El respeto a los códigos eternos de los vestuarios y su talante democrático se impusieron, pero Ronald Koeman recibió a principios de temporada una sugerencia que podría haber enturbiado (más todavía) el ya por entonces caldeado ambiente del vestuario del primer equipo del FC Barcelona. El técnico neerlandés rechazó la idea de designar él a los capitanes de la plantilla. Nadie cuestionó que el brazalete debía seguir en el brazo de Leo Messi, pues su liderazgo era y sigue siendo reconocido por todos los sectores del vestuario. Pero sí la composición del resto del escalafón. Un tema que podía ser una bomba de relojería.

Koeman no quiso revolucionar la capitanía del Barça (leer noticia)