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¿Un ciclista aficionado aguantaría una etapa del Tour de Francia?

Publicado por
Aleix Serra
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Llega la hora de deshojar la margarita. El momento de resolver la eterna duda de muchos cicloturistas y aficionados al ciclismo.  ¿Un ciclista aficionado aguantaría una etapa del Tour de Francia?

Antes de entrar en materia me gustaría contextualizar un poco la pregunta y la situación y es que poco tiene que ver la etapa reina con una jornada de transición o el paseo final en los campos elíseos de París. Las dos son etapas del Tour de Francia, pero la exigencia física es totalmente distinta.

Ayer vivimos probablemente una de las etapas más aburridas de la historia del Tour de Francia. La pasividad total de los corredores fue duramente criticada en las redes y en ningún momento vimos a la habitual combatividad de los ciclistas desafiando el ritmo cansino del pelotón. De hecho, por primera vez en mucho tiempo no se llegó a formar ni la clásica escapada de la jornada.

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No hubo fuga, no hubo pelea y no hubo espectáculo más allá de un sprint final en el que triunfó Wout Van Aert (curiosamente uno que acostumbra a dejarse el alma encima de la bicicleta).

Ante tal esperpento televisivo es normal que más de un aficionado (yo el primero) tuviese tiempo para preguntarse si sería capaz de aguantar el ritmo del pelotón.

Así que curioso como de costumbre, decidí aprovechar la tecnología para indagar en Strava datos que pudieran confirmar o desmentir dicha teoría.

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Los datos de Harold Tejada y Simone Consonni reflejan una calma absoluta en el seno del pelotón

Evidentemente todo lo que viene a continuación es tremendamente generalista y subjetivo. Para empezar lo de “ciclista aficionado” es muy relativo. Un ciclista aficionado puede ser un amateur o un cicloturista de nivel alto que fácilmente se acerque a los 5 vatios por kilo de peso en un test FTP pero lo de aficionado también puede valer para un ciclista que salga a desayunar un par de veces al mes. Todos son ciclistas aficionados y todos merecen mis respetos.

Con la intención de orientar la lectura y el análisis he querido comparar los datos de la etapa de ayer con un aficionado de cierto nivel o un ciclista que compita esporádicamente en el calendario amateur.

Evidentemente la respuesta a la pregunta sería un NO rotundo si hablamos de etapas en las que los ciclistas salen dispuestos a competir de principio a fin. Todo ello independientemente de si es terreno llano, quebrado o de altísima montaña. Os aseguro que por muy llano que sea el terreno, si el pelotón se pone a dar ritmo quedaríais alucinados con el ritmo que se puede llevar.

Algo parecido sucedería en las bajadas. En un Tour de Francia se desciende a toda pastilla y el 90% de los aficionados se quedaría solo con la trazada de las curvas.

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Lógicamente no hace falta ni hablar de una posible etapa de montaña. En el primer puerto de la jornada un aficionado de nivel medio se quedaría casi con total seguridad incluso de la grupeta de los sprinters.

Una vez contextualizada la situación y con la confianza de haber calmado aquellos que durante el confinamiento se veían como futuros profesionales compitiendo en el Zwift, vamos a analizar la jornada de ayer.

“El 90% de los aficionados se quedaría solo con la trazada de las curvas”

Una jornada totalmente atípica en la que más de un cicloturista hubieses terminado la etapa dentro del control horario.

Digo lo del control, porque en los últimos kilómetros se voló y muy pocos aficionados hubiesen aguantado el ritmo final. Además, la capacidad técnica tiene una incidencia brutal en ese tramo de la carrera y hay que tener una confianza brutal en uno mismo y en el material para “tirarse” así en las rotondas. Si utilizamos Strava para ver la potencia de los ciclistas en los últimos 20 kilómetros nos daremos cuenta del incremento significativo de intensidad (así lo refleja también el pulso)

Pero analizando los valores del 90% de la etapa podemos afirmar que más de un ciclista hubiese logrado terminar la jornada.

“Más de un cicloturista hubiese logrado terminar la jornada”

Los datos medios de potencia que podemos encontrar en algunos perfiles de ciclistas profesionales en Strava confirman que la etapa de ayer fue meramente de transición.

Todo el pelotón rodó durante los 185 kilómetros a una potencia media inferior a los 200 vatios. (la potencia normalizada “NP” fue bastante superior)

Los datos de las 4 primeras horas de carrera no son para nada exigentes

200 vatios es una intensidad que con un buen entreno un aficionado podría llegar a aguantar sin muchos apuros durante las 4 horas y media que duró la etapa.

En las capturas adjuntas se puede ver como a Diego Rosa (compañero de Quintana en el  Arkea-Samsic) le valieron 168 vatios medios para terminar la etapa a menos de 5 minutos.

A un tipo como Andre Greipel le bastaron 190 vatios de potencia. El perfil de Greipel con sus 78 kilos puede adecuarse más al peso de un aficionado no profesionalizado.

Otros ciclistas como Simone Consonni o Ryan Gibbons también obtuvieron potencias medias inferiores a los 200 vatios.

El pulso es otro dato inequívoco de que la jornada de ayer fue realmente tranquila. El propio Greipel (Israel Cycling Academy) sacaba unas pulsaciones medias de 106, mientras que Harol Tejada (Astana) o Connor Swift (Arkea) apenas superaban las 110. Oliver Naesen (AG2R) se quedaba con unas sorprendentes 102 pulsaciones de media.

El pulso refleja sin duda la tranquilidad de la etapa, pero también el cansancio progresivo de unos corredores que ya acumulan 5 días de competición.

El pulso de Oliver Naesen prácticamente inferior a las 100 pulsaciones.

En cualquier caso y por mucha comparativa que exista no nos olvidemos que los ciclistas del Tour son los mejores del mundo y que si están en el World Tour es por algún motivo. Por televisión todo parece mucho más fácil de lo que realmente es.

¿Ayer fueron despacio? Si. Muy por debajo de sus posibilidades? También, pero que a nadie se le olvide que la velocidad media de la etapa fue de 42 kilómetros a la hora.

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Aleix Serra