Categories: Noticias

Igor Glez de Galdeano, 21 años después: “La gente espera verme calvo y gordo”

Publicado por
Alfredo Varona
Publicidad

Hace 21 años fue maillot amarillo durante siete días en el Tour de Francia. “Pero no lo disfrutabas. Te podía doler un dedo del pie y no dejabas de pensar y si mañana me sigue doliendo”, recuerda hoy.

 

Tiene 49 años y hoy estará como comentarista en la salida del Tour de Francia en Bilbao. Y mañana a pie de carretera “con la familia y con los amigos” que iban a verle a París. Porque Igor González de Galdeano (49 años) fue dos veces quinto en el Tour de Francia. Incluso, en la edición de 2002, fue líder durante siete días. “Pero en lo más alto del podio no me sentía el hombre más feliz del mundo”, explica hoy.

Han pasado 21 años desde que fue líder en el Tour. 
Exacto, 21 años, que son los que casi tiene mi hija: la mayor.

Publicidad

¿Y cómo está usted después de 21 años?
La gente me dice que me ve bien conservado. No sé si es porque a mi edad esperan verme calvo y gordo. Pero no es el caso. Sigo haciendo deporte. Entiendo que hay que cuidarse. Mi hábito es el de mantener la forma.

¿Y se machaca?
No, ahora ya no. Esa etapa ya pasó. Ahora disfruto del paisaje de la compañía y de la posibilidad de ayudare a los demás. La velocidad no está dentro de mi gen.  Tampoco es lo mismo que hace 21 años porque ahora, aunque quisiese, peso 17 kilos más. Pero, si volvería a nacer, sería ciclista, no lo dudo.

¿Y echa de menos esa vida? 
Era una vida en la que lo llevabas todo al extremo. No te separabas nunca de tu profesión. Pero resulta que ahora soy padre las 24 horas del día. Así que sigo viviendo en los extremos. La diferencia es que antes estaba en primera posición en casa. Ahora somos cinco en la familia y yo soy el sexto.

Publicidad

¿Y cómo se vive en la última posición?
Era una broma. Pero es verdad que si alguien quiere que le cambie la vida debe hacerse padre: ya nada vuelve a ser como fue. Y lo que busco, en mi caso, es un equilibrio personal y profesional. Sé que ya no soy ciclista y que ya no soy el centro de atención, que llego a casa y soy uno más. Pero eso me ha ayudado a poner los pies en la tierra.

¿De ciclista no los tenía? 
Era diferente. Yo recuerdo terminar el Tour, incluso los años en los que fui quinto, y estar ya pensando en la Vuelta a España. No había tiempo. El ciclismo son sensaciones. Lo que no hacías hoy te pasaba factura mañana. Y mire que yo supe desconectar. Y, afortunadamente, tenía amigos que me sabían sacar de esa burbuja.

¿Qué aprendió gracias a esos amigos?
Que no todo es tan urgente ni tan importante.

Y es que esa es la verdad.
Pero en la época de ciclista era más difícil, porque casi siempre existía la tensión de renovar contratos. Quizá por eso no duré tanto. Me retiré a los 31 años, cuando me faltaban dos meses para cumplir los 32. Hubo situaciones que me llevaron a tomar esa decisión. Y lo que sí recuerdo es que, una vez que tomé esa decisión, me quedé en paz. No sufrí porque tomé yo la decisión. Nadie la tomó por mí.

Publicidad

Fue usted maillot amarillo siete días en el Tour de Francia.  
Sí, así fue.

¿Y eso fue lo mejor de su vida? 
Junto a la Vuelta a España de 1999 y a ser diploma olímpico en los JJOO de Atenas, sí, creo que sí.

¿Cómo era subir al podio del Tour?
Buena pregunta. No sabría decirle. O sí. Alguna vez he leído a Induráin decir algo que es lo mismo que sentía yo. Allí arriba no era el hombre más feliz del mundo, porque estabas metido dentro de una ruleta. Tenías que pensar en el día siguiente. Te podía doler un dedo del pie y no dejabas de pensar y si mañana me sigue doliendo. Quiero decir que nunca paras y que es muy complicado disfrutar.

¿Se disfruta en el Tour? 
Sí, yo sí. Yo he disfrutado mi vida profesional. Lo que le decía antes. He ganado una etapa, he sido diploma olímpico. Sí es verdad que no te das cuenta de la envergadura de lo que has hecho hasta que te vas. No le das la relevancia a ese sueño como decía Induráin. Pero ahora mismo iría a correr el Tour, incluso, en el coche escoba.

Fue un buen ciclista.
Siempre se puede mejorar. Siempre digo que yo podía haber entrenado mejor pero no más. Mi esfuerzo fue total para ser ciclista profesional.

¿Qué fue lo peor de ser ciclista?
El dopaje, ese dopaje que persiguió al ciclismo de mi época y que se convirtió en una persecución exagerada. El juicio social fue peor que el administrativo, terrible. La gente se olvidó de que, te dopases o no, sometías a tu cuerpo a un entrenamiento brutal.

Fue una época fea, sí. 
Te entraban hasta en las habitaciones. La factura fue muy fuerte. Pasamos de ser héroes a villanos. Y que te viesen como un villano cuando te esforzabas al máximo y no tenías culpa era muy duro.

¿Y ahora vive mejor?
No me quejo. Me he desarrollado en mi ámbito. Vivo tranquilo. Tengo estabilidad. He entendido que ése es el éxito más allá de ganar más o menos dinero. Y es lo fundamental que le pido a la vida: estabilidad. Y por ahora la tengo, la conozco.

Publicidad
Comparte
Publicado por
Alfredo Varona