El VAR nos saca de quicio

Ter Stegen.

Ter Stegen. / TW.

Alex Corretja

Alex Corretja

Pensaba que con la llegada de la tecnología al mundo del fútbol las polémicas no existirían pero todavía hay aspectos que siguen sin convencerme

Me pregunto si os gusta el VAR. A mí particularmente sí. Creo que era muy necesario en el mundo del fútbol ya que llevábamos toda la vida quejándonos de las decisiones arbitrales: que si beneficia a unos, que si perjudica a otros, que si nos han metido gol en un clarísimo fuera de juego, que si el penalti no era, y así, un sinfín de situaciones, que lograban desquiciar muchísimas veces a los aficionados del fútbol después de cada jornada. Pues bien, ¡eso sigue pasando! El VAR (Video Assistant Referee) o videoarbitraje como lo conocemos nosotros, sigue generando muchas polémicas. Sin ir más lejos, el propio presidente del Barça, Josep Maria Bartomeu, se quejaba el domingo pasado después de la contundente victoria del equipo azulgrana en Villarreal, de que “el VAR no está dando la talla, es poco equitativo y siempre favorece al mismo, por lo menos en la era postconfinamiento”.

O sea, que aunque la mayoría de seguidores o incluso directivos (el propio Bartomeu dijo que le gustaba) estén a favor del VAR, sigue generando suspicacias. Y eso es muy sencillo de entender porque las decisiones las siguen tomando los humanos, aunque estén ayudados por la tan necesaria tecnología. 

En muchas ocasiones siguen teniendo que ser objetivas y no siempre agradan a la masa. Y es que hasta cuando está bien aplicado el sistema nos pone de mala leche. En el partido Barça-Atlético de Madrid un par de jornadas atrás, Ter Stegen detuvo una pena máxima, que revisada en la sala de cámaras al instante, descubrió que el guardameta local tenía los dos pies adelantados por tan solo unos centímetros obligando a repetir el mismo y por supuesto cuestionando la norma tan severa para los arqueros. Aunque se aplicó bien la regla, suscitó todo tipo de comentarios.

En mi opinión, podrían buscar una solución para darles algo más de oportunidades a los porteros, a lo mejor una opción sería hacerles la línea que dibuja el árbitro para colocar las barreras, uno o dos palmos por delante de la raya de gol, dándoles más libertad de movimientos y a la vez facilitándoles el impulso tan necesario en acciones como esta, pero sin pasarse de la ‘nueva’ raya, nunca mejor dicho. Y justamente hablando de líneas y rayas, me viene a la cabeza el gran cambio que supuso en el mundo del tenis el ojo de halcón. Es verdad que a veces te da la sensación que la pelota no ha botado en el lugar exacto que te muestra la repetición, pero os puedo asegurar que ha conseguido que los tenistas se queden mucho más tranquilos y satisfechos con las decisiones arbitrales. 

Al principio también costó encontrar una medida que contentara a todos, pero se llegó a la conclusión de que era responsabilidad de los jugadores cuando pedir la revisión de la marca, o no, llegando a ser de tres por set y una extra en caso de llegar al ‘tie break’, si el ojo de halcón da la razón al canto de los jueces, el jugador pierde el intento, si la equivocación es del juez, se  mantienen sus reclamaciones. En el tenis, el juez de silla se ha convertido en un espectador de lujo, en cambio en el fútbol, el árbitro sigue teniendo demasiado protagonismo.

Sorteo de Champions, al estilo tenis

Me encanta que la Champions de este año se defina con una fase final a partido único desde cuartos. Me gusta también que sea muy parecido al formato tenístico. Hará crecer las oportunidades de que suceda cualquier cosa.En caso de clasificarse, creo que este año al FC Barcelona le puede llegar a beneficiar.

El gesto de Wimbledon con los tenistas

La dirección del torneo anunció ayer mismo que ayudarán a los 620 tenistas que estaban virtualmente inscritos para la edición de 2020 en los diferentes cuadros con más de once millones de euros en cantidades que van desde los 5.500 euros a los 27.000. Me parece un gesto que les honra sea cual sea la cantidad que les corresponda a cada uno. Quizá para los más ‘top’ no supondrá un gran cambio, pero para la mayor parte de los beneficiados será como un regalo caído del cielo.

TEMAS