Miles de líneas se han escrito sobre las razones por las que cada vez más personas se atavían con pantalones de correr y zapatillas de deporte. Miles de líneas se han escrito también dando formato a libros para ayudar a estos corredores que se están iniciando. Pero pocas líneas se han escrito relatando el mundo más íntimo de los mismos, contando en primera persona realidades y sensaciones menos épicas, más mundanas, más reales.
Insularidad, el viaje interior de un corredor, es libro finalista de los premios Desnivel y un magnífico relato de como el correr puede ser al principio un oscuro y frío acompañante en un proceso vital para acabar siendo uno de tus mejores y brillantes aliados.
No nos engañemos, Insularidad es un libro un tanto atípico, si lo que buscas es un fast-food motivacional aquí no lo vas a encontrar. Insularidad te pide a gritos una lectura pausada y no precisamente de camino al trabajo en el transporte público.
Es un libro para degustar (y releer, por qué no) en momentos de cierta tranquilidad donde podamos asimilar página a página lo que el autor reflexiona al afrontar sus primeras medias maratones. Como cuando consigues coger el ritmo corriendo: hay que dejar que fluya la lectura como si fueran km’s.
Respuesta fácil ¿verdad?, pero esta vez Insularidad va más lejos, hasta el ¿por qué correr? es decir, ¿por que hemos escogido dar zancadas y no jugar al pádel? una pregunta que nace como una introspección del protagonista que sirve para desgranar esta historia intimista de redención.
“Un hombre que corre es un hombre que huye. Y yo sólo soy un hombre que huye de muchas cosas y que trata de convencerse de que no escapa de nada, sino que simplemente quiere llegar a un sitio distinto”
Fantástica metáfora de la vida, de los anhelos y esperanzas que dan sentido y forma a la misma. El autor del libro, Ralph del Valle, nos propone un viaje lleno de reflexiones que aunque en primera instancia nos puedan parecer un poco sombrías y no exentas de críticas a una sociedad consumista y superficial, al final -como todo buen túnel- siempre hay una luz limpia, redentora y positiva al llegar a la salida.
Un final que no es un final en sí, si no un camino por el que hay que, nunca mejor dicho… correr.
Lectura muy recomendada para salirnos del circuito habitual de literatura para corredores, que seguro que no os dejará indiferentes y os provocará alguna que otra pregunta incómoda.
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