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"Usain is back", qué bello es el atletismo

Una de las más hermosas jornadas de atletismo que hayamos contemplado en mucho tiempo. Así fue el 6º día de competición en ‘El Nido de Pájaro’. Pekín siembra estrellas. Nosotros las recogemos… y las disfrutamos. En cambio, pese a la concurrida participación española durante este 27 de agosto, la satisfacción brilló por su ausencia, en líneas generales.

Honrosa participación en este Mundial del debutante Yidiel Contreras, que no consiguió ni de lejos acercarse al récord de España que se le exigía para estar en la final de 110mv. 13.57 en su semifinal, en una carrera irregular técnicamente. Tiene mucho margen de mejora, y debe ajustar para exprimir todo su potencial, que es abrumador. Merritt (que dio una inmejorable sensación pese a sus problemas físicos – se someterá a un transplante de riñón tras el Mundial), Bascou y Shubenkov ganaron las series. Oliver, McLeod, Parchment y Martinot-Lagarde completarán un septeto de ensueño. La final, más abierta imposible. Más fácil nos lo puso para el aplauso la sempiterna Ruth Beitia, la mejor atleta de la historia de nuestro país. 1.92m a la primera, tras un concurso impoluto (y desahogado). La final, el sábado, durante nuestra mediodía. Sin lugar a dudas, favorita para estar en el podio. Quién sabe si, por vez primera, la cántabra puede proclamarse campeona mundial. Compite como nadie, de eso no hay duda. La final, una lucha fratricida entre la cántabra, Chicherova, Vlasic, Licwinko y Kuchina. Cinco favoritas para tres puestos. Una delicia para el espectador.

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Desiguales sensaciones en las tres series del 1.500m, buscando el pase a las semifinales. Adel Mechaal, atrevido e inteligente en carrera, no respondió a falta de 300m, viéndose ampliamente superado por todo el grupo. Puede y debe dar más, sin perder de vista el 5.000m, una prueba donde quizá pudiese ser aún más competitivo. Víctor Corrales, en una segunda serie plagada de toques y empujones, vio mermadas sus opciones de lucha tras un par de traspiés que lo sacaron de la carrera. Honrosa actuación para un atleta de mucha clase. Como alegría, el pase por tiempos de David Bustos. Estará en ‘semis’ mañana. Un éxito, en una disciplina mermada a nivel nacional. Los resultados de hoy muestran, fehacientemente, la verdadera cota a la que aspira una prueba que, no hace tanto tiempo, era una de las minas de oro del atletismo patrio. Ahora, no se llega a más. Así de simple. Varios nombres ilustres descartados a bote pronto, dada la crudeza de las series: no volveremos a ver a Henrik Ingebrigtsen, Jakub Holusa o Ayanleh Souleiman, lesionado.

Sin sorpresas reseñables en los ‘heats’ del 5.000m (Genzebe a por el inédito ‘doblete’, Cherono, Ayana, Belete, Cheptai, Teferi, Kibiwot), al igual que en la longitud, donde sólo la actual campeona Britney Reese y la efervescente Sostene Moguenara representaron el auténtico batacazo del día. La final, para no perdérsela.

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Tres nulos para Marieta Jover en longitud. Poco más que añadir. Similar circunstancia en el disco, donde Lois Maikel Martínez se quedó a años luz de lo demostrado esta temporada. Discretísimo concurso (58.01m, antepenúltimo global de los atletas con al menos un lanzamiento válido). Difícil explicación para un lanzador que llegaba con 65.30m este año. También mesurada la serie de Caridad Jerez en el 100mv. 13.27, quinta del ‘heat’. Se prevé una lucha preciosa para otorgar el pase a la final. En las ‘semis’ del 200m, tres nombres, sensaciones mediante: Dina Asher-Smith, Dafne Schippers y Elaine Thompson. McGrone, Campbell-Brown y Tarmoh, a recrudecer la batalla. La holandesa, en el punto de mira: fabulosa hasta ahora. En el 800m, y pese a haberse colado por tiempos, flaqueando ligeramente al final, Eunice Sum sigue siendo la gran favorita. No debe dormirse. Hassan, Arafi, Büchel, Lupu, Lamote y, quién sabe si la sorprendente Bishop, plantarán disputa. Bellísima carrera, a priori.

Y ya que reluce la palabra “belleza”, nos inclinamos por la más trivial y textual simpleza de la naturaleza de este concepto. Resumámoslo en un nombre: Allyson Felix. La técnica, la elegancia, la clase, el talento. Campeona del Mundo de 400m por primera vez (9º oro total en Mundiales), la californiana representa la más pura esencia del atletismo. La magnificencia que otorga la perfección proyectada en una atleta de una dimensión casi única. Sencillamente, una maravilla constante verla deslizarse por el tartán. De esas mecánicas que nunca se olvidan. Una razón con exclusividad para amar el atletismo. Las sensacionales plata y bronce de Shaunae Miller y Shericka Jackson, ambas con marca personal, casi eclipsadas. Enorme desempeño de ambas.

Las dos finales en concursos, de otra galaxia. En la primera, la todopoderosa Anita Wlodarczyk reventó de nuevo la barrera de los ochenta metros con dos lanzamientos: 80.27m en el 3º, y 80.85m en el 4º. Récord de los Campeonatos para una atleta llamada a la leyenda. Segundo Mundial para la polaca (país que consolida su dominio en la prueba, tras la victoria de Fajdek), que atravesará el 2016, si el físico y la forma no se lo impiden, en pos del único objetivo que le queda: el oro olímpico. Y en la segunda, Jonathan Edwards se retorcía, casi cariacontecido, en su asiento de comentarista tras la barbaridad que contemplaban sus ojos. Si la final se antojaba un apasionante duelo, lo fue hasta el momento en el que el Campeón Olímpico Christian Taylor destrozaba cualquier ley física posible, alejando su impoluta ondulación hasta los 18 metros y 21 centímetros (y dejándose casi once en la tabla), segundo de siempre. A 7 cms del récord mundial de Edwards, que acumula ya más de 20 años de solera. Un Pedro Pablo Pichardo resignado se conformó a duras penas con la plata, pese a un concurso muy regular (los seis, por encima de 17.30m, con 17.73m como punta de lanza). Brillante bronce para esa máquina competitiva de nombre Nelson Évora (17.52m).

Y terminamos, así, con una pequeña fábula. Cuentan que, un verano, un estadounidense rompió todos los clichés sobre la capacidad de un atleta para mejorar sus marcas más allá del límite lógico de su edad. Si fallaba el rey, la ocasión se manifestaba como la esperada para el supuesto príncipe. No aclamado, por contra. “La Leyenda” contra “El Villano”. Versión 2.0. Media vuelta al anillo. 19 segundos y 55 centésimas. El ritmo caribeño brillando sobre el inhóspito firmamento de Pekín. Usain Bolt destrozó, de nuevo, a Justin Gatlin. Por segunda vez en cinco días, el mundo del atletismo contuvo la respiración. Pero Bolt no falló. Confirmó, además, la teoría de que, en grandes Campeonatos, mejora con el paso de las carreras. Da rienda suelta, se desliga de la presión, aniquila lo que se le ponga por delante. Por eso, y por muchas cosas más, es el mejor velocista de todos los tiempos. No hay espacio para la sorpresa. No hay consuelo para el aspirante, derrotado una vez más. ‘Usain is back’. Con el atardecer de Río de Janeiro en el horizonte para cerrar un círculo mágico. Qué bello es el atletismo.

Foto: Diario SPORT ·AFP

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