Jiménez: El 'Filomatic'

Extremo fino, de toque y gol, fichó por el Barça en 1967 pero solo le dieron una oportunidad. Su gran parecido físico con Miguel Gila hizo que lo 'bautizaran' con la marca de unas cuchillas de afeitar que anunciaba el popular humorista por televisión

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Manolo Jiménez vistió la camiseta del FC Barcelona la temporada 1967-68 y 1968-69 (hasta diciembre). Fue cedido al Celta, donde brilló con luz propia y se convirtió en ídolo. / sport

David Salinas

David Salinas

Manuel Otero Jiménez (Sevilla, 14 de octubre de 1942 - Vigo, 5 de diciembre de 2021) inició la defensa de la camiseta del FC Barcelona la temporada 1967-68. Jugaba de extremo por la banda izquierda y su fútbol era vertical, muy técnico. Con gol. Pura escuela andaluza. Llegó procedente del CD Badajoz y firmó por tres años, pero solo estuvo uno y medio. La competencia en la plantilla barcelonista era feroz y el delantero se vio forzado a emprender una nueva etapa en Vigo, donde siguió demostrando talento y bondad a partes iguales.

Orgulloso de haber venido al mundo en Triana “porque en Sevilla puede nacer cualquiera”, decía, los orígenes de Jiménez fueron humildes. Hijo de madre soltera, su infancia estuvo marcada por la austeridad, demasiados engaños al estómago y una pronta incorporación al 'mercado laboral'. Con 8 años empezó a trabajar en el puerto de Sevilla para ayudar económicamente a su madre, Rosario Jiménez, aunque “yo había nacido futbolista”, recordaba. “Jugábamos en la calle, plazoletas o descampados. Orinábamos para marcar las porterías. Dábamos patadas a balones de trapo...”, agregaba.

También fue ganándose la vida vendiendo viseras las tardes de fútbol y toros. O recogiendo colillas que le compraba el señor Páez para elaborar cigarrillos. “Las rubias y la de los puros eran las mejor pagadas”, decía en su libro, una biografía*. También trabajó en una panadería.

El fútbol, siempre el fútbol

Pero el fútbol, una y otra vez, estaba presente en su día a día. Nunca dejaba de jugar. Donde fuera y como fuera. Empezó alineándose en los infantiles del CD Rocío para pasar a los juveniles del San Vicente y, seguidamente, al Triana Balompié, filial del Betis. Pero allí no le dieron bola. Con 17 años lo que quería era jugar, así que no dudó en irse a Mérida, en calidad de cedido, a la SD Emeritense, con el que logró ascender a Tercera (1959-60).

Regresó al filial bético la siguiente temporada para ser titular. Y empezó a dejarse ver. Ya se hablaba de una flecha blanquiverde, de su arte para el regate y sus goles. Seguía sin tener sitio y fue cedido al Ayamonte CF. Pero fue llamado a filas... Lo destinaron a Algeciras y allí, además de cumplir el Servicio Militar, jugó con un cuadro local, el Cano, en Tercera División.

Volvió al Betis, pero no contaban con él. A mitad del curso 1964-65 fue cedido al Constancia de Inca, que militaba en Segunda. Sus goles evitaron, en la promoción, que el equipo descendiera a Tercera y con el dinero que ganó en la isla compró un piso a su madre en la Macarena. Otra vez fue reclamado por el Betis. “Era una mercancía prestada”, recordaba. En el ejercicio 1965-66 fue cedido al Jerez Deportivo, que militaba en Tercera. Su sueño de triunfar en la entidad andaluza volvía a desvanecerse...

De Jerez regresó, nuevamente, al club verdiblanco. Y lo hizo con el apodo de 'Gila' por el cada vez más asombroso parecido con el humorista Miguel Gila, tan de moda en aquellos años. También le llamaban 'Filomatic' o 'Filo' por el anuncio que Gila hacía de unas maquinillas de afeitar, de las que aseguraba que “¡dan un gustirrinín!”. En el curso 1966-67 el Betis fichó a Pachón del CD Badajoz y tres de sus jugadores recalaron en la entidad pacense como compensación: Carmet, Hidalgo y Jiménez. En El Vivero se hartó de marcar goles: 38, proclamándose máximo realizador de todas las categorías del fútbol español.

El FC Barcelona

'Filomatic' despertó la curiosidad del Barça y otros equipos, como el Atlético de Madrid, y le ofreció la posibilidad de probar en sus filas un tiempo. “Si iba a Barcelona era para quedarme”, mantenía convencido Jiménez. Se subió a su Seat 600 y, con la ayuda de un termo de café, puso rumbo a la Ciudad  Condal. Salvador Artigas, entrenador barcelonista, lo alineó en el primer partido de la pretemporada 1967-68, en Granollers. Era el 14 de agosto. Empate a uno en el descanso. “Jiménez, prepárese, que sale usted en la segunda parte”, le dijo el técnico. Y del 1-1 se pasó al 1-6. Revolucionó el partido. “Armé la de Dios”, recordaba.

El Barça no tenía dudas. Quería al delantero. Pero había que negociar el precio. Los presidentes Enric Llaudet y Antonio Ballesteros no se ponían de acuerdo. Bailaba medio millón de pesetas... Acordaron resolver la diferencia ¡¡lanzando una tanda de penaltis!! Fue en El Vivero. Se llegó al último lanzamiento 5-4 para el presidente del Badajoz. Era el turno de Llaudet... Plantó el balón, retrocedió unos pasos, miró al improvisado guardameta y empezó a correr. Cuando iba a impactar la pelota se torció el tobillo y rodó por los suelos. El Badajoz iba a cobrar medio millón más de traspaso.

“Me quedé. Y desde ese momento fui un culé más”, decía Jiménez. “Firmé tres años de contrato pero solo cumplí uno y medio. Domingo Balmanya, secretario técnico, después de pasarme más de un año como suplente, me dijo: “Te vas cedido al Celta de Vigo”. Mi primera reacción fue: “¿Y dónde está Vigo?”. No tenía sitio. Rifé y Rexach me cerraban el paso. Jugaba solo amistosos”. Corría diciembre de 1968.

Recordaba una anécdota con el presidente Enric Llaudet que siempre quiso que no quedara en el olvido: “Me llamó al despacho que tenía en La Masia después de fichar y me dijo:

-¿Chaval, tienes dinero?

-Pues...

-Toma, aquí van 5.000 pesetas. Para que te compres prensa y no te aburras mientras te instalas en Barcelona.

-Muchas gracias -le contesté. Y Un par de semanas después cogí esa cantidad y volví a presentarme en su oficina.

-Presidente, le devuelvo el dinero que me prestó -le dije.

-¡Hombre! Eso no me lo esperaba. Este gesto te honra, Manolo... Puedes quedarte con el dinero y tómate varios vasos de leche a mi salud -me dijo. Sabía que me encantaba la leche y así lo hice”.

El 'Filomatic' se hizo querer por su sencillez y naturalidad y todavía hoy conserva muchos amigos en Barcelona. Es socio de la Agrupació Barça Jugadors y siempre que puede participa en alguna de sus actividades. Solo jugó un partido oficial y fue en competición europea, en la Copa de Ferias, el 20 de septiembre de 1967 contra en FC Zürich (3-0). Una humillación. “En mi vida me dieron tantas patadas”, recordaba. Pagó el 'pato' y ya no volvió al once. “No me dejaron jugar más”. Artigas no creía en él y a mediados del curso 1968-69 se incorporaba al RC Celta.

La luz de Vigo

En Vigo recuperó las sensaciones de siempre. Ayudó al equipo a ascender ese año (1968-69) y deleitó a la parroquia de Balaídos con su indiscutible clase hasta la campaña 1975-76. En este período el equipo celeste se metió por vez primera en competición europea (Copa de la UEFA, 1971-72). El Celta cayó en Segunda y Jiménez dejó ser un asiduo en las alineaciones. Con 33 años fichó en marzo de 1976 por el Girona FC (de Tercera y con aspiraciones de ascenso) para jugar la recta final del curso 1975-76, pero se lesionó en el primer partido (contra la UE Lleida) el 14 de marzo. Se rompió el Tendón de Aquiles... ¡solo había jugado 17 minutos! “Hice un giro y me quedé sentado de culo. Ahí se acabó. Me operó en doctor Joaquín Cabot en la Quirón. Quirófano, recuperación... Quedé bien, pero colgué las botas. Tanto el Girona como el Barça se comportaron de diez”, decía.

Aunque había invertido en una perfumería en Vigo, siguió vinculado al fútbol, ahora en el banquillo. “Empecé dirigiendo a los alevines del Celta, dos años y totalmente gratis por amistad con un directivo. Hicimos unas campañas muy bonitas. Después me hice cargo del Tyde de Tuy, que estaba en Segunda Regional y lo ascendí. Luego, el presidente de la territorial me nombró entrenador de la selección comarcal de Vigo”. Y todavía una aventura más, “en el CD Miño de La Guardia, aunque solo media temporada. "Me enfrié, me quedé sin ganas de seguir".

Luego exploró durante un tiempo el mundo de los representantes. Vivió y falleció en Vigo, ciudad a la quiso con locura y apreció, sin olvidar, claro, sus raíces trianeras ni la fugaz pero intensa etapa que pasó en la Ciudad Condal, período en el que contrajo matrimonio.

* La 'Biografía de Manolo Jiménez' ha sido escrita y publicada por Jesús Penabad (As Pontes, 1959). Se puede contactar con el autor en la siguiente página web: www.jesuspenabad.es