Con el cambio horario y con la llegada de los meses de invierno, las horas de luz se reducen y los días son cada vez más cortos. Esto puede complicar las salidas en bicicleta si tenemos poco tiempo entre semana, por lo que es importante, si queremos salir a entrenar cuando es oscuro, contar con una buena luz delantera.
La luz es necesaria para alumbrarnos en la oscuridad y poder ver lo que tenemos por delante, pero también es fundamental por nuestra seguridad: ya sea en la carretera o en el monte. Los ciclistas debemos ser visibles en todo momento. Sin una buena luz delantera, olvídate de salir de noche.
La luz delantera es recomendable que sea blanca, con la potencia suficiente para iluminar al frente. La trasera deberá ser roja y visible para que los vehículos que circulan por detrás nuestro la puedan ver. Las luces, por lo tanto, son las mejores aliadas de los ciclistas que salen a rodar cuando ya no hay luz del sol.
En este caso, nos centraremos en las luces delanteras y vamos a analizar 5 aspectos clave a tener en cuenta antes de decantarnos por una o por otra. Hay muchos modelos y opciones en el mercado. Con este artículo, te será mucho más fácil escoger aquella que mejor se adapte a tus características de ciclista y necesidades. No es lo mismo ir por ciudad, que por carretera que en medio de un sendero muy oscuro.
La potencia de la luz se mide normalmente en lúmenes. Seguro que si habéis estado buscando luces o ya tenéis alguna en casa, os sonará. El lumen es una unidad del Sistema Internacional de Unidades y mide el flujo luminoso de una luz, en todas direcciones. Aunque también podemos encontrar el lux, que mide la iluminación de una superficie (lúmenes por metro cuadro), menos común.
La mayoría de fabricantes utilizan el lumen para indicar la potencia de sus luces, la intensidad, y es aquí donde debemos tomar la primera decisión. ¿Qué tipo de salidas vamos a hacer con nuestra luz? No es lo mismo ir por una ciudad algo iluminada, que por una carretera secundaria o un sendero muy oscuro. Porque hay luces de 10 lúmenes pero también las hay de 8.000.,
En este punto, hay que tener en cuenta que no todo son los lúmenes y que a veces, dos luces que tienen los mismos lúmenes iluminan distinto. Y es que no todos los fabricantes los miden igual, por lo que no te dejes engañar a simple vista por una luz de muchos lúmenes. Porque también influyen los focos y el diámetro de la haz, por ejemplo, y la calidad de los mismos. No es lo mismo que la luz se concentra en un punto concreto o si el radio de acción es más amplio.
Así, por ejemplo, cuanto más radio de acción, el haz de la luz se va a distribuir más, veremos más a lo ancho, pero será más tenue. En cambio, si el radio es más cerrado, la luz será mucho precisa y direccional.
Para tener una referencia de potencia y lúmenes, en función del tipo de ciclismo que practiquemos:
Otro de los puntos clave a tener en cuenta es el tipo de luz. En este punto, el proyector y la lente son claves para determinar la potencia y el alcance. Actualmente, la mayoría de luces para ciclismo están fabricadas con led porque duran mucho más y pueden producir más luz consumiendo menos energía.
Por lo tanto, si estamos pensando en comprar una luz delantera, es más que recomendable decantarnos por aquellas que tengan un foco led. Ya hemos hablado de la potencia, pero también hay que fijarse en como se forma el haz de la luz. Si mediante la propia lente o con un reflector. Ambos permiten controlar la luz.
La batería y su autonomía son otro punto clave de las luces delanteras para bicicletas. Juntamente con la potencia, es seguramente una de los aspectos a tener más en cuenta a la hora de escoger una luz u otra. En este caso, vale la pena invertir un poco más de dinero para que la luz dure un poco más y tenga una buena batería.
De baterías hay de muchos tipos:
En este caso, para que nos dure al máximo la batería, es clave ir jugando con la luz e ir adaptándola en función de la iluminación de los tramos de nuestra ruta. Si sabemos que vamos a empezar por ciudad y que en un punto X vamos a parar, ir adaptando la luz a cada situación para ahorrar energía y guardarla para cuando realmente la necesitemos. Sentido común.
Cuando compremos una luz, también hay que prestar atención al tipo de adaptador que lleva. Las más simples vienen con algún tipo de plástico o silicona que se engancha fácilmente al manillar.
Hay que fijarse también en la calidad de estos componentes para que se adapten lo mejor posible a la bicicleta y en caso de algún bache o terreno inestable, nos aseguramos de que no se caigan ni se muevan.
Otras utilizan abrazaderas de un plástico más resistente o incluso de metal. En este caso, hablamos de luces de más peso y voluminosas que necesitan de un mayor agarre. Hay algunas que incluso utilizan algún tornillo o pasador, para que queden bien fijadas.
Incluso, existen acoples que se compran de forma separada para adaptar la luz en algún sitio específico o con algo más de agarre, como puede ser debajo del ciclocomputador. En este caso, si practicamos MTB, es más que recomendable hacernos con una luz que tenga un agarre fiable para que podamos rodar con tranquilidad por cualquier sendero.
Y finalmente, otro de los aspectos a analizar cuando elijamos una luz delantera para nuestra bicicleta, son los modos de luz que ofrece.
Tenemos luces que ofrecen únicamente modos fijos o continuos con una potencia concreta. Acostumbran a ser las más sencillas y no nos permiten adaptar la luz.
Pero después hay luces que tienen distintos modos, que permiten regular la potencia en función de las necesidades y, en consecuencia, también alargar la autonomía. Algunos de estos modos son intermitentes, muy útiles cuando nuestra prioridad es hacernos visibles, y otros juegan con los focos led de la propia luz para hacerla más periférica o más centrada, por ejemplo.
Cuantos más modos tenga una luz, más juego nos dará. Aunque con 4 o 5 modos acostumbra a ser más que suficiente.