Barça, borrón y cuenta nueva

El equipo cierra una temporada irregular con una apática victoria en el campo del Eibar

Un golazo de Eibar coloreó un partido gris, que alimenta la idea del final de ciclo apuntada por Laporta

El Barça cierra LaLiga con una victoria en Eibar: el resumen del partido

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Un aire de melancolía envolvió el último partido de la temporada. Mientras el Atlético de Madrid cantaba victoria en Valladolid, el equipo azulgrana cerraba la Liga en Ipurua en un ambiente de apatía y resignación. Imposible no pensar en qué hubiera pasado si el Barça hubiese solventado partidos teóricamente fáciles, semanas atrás, para sumergirse de lleno en la pelea por el título. Una simple ilusión.

El de Eibar fue un partido gris, tan solo coloreado por un golazo de Griezmann en la segunda parte, epílogo de una temporada extraña y desconcertante porque el Barça atravesó todos los estados de ánimo imaginables, de la decepción a la euforia, con muchas dudas y alguna que otra certeza. No resulta fácil resumir la temporada del Barça: el equipo arrancó en un pozo y deja un poso agridulce, con algunos elementos dignos de aplauso y otros que merecen una profunda reflexión.

Nadie mejor que Koeman representa este Barça crepuscular: habitualmente volcánico durante los partidos, al entrenador holandés se le vio resignado y alicaído en Ipurua; decepcionado con el equipo pero también con el club, consciente de que solo un cambio radical de guion le permitirá continuar en el banquillo.

Agridulce despedida

Su imagen transmitió la melancolía de las despedidas. Lo que pudo ser y no fue, la realidad que siempre estropea las expectativas: Koeman llegó para rescatar a un equipo que había tocado fondo tras el 2-8 de Lisboa. Asumió como propias algunas decisiones del club (la venta de Luis Suárez, flamante ganador de LaLiga), reflotó la mentalidad del equipo, apostó por los jóvenes y ganó la Copa. Nunca se mordió la lengua y siempre ejerció como hombre de club. Pero se equivocó en algunos partidos de alto voltaje (le faltó un punto de osadía) y esos errores han sido un lastre imposible de compensar. 

Aires de agotamiento

El equipo alcanzó la orilla de la temporada con síntomas de agotamiento. Con el entrenador abandonado a su suerte -quejoso por la falta de apoyo desde el palco- y la plantilla desorientada, sin saber muy bien a qué atenerse. 

Ni siquiera Messi, nuevamente el mejor del curso, ha ofrecido pista alguna sobre su futuro. Ni las vacas sagradas ni los más jóvenes tienen asegurado un puesto en el equipo a partir del verano. 

Por eso, el pitido final en Eibar se convirtió automáticamente en el pistoletazo de salida de un periodo de decisiones de alto nivel en el club. Lo admitió el propio Joan Laporta, que habló abiertamente de ‘fin de ciclo’, una expresión que siempre abona teorías de todo tipo sobre revoluciones y terremotos. Aunque es probable que el club no pueda acometer tantos cambios como quisiera Laporta, al Barça le esperan semanas intensas, de decisiones quirúrgicas. Será un verano movido, con movimientos que a buen seguro generarán encendidos debates.  

Se trata de volver a estar en primera línea, de no asistir al desenlace de LaLiga como un simple secundario. Se trata de volver a competir en Europa (de las diez últimas finales de Champions, el Barça solo ha jugado una), de apostar firmemente por la cantera y acertar con los fichajes. El primer paso tiene que ver con el banquillo: Koeman se aferra a su contrato y a su capacidad para liderar el vestuario, pero la última palabra la tiene Joan Laporta.