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Tony Rominger: 30 años después (y sigue siendo un tipo único)

Publicado por
Alfredo Varona
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Hace 30 años, en la edición de 1992, Tony Rominger inauguró su hegemonía en la Vuelta a España. Hoy, es un hombre de 61 años, que habla cinco idiomas y que recordamos con inmenso cariño, sobre todo en Asturias

 

-Vais a ver: voy a cumplir con vosotros -contestó Tony Rominger.

Fue en la presentación con Clas Caja Astur cuando los dueños del equipo (“unos señores de otra época”, tal y como recuerda él), se preguntaban desde el cariño:

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-Este hombre pequeño, al que pagamos mucho dinero, ¿creéis que ganará algo?

La duda quizá era hasta razonable, porque Rominger venía del Toshiba, donde era un buen corredor, sin más.

Pero en el Clas iba a sacar lo mejor de sí mismo. Y todo arrancó en esa Vuelta a España del 92, donde estuvo realmente incontestable (Jesús Montoya, segundo y Pedro Delgado, tercero).

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Y aquello fue el inicio de su hegemonía en la Vuelta (que duró dos años más 93 y 94) y que completó con el Giro del 95 y con el segundo puesto en el Tour del 93, donde se las hizo pasar canutas a Indurain (nadie se lo puso tan difícil).

Rominger tenía 31 años en el 92, pero era un caso extraño. Un hombre que llegó tarde al ciclismo, a los 25 años, porque hasta entonces se dedicaba al ski. Y en un deporte como el ciclismo, en el que entonces la decadencia empezaba a partir de los 30 años, Rominger fue una maravillosa excepción.

Tuvo más prestigio que propaganda. Él,  sobre todo, hablaba en la bicicleta,  donde se defendía en todos los terrenos (hiciese frío o calor, lloviese o no lloviese) y donde se convirtió en el gran rival de Indurain por encima de Bugno o Chiapucci.

Le recordamos con enorme cariño porque era un hombre que vivía y dejaba vivir. No se amurallaba en el amor propio y, en especial en Asturias, la gente le apreció de veras. Allí había quienes, incluso, preferían a él en vez del propio Indurain.

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Así se lo contaba Tony Rominger a Javier Barrio, periodista de ‘El Comercio’ de Gijón en una entrevista reciente. “La gente iba con Indurain el 99 por ciento de las veces, pero en Asturias no era así”.

Hoy, Tony Rominger es un hombre de 61 años al que nos cuesta reconocer porque ya no le queda pelo. Habla cinco idiomas y se dedica, entre otras cosas, a la representación de deportistas entre los cuales siempre se les podría poner de ejemplo a él: Tony Rominger.

Por encima de su biografía, fue un ejemplo total de trabajo. Un hombre que supo encontrar su sitio en el ciclismo. Un hombre que se entregó en cuerpo y alma a la bicicleta y al que jamás se le recuerda faltar la educación a nadie. “Fue un honor dirigirle”, recordaba Juan Fernández,  su director en Clas.

Es más,  hace poco, Javier Maueón nos hablaba de Tony en una entrevista en la que quedaba claro el espíritu del suizo, cuya hegemonía se inauguró hace 30 años en la Vuelta a España.

Más allá de eso, podemos hablar en su currículum de otras dos Vueltas más, de un Giro de Italia, de dos Giros de Lombardía, de tres Vueltas al País Vasco, de dos París-Niza, de dos Tirreno-Adriático, de dos Tour de Romandía…

Quizá por eso es tan fácil de recordar y tan difícil de olvidar un hombre que nos hizo mejores a todos (incluidos los aficionados) que hoy sonreímos cada vez que escuchamos su nombre.

Y parece imposible que hayan pasado 30 años desde la primera vez. Pero así es el paso del tiempo.

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Alfredo Varona