando la gran cita de este 2020, el Maratón de Valencia. Bueno, en el caso de Carlos la media. Será su estreno en la distancia. Igual que para Toni, que por fin podrá debutar en los 42,195 kilómetros tras la lesión del año pasado. Ya es un veterano el riojano Camilo Santiago, que tiene una mejor marca de 2:10:02, lograda precisamente en Valencia en 2019.
Charlamos con Camilo sobre esa estancia en Bronchales, sobre su día a día y el planing estricto que siguen con vistas a la gran prueba. “Hasta ahora había hecho un tiempo magnífico, inusual por estas fechas, pero la temperatura ha caído en picado. Esto ya es Bronchales en estado puro”. “Estamos bien, estamos llevando una preparación hasta el momento no diría que perfecta, pero sí que por lo menos sin altibajos, cumpliendo con todo lo planeado con Pepe. Hablo de mi caso y de los de Toni y Carlos también. Estamos contentos y motivados con todo lo que nos queda hasta el día 6″, añade.
Camilo, Toni y Carlos han alquilado una casa en la pequeña localidad turolense. Obviamente pasan muchas horas juntos, no solo entrenando. “La convivencia es muy buena, somos tres muy buenos amigos. Está siendo muy fácil y la verdad que también divertida. Para mí está siendo una experiencia muy buena. Sí había hecho otras concentraciones, pero en momentos distintos y fastidiado con el tendón y apenas las pude disfrutar. Aquí sí estoy disfrutando de cada entrenamiento, aprovechándolo a tope, ese sufrir que reconforta, que sabes que todo el trabajo va a tener su fruto y estoy con muchas ganas. El tándem aragoriojanomurciano de nacimiento que soy nos llevamos muy bien. Tenemos en casa un orden establecido no escrito de tareas que funciona aunque a veces les tengo que dar con el látigo la verdad que son buenos chavales y congeniamos muy bien”.
“Solemos levantarnos a las 8-8.30 para desayunar y hacer la digestión para hacer una primera sesión de entrenamiento en torno a las 10.30, depende del entrenamiento que sea. Entrenamos, volvemos, nos duchamos, solemos comer pronto, sobre las 13:30 para hacer la digestión, sobre todo los días que tenemos doblaje por la tarde, que suelen ser tres (lunes, martes, jueves o martes, miércoles, jueves). Luego por la noche cenita sobre las 21, ver un poco la tele y alrededor las 23h a la cama para descansar, que es la clave de todo esto, sin descanso no podríamos aguantar este ritmo”, comenta Camilo.
Como decíamos, hay bastante tiempo para el ocio. Podríamos decir que el modo de vida del ‘tridente’ se asemeja bastante al que llevan los keniatas en sus míticos ‘training camps’. “También tenemos tiempo para divertirnos. Estamos en una casa grande que hemos alquilado en Bronchales, con jardín y barbacoa. Los fines de semana para salir de la rutina pues hacemos algo en la barbacoa, a Carlos y a mí nos gusta bastante cocinar, el otro día hicimos una paella por ejemplo. La Federación nos está apoyando en esta concentración y se lo queremos agradecer. Estamos muy cómodos y ya que el entrenamiento y trabajo es duro pues estar a gusto es vital”.
Santiago valora su momento actual y lo compara con cómo estaba hace exactamente un año cuando también encaraba la recta final de su preparación para Valencia. “Creo que tanto Pepe como yo coincidimos en que llegados a este punto estamos mejor que el año pasado en el que fui el mejor español en la maratón con 2:10; estaba muy bien, tenía mucha confianza, pero este año me nota que en cuanto a volumen de entrenamiento estoy haciendo algo más, sobre 10-15 más semanales, eso me va a dar un punch. Esta concentración en altitud también seguro que me da un extra. Trataré de que eso juegue a mi favor cuando bajemos a nivel del mar a competir”.
“Los tiempos de los entrenamientos y las series pues evidentemente se ven un poco mermados al estar en altitud, pero varían muy poco así que Pepe y yo coincidimos en que estoy mejor que el año pasado a estas alturas. Muy motivado, confiado y las sensaciones musculares y así son buenas. El cuerpo cuanto más lo ponemos al límite mejor responde. Lo pasé fatal durante la pandemia, pensaba que no iba a volver a coger el ritmo; estoy feliz de volver a mi mejor nivel y estoy con ganas de que pasen estas tres semanas. Hasta el 22 estaremos aquí en Bronchales, otra semana en Zaragoza y la última ahí ya en Valencia. Salir, darlo todo, el objetivo es bajar de 2h10 y, por qué no, ser el mejor español, por lo menos estar en la pelea lo máximo posible”.
Le preguntamos a Camilo por el famoso tapering antes de salir a darlo todo por las calles valencianas en el maratón. “Será un poco lo que Pepe mande. Nos bajamos de aquí el 22, haremos una semana de entrenos en Zaragoza y la última, la de aproximación, entre Zaragoza y Valencia. La penúltima semana será de en torno a 150 kilómetros y la siguiente, la del maratón, prácticamente entre entrenamientos y la carrera sumaremos 100-110km (hasta el maratón 50 o 60). Mucho descanso, fisio, comer bien, evitar cambios bruscos de temperatura, etc.