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The Real Run

El espíritu indestructible del correr florece y se manifiesta en las condiciones más insospechadas, y prueba de ello es lo que se ha vivido una vez más este 1 de Enero y por no-sé-qué año consecutivo en los cerros de la histórica ciudad de Alcalá de Henares.

Un ejemplo más de running desinteresado y afán de correr por correr… porque sí. Quizá por compartir una pasión, o una enfermedad, o para celebrar el haber encontrado tu sitio, o por no querer uno rendirse a lo convencional.

Esta iniciativa popular consiste en reunirse el primer día de cada año en las puertas del “Parque de los Cerros” de la ciudad cervantina para subir corriendo (al que le de el cuero) hasta la cima del cerro más alto de la zona, que no es otro que el Ecce Homo. Todo comenzó como una quedada entre colegas para redimirse de las maldades de la nochevieja y brindarle los efluvios tóxicos al aire y los caminos de los cerros. Año tras año se fueron sumando colegas y espontáneos, y el boca a boca llevó este año la congregación a rondar los 150 participantes, aunque bien es cierto que aquí los números poco importan a los protagonistas.

Lo significativo de este fenómeno es lo auténtico del mismo. Me recuerdan estos atletas a los trabajadores argentinos que ocupaban sus propias fábricas cuando habían quebrado por la crisis, y con esfuerzo las reflotaban como una cooperativa de trabajadores. Estos corredores recogen el (de algún modo) maltrecho bebé del running y le muestran la senda del bien. Sin distancias oficiales, sin cronometraje, sin dorsales, sin competición… ¿o sí? Porque en eso de ser competitivos los runners somos maestros, y por supuesto que aquí se aprietan cronos, al salir y al llegar; y no habrá distancia oficial, pero siempre es la misma. El pique sano de pegarse la pasada en la última cuesta mientras la garganta te sabe a sangre, ¿qué sería del atletismo sin estos detalles? Por no hablar del avituallamiento que está presente y totalmente acorde con la época del año, cuando alguno de los presentes abre una bolsa llena de polvorones para que los participantes experimenten un reto aún mayor. Geles de almendra y barritas de turrón.

Esto es la prueba de que el espíritu del atletismo sigue vivo y de que difícilmente desaparecerá. Ánimo a todos los que sostienen este estandarte de forma tan auténtica, y enhorabuena por la reunión.

 


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