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¿Sufres el síndrome del impostor y no lo sabes?

Publicado por
Miriam Costa
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¿Alguna vez te has sentido no merecedor de tus éxitos, que éstos han sido producto de la suerte o que han sucedido por estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado? Si es así, puede que estés sufriendo el síndrome del impostor.

Esto ocurre cuando no te crees merecedor de tus éxitos y tienes el sentimiento constante de ser un fraude para los demás. ¿Quiere saber más sobre este fenómeno y cómo se manifiesta?

¿Cuál es el sindrome del impostor?

Sara es una atleta que se encuentra trazando las últimas pinceladas de entrenamientos antes del Campeonato de España. En el último, cogió medalla, pero piensa que fue por pura suerte. “Justo ese año había fallado una de las favoritas, otra de las grandes rivales no se encontraba en forma y a mí ese día no sé qué me pasó pero hice la carrera de mi vida. Parece que se alinearon todos los astros a mi favor.”

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Pero lo cierto es que esto no es así, ya que según su entrenador, Sara había estado realizando los mejores entrenamientos de su vida y se encontraba en un gran momento de forma.

Hoy le tocan series en la pista a ritmos que “tiene más que controlados” según su entrenador, pero incluso antes de salir en el primero, ésta piensa que no va a ser capaz de terminarlo.

Un torbellino de emociones nublan la mente de Sara, que a los 250 metros de salir, se para. “Que no Sara, que no vas a ser capaz. No te empeñes en pensar que sí, que lo que pasó el año pasado fue por pura suerte. El míster te dice que puedes porque, ¿qué te va a decir, que no vales para esto? Pero la realidad es esa, no vales y no vas a poder cumplir con los ritmos. Se va a dar cuenta de que no vales y encima le vas a decepcionar y a tu familia también. Con todas las expectativas que tienen puestas en ti…”

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Este es un ejemplo claro de cómo muchas veces autosaboteamos nuestro propio rendimiento y no por falta de valía o capacidades, ya que podemos ser exitosos en algún área de acuerdo a estándares externos y sin embargo, mostrar una idea persistente de incompetencia personal. En consecuencia, no nos sentimos merecedores de los éxitos obtenidos y podemos llegar a desarrollar la preocupación de ser descubiertos en este “fraude” por nuestros relativos y entorno cercano.

Este fenómeno recibe el nombre de “síndrome del impostor” y puede darse tanto en el ámbito deportivo, como en el área laboral, personal, social o de pareja y que genera un malestar emocional asociado a la creencia.

Causas y síntomas

La ciencia permite detectar a estos impostores a través de una escala denominada CIPS, que fue desarrollada por la Dra. Pauline Clance (1985) y que identifica tres dimensiones:
-Fraude (o la preocupación por ser descubierto en la incompetencia autopercibida).

-Suerte (como factor causal de la consecución de éxito).

-Desestimación (incapacidad para aceptar el reconocimiento, elogios y felicitaciones acerca de su rendimiento).

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Dichos “impostores” manifiestan dudas importantes acerca de sus habilidades, creyendo que éstas son injustificadamente sobreestimadas por los demás y asumen que el éxito es cuestión de suerte o de las circunstancias que les rodean y no fruto de su trabajo o capacidades.

Así pues, presentan atribuciones externalizadoras del éxito, mientras que tienden a reivindicar el fracaso como propio. Asimismo presentan expectativas de fallo y una inseguridad desmesurada incluso ante situaciones que han superado previamente con éxito.

Fruto de esta preocupación por equivocarse pueden sentirse desmotivados o perder la ilusión, sufrir ansiedad generalizada, tristeza, baja autoestima o sentimientos de desesperanza y frustración relacionada con la imposibilidad de cumplir con los altos estándares.

Lo curioso es que pese a tener bajas expectativas de rendimiento, éstas no se convierten en profecías autocumplidas ya que invierten una gran cantidad de esfuerzo en las tareas que realizan por miedo al fracaso. Así, presentan una autoobservación, derivada de altos niveles de autoexigencia, una baja autoestima y elevada preocupación por lo que transmiten a sus significativos.

El funcionamiento del “síndrome del impostor”, por tanto, sería de la siguiente manera:

El Ciclo del Impostor

El ciclo del “impostor”. Bogiaizian, D. (2018).

Dicha postura puede parecer muy similar a la de los “pesimistas defensivos”, no obstante, y al contrario que éstos, los “impostores” no recurren a la excusa de que han obtenido un fracaso en su actuación por falta de habilidades o esfuerzo, sino que se culpabilizan exageradamente por no haber logrado los éxitos o lo que se esperaba de ellos.

Las repercusiones del “síndrome del impostor” en el día a día incluyen: no tomar riesgos por miedo al fracaso o a no estar a la altura, perder oportunidades por no atreverse y una disminución de la productividad, debido a los altos niveles de estrés que les produce enfrentarse a la tarea.

Pero, ¿cómo hacer frente a este problema?

¿Cómo superar el síndrome del impostor?

  • Primeramente habría que trabajar en el concepto de Distinguir entre cuando estamos siendo hiperresponsables de cuanto está sucediendo, y cuando por el contrario, lo que acontece no depende de nosotros y por tanto, debemos ceder el control de la situación.
  • Asimismo habría que hacer hincapié en el concepto de agencia personal sobre los logros personales y la ilusión de incompetencia.
  • Además habría que trabajar en la preocupación por el error y la sobreestimación de la gravedad que supone cometerlos, así como la preocupación por la conveniencia social y la necesidad de “quedar bien” ante los demás.
  • Finalmente, el “impostor” debería aprender a distinguir entre el perfeccionismo constructivo y el inconformismo destructivo y cómo sus atribuciones le pueden estar haciendo daño.

Sé más amable contigo y no permitas que tu mente se convierta en tu peor amigo.

Al fin y al cabo, te lo mereces.

@psicomiriamcosta


Referencias:

 

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