Al relatar los grandes beneficios de la bicicleta, siempre aparece la cuestión ambiental. La contaminación lleva décadas siendo un tema candente, pero, en los últimos años, los esfuerzos por reducirla se han convertido en obligatorios.
Sin embargo, ¿es realmente la bicicleta el medio que menos contamina? ¿Es la mejor alternativa a los vehículos motorizados para el transporte? ¿Qué beneficios tiene? Estudiamos con detalle la relación entre bicicleta y medio ambiente.
La bicicleta siempre ha tenido muy buena reputación en lo que a medio ambiente se refiere. Se la suele señalar como el vehículo más ecológico en el que uno puede desplazarse, porque para su funcionamiento solo se requiere la intervención física. Siempre que no se trate de una bici eléctrica, claro.
En el 2010, la Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) realizó una estimación de la contaminación de los vehículos habitualmente empleados para ir a trabajar. Veamos las emisiones por pasajero y milla en cada caso:
Se trata de estimaciones complejas, pero según el estudio de la MIT, la bicicleta es el medio de transporte más respetuoso con el medio ambiente, junto a caminar. Se confirma que uno de los principales beneficios de ir en bici es reducir la contaminación.
Promover el uso de la bicicleta como medio de transporte es uno de los grandes objetivos de las instituciones públicas. En esa dirección apunta la construcción de carriles bici, los servicios públicos de provisión de bicicletas en las ciudades, las campañas de concienciación e incluso las ayudas públicas (véase la Estrategia Estatal de la Bicicleta).
Entre las razones para hacerlo, están las que repasamos a continuación.
Uno de los medios más utilizados para el transporte es el vehículo privado. Pero, a la vez, su uso es una de las principales causas del cambio climático.
Según datos recopilados por la Fundación Aquae, un vehículo produce 590 kg de CO2 cada 5.000 km. Por ejemplo, un viaje de Madrid a Barcelona, de unos 600 km aproximadamente, emite 73 kg de CO2. En Europa, el coche fue el causante del 60,70% del total de emisiones en 2016.
Hablamos de emisión de CO2, pero habría que sumar el monóxido de carbono (CO), los óxidos de nitrógeno (NOx) y las partículas en suspensión (PM), compuestas principalmente de hollín. Son emisiones que la bicicleta no produce.
Habría que sumar el empleo de productos necesarios para que el coche funcione: aceite del motor, líquidos de freno y embrague o líquido anticongelante. Sus restos llegan a ríos y mares arrastrados por la lluvia.
La revista Ágora publicó los resultados de un análisis del Observatorio de Sostenibilidad que estudió la evolución del dióxido de nitrógeno (NO2) en 80 ciudades del país en las que viven unos 19 millones de habitantes en total. Las ciudades más contaminadas y la concentración anual de NO2 en cada caso son:
En cuanto a las medidas propuestas para reducir las emisiones, la primera era disminuir el tráfico y promover el uso de la bicicleta y vehículos eléctricos. En este otro artículo analizamos 5 motivos de peso para ir en bici al trabajo y dejar el coche aparcado en casa.
La contaminación acústica es la presencia de ruidos y vibraciones que generan molestias, sea cual sea su origen. Entre las principales causas de contaminación acústica en la ciudad están el tráfico automovilístico y el aéreo.
Según el estudio Ruido en Europa de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), 113 millones de personas del continente viven en zonas en las que el tráfico automovilístico está por encima del umbral de ruido considerado no perjudicial (55 decibelios).
Los estudios han demostrado que la contaminación acústica tiene relación con problemas de audición, aumenta el riesgo de sufrir ataques cardíacos y tiene efectos negativos sobre la digestión, el sueño y otros procesos.
Según la Organización Mundial de la Salud, solo en las Américas en 2016 se produjeron unas 240.000 muertes prematuras atribuibles a la contaminación del aire. De hecho, se considera que es el principal riesgo ambiental para la salud pública, y ya hemos explicado que la bicicleta es el medio que menos emisiones genera.
La exposición a altos niveles de contaminación del aire tiene diferentes efectos adversos para la salud: riesgo de infecciones respiratorias, de enfermedades cardíacas, de derrames cerebrales y de padecer cáncer de pulmón. Afecta en mayor proporción a población vulnerable, como niños y adultos mayores.
Por todo lo anterior, y como recuerda la Fundación Aquae, la bicicleta no es solo la alternativa al transporte privado, sino también al público. Además de la protección al medio ambiente, repasamos otros beneficios:
En definitiva, los beneficios de la bicicleta se manifiestan a nivel individual y colectivo. Al tratarse de una actividad de cardio de bajo impacto, es muy recomendable para mejorar la salud. Pero, además, con ella se contribuye a la reducción de la contaminación del aire y acústica, por lo que mejora la calidad de vida general.