Un incrédulo Kluge rompe el sprint en una jornada tranquila para los favoritos

Un respiro para los favoritos. Después del inexplicable batacazo de Nibali, los principales aspirantes al triunfo final tuvieron una jornada plácida entre las localidades de Molveno y Cassano D'Adda. Un único puerto puntuable de cuarta categoría a mitad de recorrido dejaba paso a un final prácticamente llano, propicio para los sprinters, aunque Roger Kluge (IAM Cycling) tenía algo que decir.

El día estuvo marcado por una escapada muy tempranera protagonizada por Eugert Zhupa (Wilier Triestina - Southeast), Daniel Oss (BMC) y Pavel Brutt (Tinkoff), a la que se unieron Lars Ytting Bak (Lotto Soudal), Ignatas Konovalovas (Francaise) y Maxim Belkov (Katusha) a 22 kilómetros para el final. Con la entrada de tres corredores más, parecía que la fuga ganaba oxígeno, pero el Lampre se puso manos a la obra e imprimió su ritmo al pelotón para acabar neutralizando la aventura a 1.000 metros de meta.

Cuando todo parecía indicar que el final se resolvería al sprint, Bak atacó seguido de Filippo Pozzato (Wilier Triestina - Southeast) y Roger Kluge, que terminaría alzando los brazos muy cómodamente cuando sus dos adversarios se quedaron sin combustible. Primera victoria en el Giro para Kluge, que recuperaba la respiración ante las cámaras con cara de incrédulo, sin terminar de similar lo que había logrado. "No estaba planeado, realmente estaba trabajando para Heinrich Haussier, pero vi una posibilidad de atacar", explicó el alemán.

Para cara, la que se le quedó a Giacomo Nizzolo (Trek - Segafredo), líder de la clasificación por regularidad, que buscaba la ansiada victoria de etapa. Su Trek trabajó para darle la mejor posición, pugnando con Dimension Data, Lampre y IAM Cycling entre rotondas y carreteras que se estrechaban, las mayores dificultades de un día estático en la parte alta de la tabla, pero no encontraron recompensa. Solo otro segundo puesto.

Este jueves, la montaña empezará a determinar quién es el último propietario de la maglia rosa, con la jornada más larga de todo el Giro -240 kilómetros- que cuenta con un corto pero intenso puerto de segunda categoría en el tramo final. Un buen plato para ir abriendo boca de cara a los durísimos recorridos de viernes y sábado.