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“Gracias a una hernia, descubrí a tiempo que tenía cáncer de próstata”

Publicado por
Alfredo Varona
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De profesional, llegó a ganar la etapa de La Castellana en la Vuelta a España. Y ahora a los 68 años Javier Cedena sigue montando en bicicleta tras batir a un cáncer.

El día que ganó su etapa en la Vuelta a España se rompió la mano al cruzar la meta. No fue un ciclista de suerte Javier Cedena (Madrid, 1954) en los cinco años que estuvo de profesional. Pero sí fue y ha sido un currante. Un currante que ha superado un cáncer de próstata y que hoy disfruta de la jubilación en Fuenlabrada, de la bicicleta de montaña y del ciclismo televisado.

Mañana no tiene que madrugar.
Ahora, jubilado, dispone uno de más tiempo. Martes y jueves salgo con la bici de montaña y hacemos 60 kilómetros con un grupo de jubilados. El campo, la naturaleza y los bosques sin el peligro de la carretera ni del tráfico.

Tiene 68 años. 
El 13 de marzo cumplo 69.

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¿Y cómo está?
Un poquito más gordito de lo que debería estar y la batería va bajando. Pero me encuentro bien. Hace doce años me detectaron un  cáncer de próstata y le pude dar solución antes de que fuese más grave.

Es usted un superviviente. 
Trabajaba en la tienda. Arreglaba bicicletas. Realicé un esfuerzo y me hice daño en la ingle. Fui al médico y me dijeron que era una hernia. Pero al hacerme los análisis de sangre me miraron la PSA y vieron que estaba disparada. Fui al urólogo y detectaron un tumor que aún no estaba extendido, que era como un grano de arroz.

Tuvo suerte.
Si no lo hubiese descubierto en ese momento no sé que hubiese sido de mí. Al ser autónomo, no tenía reconocimiento médico en la empresa. Fui al médico porque sufrí la hernia y, gracias a ella,  descubrí el cáncer a tiempo.

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La vida es un juego de cartas.
Yo recuerdo el año del ZOR con Javier Mínguez. Al acabar la temporada, fui a donar sangre. En el análisis me detectaron que había tenido una hepatitis que mi cuerpo había superado con mis propias defensas. Pero es que no me había hecho un análisis en toda la temporada y resulta que corriendo con hepatitis llegué a ganar la Vuelta a Asturias.

Han pasado muchos años.
De todas estas cosas te acuerdas ahora a toro pasado. No fui un ciclista de suerte. En los cinco años, que estuve de profesional,  tuve caídas en momentos clave. Cuando gané la etapa de Madrid en la Vuelta a España del 81 pasada la meta me di con la bolsa de un fotógrafo. Iba con los brazos levantados. Me fui al suelo y me rompí la mano.

¿Cómo se combate la mala suerte?
No lo sé. Son cosas que se padecen según vienen. Pero no tengo respuesta a esa pregunta. Sólo le puedo decir que mi vida ha sido luchar hasta que me jubilé a los 64 años. Tenía los 35 años cotizados para jubilarme. Me descontaron algo de dinero, pero no lo dudé.

¿Y qué pensión le ha quedado?
930 euros con la última subida.

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¿Y está a gusto?
Voy un poco justo. Pero nos defendemos gracias a algunos ahorros y a un Plan de Pensiones que me hizo mi hermano mayor que trabajaba en el Banco Popular. Fue lo primero que hizo nada más empezar a trabajar y me ha venido muy bien.

Se retiró en 1982. 
Tenía 29 años. Mínguez me dijo que no me renovaba el contrato con ZOR y ya no tenía opciones de encontrar equipo. Y, gracias a un dinero que me dejaron mis padres,  mi hermano mayor y mi suegra, pude comprar un local de venta y reparación de bicicletas en Fuenlabrada y, como no había ninguna en todo el pueblo, funcionó muy bien.

¿Mereció la pena ser ciclista? 
Cuando dejé la bicicleta no había ahorrado nada y no tenía ninguna profesión. La única solución era montar un negocio propio. Entonces tuve suerte porque Fuenlabrada es un pueblo muy aficionado al ciclismo. La gente me conocía e hice clientes que luego se convirtieron en amigos. Llegamos a crear una peña, una escuela de niños….

¿Y no fue duro cerrarla?
Sí, porque en el pueblo todo el mundo se acuerda de ‘Bicicletas Cedena’. Pero yo ya estaba muy cansado. Hubo muchos años que estábamos mi mujer y yo solos. Y es verdad que hubo gente de la peña que nos ayudó. Pero llegó un momento en el que añoraba la jubilación. Me descontaron un año, pero yo ya necesitaba descansar.

¿La jubilación le hace a uno mejor?
Creo que sí. Te vuelves más desinteresado. No estás tan preocupado en el día a día ni por el dinero. Dispones de tiempo. Puedes programar la vida con tu mujer. Sólo pido que la salud nos respete a mi mujer y a mí y podamos seguir disfrutando.

¿Cómo está su mujer?
Bien, es casi cinco años más joven que yo. La conocí siendo una niña en una tienda de bicicletas: ella tenía 13 años. Recuerdo que yo estaba corriendo la Vuelta a Toledo y cuando volví me comentaron que había una chica rubia que iba a alquilar bicicletas y que había preguntado por mí.

O sea, que fue usted a tiro hecho.
Casi sí, porque ella preguntaba por mí. Deduje que la había caído bien y, cuando volví, me dirigí a ella. Mari Carmen, se llama. Y, sí, empezamos a salir como amigos hasta que nos casamos siete años después. Y la verdad es que ha sido la única novia que he tenido.

Y no se arrepiente
El único disgusto es que no hemos podido tener hijos. Nos sometimos a tratamiento varias veces. Nos gastamos mucho dinero y lo tuvimos que dejar porque costaba mucho dinero. Cada vez que lo intentábamos nos costaba un millón de pesetas y, al final, desistimos y nos hemos quedado solos. Hubo que pasar página.

Les veo felices.
Estamos solos, pero tenemos amistades, familia, sobrinos. Nos sentimos queridos y tenemos suerte.  Y ahora ves las cosas con tranquilidad. Y dentro de nada nos metemos en los 70 años donde ya están muchos compañeros de mi época y todas las fotos que almacenas…, te entra la nostalgia. Pero hay que vivir con ella.

 

 

 

 

 

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Alfredo Varona