Te Veo Muy Delgado

Hoy lo habitual en quienes empiezan a correr es que lo hagan para perder peso, para luchar contra el colesterol, para hacer amigos, para aumentar sus posibilidades de copular, etc. Pero a algunos sencillamente nos gusta correr, e incluso nos da un poco igual la salud porque de lo contrario no haríamos series a las 5 de la tarde en verano.

A este punto de correr por correr pueden llegar también aquellos que vieron sus inicios promovidos por la incineración de lípidos animales o el reciclaje de su salud, ya que las endorfinas y el ambientillo de este mundo engancha. Y justo ahí es donde empiezan los problemas, o al menos el problema (si se puede considerar tal) que me dispongo a desgranar.

La obcecación atlética surtirá tu cara de relieves a medida que pasan los meses. El destierro de tu cara de pan será solo el inicio de tu metamorfosis, y entrando en la fase final empezarás a escuchar la frase, “te veo muy delgado”, canjeable también por “tienes mala cara”. El semblante del locutor te dejará claro que tu delgadez no es buena ya que su gesto caminará entre la pena y el asco. Decir que la fuente del comentario será la honestidad si proviene de alguien como tu abuela, o la envidia cochina si te lo dice por ejemplo otro runner (que obviamente conoce la problemática) al que sencillamente le jode que te estés quedando seco.

Bendito refranero, sarna con gusto no pica; y digo yo que habrá cosas mucho peores que quedarse más seco que el gargajo de una momia. Quizá no sea lo mejor para la salud lo de meterse tanta caña, o sí… Lo cierto es que si tengo que elegir entre una diagonal de perico sobre mi móvil (hablamos de cocaína) a las 5 de la mañana o 1h30′ de fartlek por montaña un domingo a las 8, elijo la segunda opción. Y respetaré cualquiera de las ellas pero, sí que os recomendaré no simultanearlas, que luego le echan la culpa al running.